Los dos subsecretarios de la Secretaría General del Sínodo comentan la decisión del Papa de dividir la Asamblea sobre el tema de la sinodalidad en dos sesiones: "Esto ayuda al proceso de diálogo y escucha"
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Los dos subsecretarios de la Secretaría General del Sínodo
comentan la decisión del Papa de dividir la Asamblea sobre el tema de la
sinodalidad en dos sesiones: "Esto ayuda al proceso de diálogo y
escucha".
A finales de mes se publicará el Documento de la fase continental,
fruto de las síntesis enviadas por las Iglesias locales: "Muchos han
respondido, no todos, pero es un proceso. Las mujeres y los laicos en el centro
de muchas síntesis".
Dos sesiones del Sínodo para
"favorecer la comprensión de la sinodalidad como dimensión constitutiva de
la Iglesia" y "ayudar a todos a vivirla en un camino de hermanos y
hermanas que dan testimonio de la alegría del Evangelio". En el Ángelus del
16 de octubre, el Papa Francisco anunció así el "desdoblamiento" de
la Asamblea Sinodal en dos momentos, en 2023 y 2024. En conversación con los
medios vaticanos, Sor Nathalie Becquart y Monseñor Luis Marín de San Martín,
los dos Subsecretarios de la Secretaría General del Sínodo, comentan la
decisión del Pontífice y, recién llegados de los encuentros con expertos en
Frascati, explican el trabajo que ha llevado a la redacción del Documento para
la fase continental que se publicará "a finales de mes", fruto de las
síntesis de las Iglesias locales. "Una gran participación, pero todavía
tenemos que avanzar".
Hermana Nathalie, Monseñor Luis,
¿qué significado tiene la decisión del Papa de dividir el Sínodo en dos
sesiones y qué frutos espera que pueda traer?
Becquart: El Papa Francisco dijo que
la sinodalidad necesita tiempo, dos sesiones ayudan a su maduración. El
propósito de este Sínodo es la conversión sinodal de la Iglesia, por lo que un
año no es suficiente y quizás ni siquiera dos, pero ciertamente un tiempo
prolongado puede ser útil para "hacer más" del proceso, porque la
visión de este Sínodo es realmente un proceso, no un evento único.
Monseñor Marín: El Papa prolongó la
Asamblea de Obispos no el Sínodo, porque el Sínodo ya ha empezado, ya estamos
participando en él. No es como con el Sínodo sobre la familia, que fueron dos
Sínodos, sino una sola asamblea dividida en dos. El objetivo es, en primer
lugar, profundizar en la realidad sinodal de la Iglesia y, a continuación, un
mayor desarrollo del discernimiento de la Iglesia que proviene de la escucha
del Espíritu Santo. No debemos tener prisa y tomar decisiones inmediatamente,
es un proceso en el que la voz del Espíritu habla al pueblo de Dios. Es un
tiempo para dialogar y compartir, y para poner en común la diversidad de
experiencias y sensibilidades en la Iglesia para enriquecer nuestras propias
realidades.
La Secretaría General del Sínodo
habló de una amplia participación de los fieles y de las diócesis. ¿Influyó
esto también en la decisión del Papa de prolongar el camino sinodal?
Becquart: No lo sé, pero es cierto
que, por primera vez en la historia de la Iglesia, tenemos un Sínodo para
todos. Y es cierto que casi todas las Conferencias Episcopales tuvieron una
consulta sinodal. No creo todo, pero sin duda se ha dado un gran paso adelante.
Debemos seguir escuchando la diversidad del pueblo de Dios y desarrollar el
caminar juntos. Digamos que la Iglesia todavía está aprendiendo la sinodalidad,
estamos al principio.
Monseñor Marín: La respuesta de las
Conferencias Episcopales fue amplia: 112 respuestas de 114. También lo hicieron
las Iglesias orientales, 15 de 15, o los Dicasterios de la Curia Romana, 17 de
23. Luego la vida consagrada, los movimientos laicos y muchos otros. También
hubo un Sínodo digital, una espléndida iniciativa del Dicasterio para la
Comunicación. Sin embargo, si vamos al nivel de las parroquias, encontramos las
lagunas: no todos han respondido, algunos párrocos tienen un poco de miedo, no saben
qué hacer. Pero, como hemos dicho, es un proceso. La llama está ahí y entonces
puede encender el mundo. Estoy contento con la respuesta, nunca hubiera
imaginado algo así para algo tan nuevo, quizás difícil al principio. Pero todo
sigue, lentamente...
El camino sinodal comenzó el año
pasado "desde abajo". ¿Y "desde abajo" qué peticiones
surgieron? ¿Cuáles le han impactado personalmente?
Becquart: Lo primero que me gustaría
compartir es que en todos los comentarios de la experiencia del sínodo recogidos
en los resúmenes, la gente dice que tuvo una experiencia alegre. Una
experiencia que despierta el deseo de continuar con este estilo de escucha y
diálogo. Muchas personas dijeron: 'Es la primera vez que la Iglesia me pide
algo, que escucha mi voz'. Así que la Iglesia no está formada sólo por obispos,
sino que yo, nosotros también, formamos parte de la Iglesia". También me
conmovió mucho ver, de hecho, contemplar que, a pesar de muchas dificultades,
como situaciones políticas de violencia y conflictos, algunos países
participaron en el proceso sinodal. Tenemos el testimonio de consultas
sinodales en lugares aislados, con lenguas locales. Esta creatividad es
realmente hermosa y es hermoso que incluso en situaciones difíciles de crisis
económica o de guerra digamos "el Sínodo está aquí".
Monseñor Marín: Lo que surgió de las
síntesis fue la realidad de una Iglesia ante todo viva. Y también unida. Una
unidad pluriforme. Es una Iglesia creativa que se enfrenta a una serie de retos
que hay que llevar adelante y resolver. Por ejemplo, el individualismo y, por
tanto, la necesidad de reforzar el sentido de comunidad. Luego el reto de la
corresponsabilidad, que significa la participación de todos los bautizados. Es
hermoso cómo en estas síntesis el pueblo de Dios ha participado, quizás no
todos activamente, pero algo se ha movido y todos tienen el deseo de sentirse
involucrados en la vida de la Iglesia. Una participación que, he dicho, no
significa uniformidad. De hecho, encontramos la variedad de carismas, empezando
por el de los laicos que tienen una vocación específica que proviene del
Bautismo. Además, el reto de la evangelización es importante: muchas veces nos
limitamos a enumerar los problemas, no debemos limitarnos a quejarnos, sino
llevar la alegría de la fe, conducir al encuentro con Cristo para iluminar las
zonas grises del mundo. Y hacerlo con el lenguaje adecuado para que el
Evangelio llegue a todos los rincones de la tierra.
Entre las expectativas de los
fieles en cuanto a los resultados del proceso sinodal se encuentra una mayor
participación de las mujeres y de los laicos y también el hecho de que la
Iglesia esté más presente y en diálogo con el mundo. ¿Qué respuesta podemos dar
a esto?
Becquart: La sinodalidad es una
llamada a la Iglesia de hoy para que sea más inclusiva y dé más espacio a
todos. La fase de consulta ha tomado una instantánea de la vida de la
comunidad, con luces y sombras. El tema de las mujeres, por ejemplo, es muy
fuerte en todas partes del mundo, también el de los laicos, la diversidad, las
minorías, las personas que se han sentido más marginadas, por ejemplo, las
personas con discapacidad. Es realmente el grito del pueblo, de los pobres y de
los pequeños. Así que debemos seguir discerniendo juntos cómo ser una Iglesia
más abierta. Hemos comprendido que el estilo de la sinodalidad debe articularse
con un estilo de estar en el mundo, con un espíritu de diálogo y fraternidad.
Debemos salir de una visión parcial de la Iglesia. La palabra clave de la
sinodalidad es reciprocidad, circularidad, fraternidad.
Monseñor Marín: La sinodalidad apunta a la
autenticidad de la Iglesia. El proceso sinodal ayuda a vivir la realidad de la
fe, que no es un espiritualismo desencarnado, cerrado, con un lenguaje que sólo
nosotros entendemos y que habla sólo de nuestros propios problemas, sino que
quiere hacer brotar la luz, la persona de Cristo, la experiencia de Cristo en
el mundo. En este desafío, todos estamos convocados. Somos un pueblo en
movimiento, dinámico, que intenta dar respuesta a los problemas del mundo. La
respuesta es siempre Cristo, pero hay diferentes maneras de decirlo. Antes he
hablado del lenguaje, por ejemplo, lo digital fue un descubrimiento para mí,
otro "continente" donde encontramos a los jóvenes. Nos quejamos de
que los jóvenes no vienen, somos nosotros los que tenemos que ir a sus
lugares.... También creo que un problema es la mentalidad predominantemente
occidental. La Iglesia es mucho más amplia, pensamos en África, Oriente Medio,
Asia. Debemos superar la mentalidad única y articularnos en comunidades
pluriformes.
Lo que se ha dicho hasta ahora,
¿cómo se ha reflejado en el Documento para la fase continental que está a punto
de comenzar?
Becquart: El Documento se hace eco de
todas las voces que llegaron en las síntesis sinodales. Es realmente un
documento de escucha, no un tratado teológico, no un catecismo, sino un mapa
para continuar el camino juntos. Este documento se enviará a todas las Iglesias
locales para provocar el debate y la reflexión. La etapa continental quiere
crear más diálogo entre la Iglesia universal y las diferentes regiones del
mundo, pero también entre las Iglesias locales de un mismo continente, para que
todos aprendan de los demás y disciernan juntos los pasos a seguir.
Monseñor Marín: En el documento dejamos
hablar a las Iglesias locales. El Sínodo es un proceso circular: escuchamos la
palabra del pueblo de Dios y ahora devolvemos esta palabra a las Iglesias
locales. Las síntesis enviadas no acabarán en las estanterías, nos centramos en
las particularidades continentales que son una riqueza para toda la Iglesia.
Así que estamos en un punto de llegada, no de partida. Es un documento valioso
que publicaremos.
¿Cuándo?
Monseñor Marín: A fines de mes, lo antes
posible.
Salvatore Cernuzio y Renato Martínez - Ciudad del Vaticano
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