El Papa Francisco reflexionó acerca de la “acogida gratuita”, un elemento esencial con el que debe contar una sociedad para poder integrar a todos sus miembros.
Imagen referencial del Papa Francisco tras una Audiencia General. Crédito: Vatican Media |
Al dirigirse a los presentes
reunidos en el Palacio Apostólico del Vaticano, el Santo Padre reflexionó
acerca de las enseñanzas sobre la “acogida” que se muestran en la encíclica Fratelli
tutti.
El Papa destacó que la llamada “Cátedra
de la Hospitalidad” no es “un laboratorio aséptico en el que se
elaboran fórmulas abstractas”, sino que es “un momento de reflexión inseparable
del trabajo sobre el terreno”.
“Mientras
escuchan y estudian, tienen presentes los rostros, las historias, los problemas
concretos y los comparten con los conferenciantes y en los grupos de debate”,
indicó.
A
continuación, tomó como ejemplo el capítulo tercero de Fratelli
tutti, titulado “Apertura progresiva del amor”.
Explicó
que “en la medida en que está impregnada de esta actitud de apertura y acogida,
una sociedad se hace capaz de integrar a todos sus miembros, incluso a aquellos
que por diversas razones son ‘extranjeros existenciales’, o ‘exiliados
ocultos’, como se encuentran a veces las personas con discapacidad, o los
ancianos”.
Más
tarde, ensalzó el aspecto de la gratuidad, “esencial para generar fraternidad y amistad
social”.
En
esta línea, destacó la importancia de “la contribución que los emigrantes dan o
pueden dar a las sociedades que los acogen”.
“Pero el
criterio fundamental -advirtió el Papa- no reside en la utilidad de la persona, sino
en el valor en sí mismo que representa. El otro merece ser acogido no
tanto por lo que tiene o puede dar, sino por lo que es”, subrayó.
Por Almudena
Martínez-Bordiú
Fuente: ACI