Caroline Eliacheff, psiquiatra infantil, acaba de publicar el libro La fábrica de los
niños transgénero (Deusto) donde denuncia la fiebre trans
que se da hoy en Occidente y en la que el papel de las redes sociales está siendo clave
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La psiquiatra infantil Caroline Eliacheff denuncia la "moda trans" en Occidente |
Hace unos días, en La
Contra de
La Vanguardia, Eliancheff fue entrevistada por Lluís Amiguet.
"Hasta hace veinte años solo
uno de cada 10.000 chicos y solo una de cada 20.000 niñas quería
cambiar de sexo, y desde entonces el porcentaje se ha multiplicado por 1.000 y
en algunos países por 4.000", comenta.
Un
aumento interesado
"Observe, además, que antes eran
chicos y hoy son las
chicas la mayoría, el 80% de quienes quieren cambiar su sexo y un 70% han
sufrido trastornos previos como autismo, depresión, agresiones sexuales o han
crecido en una familia
disfuncional", añade Eliacheff.
La experta asegura que los métodos que se utilizan en España están siendo
prohibidos. "Durante los últimos 30 años, si un menor quería cambiar de
sexo se le aplicaba el
denominado protocolo neerlandés: bloqueadores de pubertad y hormonas
cruzadas. Pero tras observar sus resultados perniciosos e irreversibles está prohibido
en Finlandia, Noruega, el Reino Unido y estados norteamericanos", afirma.
Unas hormonas que producen muchos trastornos.
"Es testosterona para chicas que quieren ser chicos y estrógenos para
chicos que quieren ser chicas. Esos países también han prohibido la cirugía de amputación entre los 16 y
los 18 años. Y deberíamos prohibirlas ya en Francia, España, Alemania,
Italia...", propone.
Sobre a qué se puede deber este crecimiento de casos, la experta apunta con el
dedo. "Algunos médicos y activistas promueven el aumento de casos interesadamente,
por eso ha cambiado el tipo de menor que pide esa intervención. Y recetan apresuradamente hormonas a
adolescentes influidos por las redes que un día dicen sentirse de otro
sexo", comenta.
"Antes de adoptar la actitud
transafirmativa de 'sé quien crees que eres', lo ético sería que el profesional
realizara un estudio
concienzudo de antecedentes, historia familiar y luego diera tiempo para
reflexionar a todos", añade.
Unos
padres atónitos
Sobre si habría que negar los
sentimientos de estas personas, contesta: "Son del todo respetables, pero
también mudables según
días y momentos. En cambio, los tratamientos y la cirugía trans son
irreversibles. Y hoy se recetan con interesada ligereza".
Para Eliacheff, son incongruentes
algunas cosas. "Que a los menores de 16 años los protejamos
prohibiéndoles mantener relaciones sexuales, alcohol o conducir...y, en cambio,
les permitamos modificar
su cuerpo de forma radical e irreversible sin estudio previo",
apunta.
"Los padres suelen
quedarse atónitos al descubrir el problema. Aman a sus hijos y se
asocian con otros padres en asociaciones que acompañan a los menores y se vuelven militantes protrans;
o en otras que intentan que no hagan nada irreversible", comenta.
Eliacheff explica cuál debería ser el papel de los padres. "Que se
mantengan unidos a sus hijos y reflexionen juntos sobre lo que es definitivo. Y bloquear
con medicamentos la pubertad es definitivo; no es el botón 'pause' de la
tele", asegura.
"Podían permanecer en una posición ambivalente para
facilitar al menor que también lo sea y no colocarlo en una autopista rápida en
la que convertir en irreversible sin reflexión previa lo que decidieron en un momento", explica.
Sobre el por qué se da más en mujeres que en hombres, la experta tiene una
explicación. "La transformación en mujer no es fácil: sufrimos una enorme presión estética.
Una adolescente trans operada me decía hace poco que solo estaba eliminando en
su cuerpo 'todo lo que ella no sentía'", señala.
"Una locura. Una anoréxica que pide al médico una liposucción no la
obtiene, porque si es ético la
deriva a salud mental. En cambio, hoy hay menores que dicen que no les
gusta su cuerpo y enseguida les recetan hormonas", denuncia.
Para acabar con todo esto, Eliacheff propone a la
Administración tener prudencia "Que proteja a los menores, y eso no es
discriminar a nadie. Protegerles es darles
tiempo a reflexionar antes de la decisión irreversible. Recordemos que
ser trans no es una patología y la Seguridad Social no puede subvencionar una vida entera de medicamentos para curarla. Homosexualidad y
transexualidad son cosas diferentes. Solo los activistas trans las mezclan
interesadamente", señala.
La experta acaba dando un consejo a los menores. "Que
desconfíen de lo que les dicen en las redes sociales y no crean que los adultos siempre están contra ellos", concluye.
Fuente: Religión en Libertad