Todo compromiso con la paz implica y exige un compromiso con la justicia
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Con ocasión de la inauguración del 94 año
judicial del Tribunal del Estado de la Ciudad del Vaticano, el Papa Francisco
recibe a Magistrados: “Aquí hay que ser claros y evitar el riesgo de confundir
el dedo con la luna: el problema no son los pleitos, sino los hechos y
conductas que los originan y los hacen dolorosamente necesarios”.
Esta mañana el Papa Francisco ha recibido en
audiencia a los Magistrados del Tribunal del Estado de la Ciudad del Vaticano,
entre los que han estado presentes también varios representantes de los más
altos tribunales del Estado italiano. El objetivo de este encuentro ha sido el
de “contribuir a favorecer el conocimiento y el diálogo entre personas
comprometidas en el mundo de las instituciones y, en particular, de la
justicia”.
Francisco les recuerda que el tiempo
transcurrido desde su último encuentro ha estado desgraciadamente marcado por
graves e imprevistos acontecimientos, que han provocado profundas laceraciones:
“Tras la terrible prueba de la pandemia, con su pesada secuela de luto y
crisis, esperábamos una pronta recuperación, alimentada y sostenida por un
amplio espíritu de solidaridad. Esperábamos y nos esforzábamos por dejar a un
lado el egoísmo y el afán de lucro para intentar empezar de nuevo juntos, a
escala nacional y supranacional, demostrando sentido de la responsabilidad y
capacidad de colaboración” explica el Papa, subrayando que, gracias a Dios, “en
muchas partes del planeta y en muchas iniciativas, esta esperanza y este deseo
han encontrado una realización concreta, con creyentes y no creyentes
trabajando codo con codo”.
Los cristianos estamos llamados a ser la
conciencia de la paz en el mundo
Y continúa – “desgraciadamente, justo cuando se
avanzaba en este camino de recuperación gradual, el estallido del conflicto en
Ucrania y su trágica evolución volvieron a sumir al mundo entero en una
profunda crisis, agravada por los múltiples brotes de guerra que siguen
estallando también en otras naciones”. El Pontífice asegura ante los
Magistrados que, ante estos escenarios, “crece en nosotros el anhelo de paz y
justicia. Refuerza en nuestra conciencia, hasta hacerse imperativa, la
necesidad de dar testimonio para ayudar a construir la paz y la justicia” y les
recuerda las palabras que pronunció durante su reciente viaje a la República
Democrática del Congo: "en un mundo desalentado por la violencia y la
guerra, los cristianos hacen como Jesús. Él, casi con insistencia, repetía a
los discípulos: ¡Paz, paz a vosotros! (cf. Jn 20,19.21); y nosotros estamos
llamados a hacer nuestro y decir al mundo este anuncio profético e inesperado
del Señor, un anuncio de paz. [...] Sí, los cristianos, enviados por Cristo,
estamos llamados por definición a ser la conciencia de la paz en el
mundo".
Todo compromiso con la paz implica y exige un
compromiso con la justicia
“La paz sin justicia no es verdadera paz, no
tiene fundamento sólido ni posibilidad de futuro. Y la justicia no es una
abstracción ni una utopía”. Francisco explica que, en la Biblia, la justicia
“es el cumplimiento honesto y fiel de todo deber para con Dios, es hacer su
voluntad”. “No es sólo el fruto de un conjunto de normas que hay que aplicar
con pericia técnica – dice – sino que es la virtud por la que damos a cada uno
lo suyo, indispensable para el buen funcionamiento de todas las esferas de la
vida común y para que todos lleven una vida serena. Una virtud que debe
cultivarse mediante un compromiso de conversión personal y ejercitarse junto
con las otras virtudes cardinales de la prudencia, la fortaleza y la
templanza”. Es por ello – subraya el Papa – que “esta virtud se confía de
manera eminente a la responsabilidad de quienes se dedican al ámbito judicial,
para hacer posible el restablecimiento de la paz violada entre los distintos sujetos
de la comunidad en litigio entre sí y dentro de la comunidad”.
Evitar el riesgo de "confundir el dedo con
la luna"
El Santo Padre también ha expuesto como operan
los Tribunales del Estado de la Ciudad del Vaticano, que desempeñan un valioso
papel en beneficio de la Santa Sede cuando se trata de resolver litigios
civiles o penales. “Se trata de litigios que, por su propia naturaleza, quedan
fuera de la jurisdicción de los Tribunales de la Santa Sede y de los tribunales
canónicos, y que deben juzgarse sobre la base de un complejo entramado de
fuentes canónicas y civiles, como el previsto por el sistema vaticano, cuya
aplicación requiere conocimientos específicos”. En este sentido, asegura que,
en los últimos años, estas disputas legales y los juicios relacionados con
ellas “han aumentado”, al igual que, en no pocos casos, “la gravedad de las
conductas que salen a la luz, especialmente en el ámbito de la gestión
patrimonial y financiera”.
“Aquí hay que ser claros y evitar el riesgo de
"confundir el dedo con la luna": el problema no son los pleitos, sino
los hechos y conductas que los originan y los hacen dolorosamente necesarios”
explica el Papa. En efecto – continúa – “tales comportamientos por parte de los
miembros de la Iglesia perjudican gravemente su eficacia para reflejar la luz
divina”. Pero la “gracias a Dios” porque, sin embargo, "no disminuyen ni
el deseo profundo de esta luz ni la disponibilidad de la Iglesia para acogerla
y compartirla [...] porque los discípulos de Cristo están "llamados a ser
la luz del mundo" y así es como la Iglesia “refleja el amor salvífico de
Cristo, que es la Luz del mundo".
Misericordia y justicia no son alternativas,
sino que caminan juntas
Por último, el Papa recuerda a los Magistrados
que la Iglesia "cumple su mandato sobre todo cuando da testimonio, con
palabras y obras, de la misericordia que ella misma ha recibido
gratuitamente" y les invita a, con esta actitud de misericordia y
cercanía, “mirar a los hermanos y hermanas, especialmente cuando se encuentran
en dificultades, cuando cometen errores, cuando están sometidos a la prueba del
juicio”. Una prueba – señala – “que a veces es necesaria, cuando se trata de
constatar conductas que empañan el rostro de la Iglesia y suscitan escándalo en
la comunidad de los fieles”.
Para ello, Francisco les pide realizar un “discernimiento riguroso”, que "impida el desarrollo de una moral fría de escritorio en el tratamiento de las cuestiones más delicadas"; así como el “recurso prudente al canon de equidad”, que puede ayudar a encontrar el necesario equilibrio entre justicia y misericordia. Pues – concluye – “la misericordia no es la suspensión de la justicia, sino su cumplimiento”.
Mireia Bonilla – Ciudad del Vaticano
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