¡Oh Dios, crea en mí un corazón puro!
Dominicas de Lerma |
Buenos días, hoy Matilde nos lleva al Señor.
Qué pases un feliz día.
El Miércoles de Ceniza comenzamos la Cuaresma.
Precisamente por la ceniza, se nos antoja un tiempo “gris”, así es como
imaginamos la penitencia y el ayuno. Pero las apariencias engañan.
Precisamente, en estos días ha nevado en Lerma y todo se ha cubierto de nieve y
todo lo que era oscuro en nuestra tierra, se ha vestido de blanco. ¡De una
blancura que, el hombre por más industrias que ha probado, no ha conseguido
igualar!. Y, es que la nieve, lleva en sí luz, de forma que al abrir la ventana
todo se ha iluminado en mi celda, ¡y no hay ninguna bujía encendida!
La Palabra de Dios ya lo decía: “Como pájaros
que se posan, Dios, esparce la nieve… Y el ojo admira la belleza de su blancura
y al verla caer, se extasía el corazón”(Eclo. 43,18). Así, atravesando el
“túnel corto” de lo “gris” de la Cuaresma, aparecía ante nuestros ojos la nieve
de la gracia, que nos invita a sumirnos en ella. Que, así se nos antoja este
don precioso de Dios. Porque ante este panorama de pureza y claridad, uno se
siente muy pequeño e impotente. Y también, no limpio.
Surge en la boca, la Palabra de Dios que, es
ahora nuestra oración: “¡Oh Dios, crea en mí un corazón puro, no me arrojes
lejos de tu Rostro, no me quites tu Santo Espíritu!”. Y avanzando más en esta
súplica orante, hacemos nuestras las palabras del salmista: “¡Rocíame con el
hisopo y quedaré limpio, lávame y quedaré más blanco que la nieve!”.
¿Cómo será pues esta transformación en el alma
del hombre que, va mucho más allá que todas las realidades bellas que Dios nos
ha regalado en su creación? ¡Sería insensato, ante este horizonte maravilloso,
no desear algo, al menos, de la pureza y santidad de Dios!.
Y la Iglesia, Madre buena, nos deja la puerta
abierta, y más en estos días, para que entremos en el Señor y nos dejemos
conducir y rodear por la alabanza y la adoración a Dios. Y volvemos a lo que
quizás pensamos que es algo “gris”: el perdón de los pecados. Esta, no es sólo
una puerta, sino un “portón luminoso” que, a través del abrazo confiado en el
Padre, nos devuelve su Presencia y su amistad: “Ya no te llamo siervo, a ti
que, eres pecador, sino que te llamo amigo, porque todo lo que Yo tengo, te lo
ha dado a conocer en mi Hijo”, “Y nosotros, creemos y sabemos que Jesús es el
Hijo de Dios”. ¿No iremos gozosos en estos días a la oración del amor a Dios,
pidiéndole perdón?. ¡Sí, sí iremos!
Hoy el reto del amor es, tomar la nieve de Su
Mano que, es la gracia y oraré con su blancura, para entrar en la presencia de
Dios ya limpio y puro.
VIVE DE CRISTO
¡Feliz día!
26 febrero 2023
Fuente:
Dominicas de Lerma