Capítulo 6: LA ALEGRÍA DE LA BUENA CONCIENCIA.
![]() |
| Dominio público |
Los malos nunca tienen alegría verdadera ni sienten paz interior; porque
dice el Señor: No tienen paz los malos. Y si dijeren: En paz estamos, no vendrá
mal sobre nosotros: ¿quién se atreverá a ofendernos? No los creas, porque de
repente se levantará la ira de Dios, y pararán en nada sus obras, y perecerán
sus pensamientos.
2. No es dificultoso el que ama gloriarse en la
tribulación; porque gloriarse de esta suerte, es gloriarse en la cruz del
Señor. Breve es la gloria que se da y recibe de los hombres. La gloria del
mundo siempre va acompañada de tristeza. La gloria de los buenos está en sus
conciencias, y no en la boca de los hombres. La alegría de los justos es de
Dios, y en Dios, y su gozo es la verdad.
El que desea la verdadera y eterna
gloria, no hace caso de la temporal. Y el que busca la gloria temporal, o no la
desprecia de corazón, señal es que ama menos la celestial. Gran quietud de
corazón tiene el que no se le da nada de las alabanzas ni de las afrentas.
<>3. Fácilmente estará contento y sosegado
el que tiene la conciencia limpia. No eres más santo porque te alaben, ni más
vil porque te desprecien. Lo que eres, eso eres; y por más que te estimen los hombres,
no puedes ser, ante Dios, más grande de lo que eres. Si miras lo que eres
dentro de ti, no tendrás cuidado de lo que de ti hablen los hombres. El hombre
ve lo de fuera, mas Dios el corazón. El hombre considera las obras, y Dios pesa
las intenciones. Hacer siempre bien, y tenerse en poco, señal es de un alma
humilde. No querer consolación de criatura alguna, señal de gran pureza y de
cordial confianza.
4. El que no busca la aprobación de los
hombres, claramente muestra que se entregó del todo a Dios. Porque dice San
Pablo: No el que se alaba a sí mismo es aprobado, sino el que Dios alaba. Andar
en lo interior con Dios, y no embarazarse de fuera con alguna aflicción, estado
es de varón espiritual.
Capítulo 7: DEL AMOR DE JESÚS SOBRE TODAS LAS COSAS.
1. Bienaventurado el que conoce lo que es amar
a Jesús, y despreciarse a sí mismo por Jesús. Conviene dejar un amado por otro
amado, porque Jesús quiere ser amado sobre todas las cosas. El amor de la
criatura es engañoso y mudable, el amor de Jesús es fiel y durable. El que se
llega a la criatura, caerá con lo caedizo; el que abraza a Jesús, afirmará en
El para siempre. Ama a Jesús y tenle por amigo, que aunque todos te desamparen,
El no te desamparará ni te dejará perecer en el fin. De todos has de ser desamparado
alguna vez, ora quieras o no.
2. Ten fuertemente con Jesús viviendo y
muriendo, y encomiéndate a su fidelidad, que El solo te puede ayudar, cuando
todos te faltaren. Tu amado es de tal condición, que no quiere consigo admitir
a otro, mas El solo quiere tener tu corazón y como rey sentarse en su propia
silla. Si tú supieses bien desocuparte de toda criatura, Jesús morará de buena
gana contigo. Hallarás casi todo perdido cuanto pusieres en los hombres, fuera
de Jesús.No confíes ni estribes sobre la caña vacía; porque toda carne es heno,
y toda su gloria caerá como flor de heno.
3. Si mirases solamente la apariencia de fuera de los
hombres, presto serás engañado.
Porque si te buscas tu descanso y ganancias en
otros, muchas veces sentirás daño: si en todo buscas a Jesús, hallarás de
verdad a Jesús: mas si te buscas a ti mismo, también te hallarás, pero para tu
daño. Pues más se daña el hombre a sí mismo, si no busca a Jesús, que todo el
mundo y todos sus enemigos le pueden dañar.
Fuente: Catholic.net
