El periodista y escritor pone de manifiesto que "si uno está perdido y piensa que nadie lo escucha hay una manera muy fácil de tender un puente entre él y Dios, que es orar"
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Ecclesia |
“Mi
abuela materna era muy creyente y recuerdo que me enseñó algunas oraciones
cuando era pequeño. Mi madre también contribuyó bastante a
que yo forjase una relación íntima con esta práctica, que, sobre todo, se ha
afianzado a partir de los últimos años, ya bien entrado en la vida adulta.
Antes sólo oraba yo, ahora también escucho”, con estas palabras ha explicado el
periodista y escritor, José Antonio Sau, cómo aprendió a rezar. La diócesis de Málaga ha publicado
una entrevista en la que el
protagonista explica la importancia de la oración en su día a día.
El
responsable de comunicación del Clúster Marítimo-Marino de Andalucía, ha
desarrollado la mayor parte de su carrera en prensa escrita. Explica la
importancia de la oración en su vida afirmando que “he
descubierto que lo hago continuamente, a veces uno cree que está inmerso en un
soliloquio, analizando su vida y poniendo las cosas en perspectiva, y resulta
que al final lo que hago es dialogar continuamente con Jesús como si fuera un
buen amigo al que le cuento todo, le pido consejo y le explico mis planes para
que los sopese y me enseñe el camino. Ahora le pido más por los demás. Rezar
nos hace mejores personas, por lo menos a quienes sí creemos. Y una buena
persona es una bendición en su círculo íntimo, porque es la forma en la que
Dios se manifiesta a los demás y hace su voluntad”.
Importancia de la oración en su día a día
“Recuerdo
algunos momentos puntuales de mi vida, tal vez cuando estaba más perdido, en
los que oré y me fui muy confortado: por ejemplo, a veces, cuando era muy
joven, iba a la capilla que el Descendimiento tiene en el Hospital Noble y, en
los últimos años, a la abadía de Santa Ana, sede de mi cofradía. Aunque
reconozco que tengo una relación especial con dos imágenes, son las que más
sentimientos provocan en mí y, por consiguiente, más oraciones, cuando me hallo
frente a ellas: Jesús Cautivo y la Virgen del Rocío. Pero
lo cierto es que me gusta sorprenderme hablando con Él como si fuera un amigo,
retomando tal vez una reflexión o una conversación del día anterior”.
Sau
ha puesto de manifiesto que “si uno está perdido y piensa que nadie lo escucha, si
uno pasa un mal momento, si uno necesita de los demás pero es incapaz de
encontrarlos, hay una manera muy fácil de tender un puente entre él y Dios, que
es orar. Lo mejor es hacerlo en la soledad de la casa o en la intimidad de una
parroquia, buscando la quietud de la tarde o el refugio de una mañana ajetreada. Y, si
a uno le va bien, si su familia y amigos tienen salud, si sus sobrinos y sus
hijos avanzan en la vida con bienestar, si uno no le pide mucho a la
existencia, más allá de dar y de darse, también la oración puede complementar
mucho, porque se convierte en un acto para dar gracias y, cuando uno está agradecido,
se transforma en un instrumento de Dios, que quiere, sobre todo, que seamos
buenas personas”.
Fuente:
Ecclesia