Los Seminarios de Vida en el Espíritu se multiplican por parroquias y comunidades de todo el país «como un nuevo Pentecostés», afirman sus organizadores
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Foto: Comunidad Sagrada Familia |
Al noreste de Guadalajara, a orillas del Tajo,
se levanta la central nuclear de Trillo, con sus dos gigantescas chimeneas de
cemento lanzando continuamente al aire vapor de agua. A pocos kilómetros de
allí se oculta entre colinas una antigua leprosería que hoy acoge un centro
pastoral del Obispado de Sigüenza-Guadalajara, a cargo de la Comunidad Sagrada Familia. Cada mes se organizan dos o tres
Seminarios de Vida en el Espíritu (SVE) que están renovando la fe de multitud
de personas en toda España. «El Espíritu Santo está actuando en la vida de la
gente, como un nuevo Pentecostés en la Iglesia», afirma el padre Carlos San
Félix, mentor de la comunidad de laicos que organiza estos retiros.
Los SVE son convivencias de un fin de semana en
las que el Espíritu Santo es el protagonista, sanando heridas de todo tipo,
creando comunidad y generando relaciones nuevas con Dios por medio de la
alabanza y la gratuidad. Cada vez son más las parroquias y comunidades que
organizan en toda España ratos de alabanza, retiros de sanación…, algo que
crece de manera espontánea porque se trata de un movimiento «que no tiene
fundador», asegura San Félix. «Solo se precisa una estructura mínima, pero está
transformando la vida de muchas personas haciéndolas volver de corazón a Dios»,
añade. Un encuentro de este tipo comprende momentos fuertes como la oración de
perdón, porque «muchos bloqueos a la obra de Dios proceden de nuestra
incapacidad para perdonar», algo que «no es obra de nuestras fuerzas, sino de
Dios». Así, «la gente puede perdonar a los demás, a sí misma y perdonar también
a Dios, a quien muchas veces hacemos responsable de lo malo que nos
pasa».
Otro momento intenso es cuando Jesús Eucaristía
pasa entre la gente, que «se siente muy bendecida por encontrase a un Dios muy
cercano, incluso personas no creyentes». La intercesión de unos por otros es
otra de las dinámicas habituales, cuando «los que vienen entregan a Jesús sus
heridas, a veces muy gordas». El punto culminante es cuando se pide una nueva
efusión del Espíritu Santo, también llamada bautismo en el Espíritu, ocasión en
la que «el Señor obra con poder en las personas». Al salir, todos son invitados
a replicar lo que han vivido: alabar en comunidad, escuchar la Palabra, rezar
el rosario en familia, vivir la fraternidad…
Todo este movimiento, lejos de ser un boom, «es
una respuesta de Dios a la situación tan grave que está viviendo mucha gente
por las ideologías que reinan en la sociedad», señala el mentor de la comunidad
de Trillo.
Otro de los focos de este fuego que se está expandiendo
por toda España procede de Piedras Vivas, una pequeña comunidad carismática
nacida en Pamplona para llevar el bautismo en el Espíritu a los sacerdotes. «No
se puede aprisionar la acción del Espíritu», afirma Alfonso Aizpún, uno de sus
responsables, testigo de que este impulso «se está materializando en
comunidades de alabanza, adoración y evangelización» por toda España, cada una
con su misión particular, pero todas con la pretensión de «reunir en la Iglesia
a los hijos dispersos del Padre». Asimismo, subraya que la alabanza «está por
encima del aspecto carismático» de estas nuevas realidades y señala que «son un
regalo del Espíritu, no una moda», pues en ellas «todos caminan juntos en fe y
pobreza detrás de un Dios vivo, no de libros».
¿Cómo se vive este fenómeno desde la Renovación
Carismática, el ámbito al que habitualmente se ha relacionado la vida en el
Espíritu? «Con mucho agradecimiento», responde Letty Florián, miembro durante
años de los equipos de organización de SVE en la Renovación Carismática
Católica en España (RCCE). «Cuando el Señor suscitó la Renovación en
la Iglesia hace más de 50 años lo hizo como una corriente destinada a
expandirse. Hoy estamos viendo que Dios cumple sus promesas», asegura Florián.
Este deseo de «dar a conocer la cultura de
Pentecostés», como pedía san Juan Pablo II a la Renovación Carismática,
trasciende los límites del movimiento como un tapón de una botella que se ha
descorchado y nadie puede parar. «Por todas partes hay retiros, seminarios,
grupos de oración… Los párrocos quieren que sus fieles vivan esta experiencia
del Espíritu Santo, muchos matrimonios se restauran, otros se casan por la
Iglesia, los jóvenes vuelven a la fe o directamente la descubren… Lo que está
sucediendo es un avivamiento de toda la Iglesia. El Espíritu Santo, a quien
llaman el gran desconocido, se está dando de nuevo a conocer», concluye
Letty Florián.
Juan Luis Vázquez
Díaz-Mayordomo
Fuente: Alfa y Omega