Más de 16.000 muertos según las últimas cifras. En medio de la catástrofe, no deja de haber signos de esperanza, como el nacimiento de una bebé entre los escombros
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El bebé que nació estando su madre atrapada bajo los escombros está en la incubadora, en el hospital.Rami al SAYED / AFP) |
Los trabajos de rescate en la zona afectada por el terremoto que
se produjo el lunes en Turquía y
Siria están dejando ver la gran oleada de
solidaridad que ha despertado esta catástrofe.
En las calles donde se han desplomado edificios enteros, los
supervivientes tratan de sacar a los miles de personas que todavía quedan bajo
las ruinas. El tiempo que transcurre imparable y las bajas
temperaturas son otros dos enemigos a vencer. Las
autoridades contabilizan ya 11.104
fallecidos.
Equipos de emergencias procedentes de otros países han acudido a
la zona y se van coordinando. Desde España llegó ayer a
Turquía un equipo de 55 expertos de la UME (Unidad
Militar de Emergencias), con perros adiestrados para encontrar personas con
vida bajo los hierros y el hormigón.
Entre las muchas imágenes que nos llegan, ayer recorría el mundo
el asombroso vídeo de una bebé que acababa de nacer entre los escombros en Alepo (Siria).
La sujetaba un hombre en brazos y la trasladaba a toda velocidad a alguien que
lo pudiera atender médicamente. La escena se ha viralizado.
Con la escena se palpa el milagro de la vida que
se abre paso en medio de la desgracia. La mamá de la bebé, lamentablemente,
falleció a causa del terremoto. La bebé está ahora en una incubadora, a salvo,
en el hospital.
Estos días han sido frecuentes las escenas de padres y
madres protegiendo a sus hijos, abrazándolos, hablándoles,
dándoles serenidad quizá apoyados en una pared de un improvisado puesto de
socorro.
Enternece ver a una niña de pocos años bajo los escombros,
protegiendo con su cuerpo y con su brazo el cuerpo y la cabeza de su hermanito
menor. Ella se va comunicando con los equipos de rescate sin descuidar al
pequeño.
Sigue siendo necesaria la ayuda a Turquía y a Siria, material y
espiritual. Sin ir más lejos, se sabe que en Siria es
más preocupante la situación por la guerra civil y porque en el norte del país ya antes del
terremoto había 4 millones de personas que dependían de la ayuda humanitaria.
Hay muchas vías para hacer llegar el apoyo
económico que permita avanzar en el rescate y en la
adecuación de las personas que han quedado sin hogar o están heridas. Hay que
levantar hospitales de campaña, que cuestan varios millones de dólares.
Espiritualmente, la oración (por
los vivos y por los difuntos) y los sacrificios ofrecidos por cristianos de
todo el mundo son un tesoro que podemos entregar a diario.
Dolors Massot
Fuente: Aleteia