Homilía pronunciada durante la Santa Misa del Domingo de la Palabra de Dios
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El Santo Padre preside la Santa Misa del
Domingo de la Palabra de Dios y recuerda que su Palabra es para todos, nos
invita a la conversión y nos llama a la misión de ser pescadores de hombres y
decir: “Hermano, hermana, Dios se ha acercado a ti, escúchale y en su Palabra
encontrarás un don maravilloso”.
“Jesús
abandona la vida tranquila y oculta de Nazaret y se traslada a Cafarnaún,
ciudad situada a orillas del mar de Galilea, lugar de paso, encrucijada de
pueblos y culturas diferentes. La urgencia que le impulsa es el anuncio de la
Palabra de Dios, que hay que llevar a todos” ha dicho el Papa Francisco durante
su homilía pronunciada durante la Santa Misa del Domingo de la Palabra de Dios.
La Palabra de Dios es para todos
El
Papa explica en primer lugar que, “la Palabra de Dios es para todos”, tal y
como lo narra el Evangelio que nos presenta a Jesús siempre en movimiento, en
camino hacia los demás y en ninguna ocasión de su vida pública nos da la idea
de que sea un profesor estático, un doctor sentado en una cátedra; al contrario
– dice – “lo vemos como un itinerante y peregrino, recorriendo pueblos y
aldeas, encontrándose con rostros e historias” porque la Palabra de Dios “no
está destinada sólo a los justos de Israel, sino a todos”.
De
hecho, dice el Papa, “si la salvación está destinada a todos, incluso a los más
alejados y perdidos, entonces el anuncio de la Palabra debe convertirse en la
principal urgencia de la comunidad eclesial, como lo fue para Jesús”. En este
sentido, Francisco advierte: “Que no nos suceda que profesemos a un Dios de
corazón ancho y seamos una Iglesia de corazón estrecho; que prediquemos la
salvación para todos y hagamos impracticable el camino para recibirla; que nos
sepamos llamados a llevar el anuncio del Reino y descuidemos la Palabra,
dispersándonos en tantas actividades secundarias”. En cambio, el Pontífice pide
que “aprendamos de Jesús a poner la Palabra en el centro, a ensanchar nuestras
fronteras, a abrirnos a las personas y a generar experiencias de encuentro con
el Señor”.
La Palabra de Dios llama a la conversión
“Su
Palabra nos sacude, nos inquieta, nos apremia al cambio, a la conversión; nos
pone en crisis porque «es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de
doble filo”. Son estas las palabras con las que el Pontífice ha descrito la
Palabra de Dios, insistiendo en que “como una espada la Palabra penetra en la
vida, haciéndonos discernir los sentimientos y pensamientos del corazón, es
decir, haciéndonos ver cuál es la luz del bien a la que hay que dar cabida y
dónde en cambio se adensan las tinieblas de los vicios y pecados que hay que
combatir”. De hecho, Francisco hace hincapié en que su Palabra, cuando entra en
nosotros, “transforma nuestro corazón y nuestra mente y nos cambia”.
Si
queremos cambiar la perspectiva de nuestra vida, pero no sabemos por dónde
empezar, el Papa nos dice el secreto: “tomar conciencia de la presencia de
Jesús y hacer lugar a su Palabra” o, en otras palabras: “poner tu vida bajo la
Palabra de Dios”. “Este es el camino que nos mostró el Concilio – recuerda el
Papa – en el que todos, incluso los pastores de la Iglesia, estamos bajo la
autoridad de la Palabra de Dios. No bajo nuestros propios gustos, tendencias y
preferencias – señala el Papa – sino bajo la única Palabra de Dios que nos
moldea, nos convierte y nos pide estar unidos en la única Iglesia de Cristo”.
La Palabra de Dios hace anunciadores
Por
último, la Palabra de Dios, que se dirige a todos y llama a la conversión,
“hace anunciadores”. Tal y como Jesús invitó con su Palabra a los hermanos
pescadores Simón y Andrés a ser «pescadores de hombres» y salir al encuentro de
sus hermanos y de proclamar la alegría del Evangelio, la Palabra de Dios a
nosotros hoy “nos atrae hacia la “red” del amor del Padre” y “nos llama a
anunciar su Palabra, a testimoniarla en las situaciones de cada día, a vivirla
en la justicia y la caridad, a “darle carne” acariciando la carne de los que
sufren”. "Y esto - apunta - no es proselitismo, porque la que llama
es la Palabra de Dios, no nuestra palabra". Por tanto, nuestra misión –
aclara el Papa – es: “convertirnos en buscadores del que está perdido, de
quien se siente oprimido y desanimado, no para llevarlos a nosotros mismos,
sino el consuelo de la Palabra, el anuncio impetuoso de Dios que transforma la
vida, la alegría de saber que Él es Padre y se dirige a cada uno, la belleza de
decir: “¡Hermano, hermana, Dios se ha hecho cercano a ti, escúchalo y en su
Palabra encontrarás un don maravilloso!””.
Francisco agradece a cuantos trabajan para que la
Palabra de Dios vuelva a estar en el centro
Francisco
concluye diciendo simplemente “gracias” a quienes dedican sus esfuerzos para
que la Palabra de Dios vuelva a estar en el centro, sea compartida y
proclamada:
“Gracias a quienes la estudian y profundizan en su
riqueza; gracias a los agentes pastorales y a todos los cristianos
comprometidos en la escucha y difusión de la Palabra, especialmente a los
lectores y catequistas, gracias a quienes han aceptado las numerosas
invitaciones que he hecho para que lleven el Evangelio consigo a todas partes,
para leerlo cada día. Y, por último, un agradecimiento especial a los diáconos
y a los presbíteros: gracias, queridos hermanos, por no dejar que al Pueblo
santo de Dios le falte el alimento de la Palabra”.
Mireia Bonilla – Ciudad del Vaticano
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