El documento de la Iglesia en España para la Asamblea
Continental del Sínodo que se acaba de publicar recoge también aspectos más
positivos como un deseo de «pasar a la acción»
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Alfa y Omega |
La Iglesia
española ya tiene listo el documento para la fase continental de la Asamblea
Sinodal del Sínodo sobre la sinodalidad. Un texto que sus representantes
llevarán al encuentro de Praga del 5 al 12 de febrero donde 200
delegados de 39 Conferencias Episcopales Europeas pondrán en común los
resultados de las reflexiones en sus respectivos países.
El grupo de
trabajo español señala al principio de dicho texto que «aunque el tiempo para
la reflexión y el trabajo diocesano en esta etapa continental ha sido corto y
la participación menor que en la fase anterior, la experiencia y el camino
recorridos hasta el momento permiten afirmar que la sinodalidad avanza en
nuestra Iglesia que peregrina en España, pasando de concebirse como una teoría
o un concepto abstracto, a entenderse como una realidad que favorece la
comunión».
Actitudes de
escepticismo y rechazo
En este tiempo,
el equipo sinodal de la Conferencia Episcopal ha constatado además que el
Documento para la Fase Continental que se presentó en octubre de 2022,
«Ensancha el espacio de tu tienda», fue acogido positivamente en general,
aunque se siguen registrando actitudes de escepticismo «e incluso rechazo, por
la novedad que significa en sí misma la experiencia de escuchar, dialogar y, en
general, caminar juntos».
Pese a que el
tono es esperanzador, el texto español sí que recoge algunos apuntes negativos
y que denotan la necesidad de proseguir en el camino sinodal en «continua
conversión personal, desde la escucha de la palabra de Dios, la oración y los
sacramentos, destacando la centralidad de la eucaristía». Por ejemplo, se ha
detectado «con fuerza la tensión del clericalismo que lleva a confundir el
servicio con el poder». Se señala como una circunstancia dolorosa «las
distancias existentes entre los miembros del pueblo de Dios de distintas
vocaciones y la soledad en la que viven algunos de ellos. Un primer paso para
abordarlo es la formación en los seminarios y noviciados y la que reciben los
laicos».
El papel de la
mujer y la escasa participación juvenil
Algunos de los
impedimentos para crecer en participación, comunión y responsabilidad se deben
a «las resistencias del clero y la pasividad de los laicos». Aún con
todo, a lo largo de la consulta se ha detectado un deseo de participación
efectiva de parte de todos en la vida y toma de decisiones en la Iglesia. Por
ello, se pide que los organismos sinodales no sean solo consultivos, sino que
se conviertan en «lugares donde las decisiones se tomen en base a procesos de
discernimiento comunitario».
Hay dos
cuestiones que se destacan especialmente y son el contraste de posiciones sobre
el papel de la mujer y la escasa participación de los jóvenes en el proceso
sinodal y la vida de la Iglesia: «Nos sentimos interpelados a aprender a
escucharlos, a modificar el modo de comunicar el mensaje del Evangelio, que ha
de ser creativo, comprensible, integrador y generador de diálogo
intergeneracional».
De acuerdo con
estas observaciones, el documento asegura que «la participación en el proceso
sinodal nos ha hecho sentirnos llamados a la acción». Por un lado, consiguiendo
que cale la necesidad de caminar juntos y comprendiendo correctamente lo que
significa la sinodalidad «superando algunas de las tensiones que se han
percibido en el proceso como el clericalismo, las divisiones internas, los
prejuicios, la ausencia de diálogo». Por otro lado, avanzando hacia una Iglesia
en salida.
En
consecuencia, el texto indica una serie de prioridades en la que se ha de
trabajar como son «potenciar la acogida» especialmente de «cuantos se sienten
excluidos por su procedencia, situación afectiva, orientación sexual u otros
motivos». También señala como prioridad la promoción de la corresponsabilidad
superando el clericalismo que «empobrece nuestro ser y misión»; «el reconocer
definitivamente el papel de la mujer en la Iglesia y fomentar su participación,
plena y en condiciones de igualdad, en todos los niveles de la vida eclesial y,
en particular, en el gobierno de las instituciones»; o el fomento de la
participación de los jóvenes.
Fuente: Alfa y Omega