La vorágine de la cultura actual y la falta de tiempo son capaces de acabar con la fe y la vida de oración de los fieles: estos seis consejos te ayudarán para poder optimizarla sin tener que renunciar a las exigencias del día a día.
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Dominio público |
Algo que Ryan
Everson conoce muy bien por sus frenéticas y variadas dedicaciones a lo largo
de su vida: ha sido editor y periodista en varios medios de comunicación y
plataformas como Alliance Defending
Freedom o Washington Examiner y
compaginaba todo ello con una licenciatura en estudios musicales.
Ahora, como seminarista en la diócesis de Phoenix, hace acopio de
sus experiencia pasada y lo aprendido en su formación previa a la ordenación
sacerdotal para demostrar que rezar
de forma ordenada, ágil y sincera en el día a día no solo es posible, sino también "la
parte más importante de nuestras vidas".
En un artículo publicado recientemente en Catholic
Exchange, menciona la dificultad de amar al prójimo,a los
conocidos y compañeros del día a día si no amamos primero al Señor, amén de que
sin la oración es realmente difícil soportar el creciente estrés de vida.
De hecho, sugiere que la cultura actual, "obsesionada con el
trabajo, la tecnología y las noticias destruirá con facilidad nuestra vida de oración y la paz
interior" si no hacemos algo para impedirlo, ya que "el diablo
quiere verte estancado en tu vida de oración y convencido de que tu apretada
agenda no te permite mejorar en ello".
¿Su consejo? "Contrarrestar
las presiones de la cultura moderna" y "estar más atentos al
tiempo que dedicamos a la oración que los cristianos de épocas pasadas".
Para ello, menciona la relevancia de "construir una mejor rutina de oración" en el día a día,
lo que necesita de pensar el modo de lograrlo, hacerlo de forma creativa y
sobre todo, esforzarse en implementar "pequeños ajustes" que
"pueden llevarnos muy lejos" en la vida de oración sin la necesidad
de dedicarle las mismas horas al día que un monje trapense.
Ofrece seis consejos para lograrlo:
1º Dedica a la oración los
primeros momentos del día
Everson acude a San Juan María Vianney, que decía que "cuando
el diablo conquista el primer minuto de nuestro día, sabe que tiene garantizado
gran parte del resto del tiempo". La oración de la mañana, explica, no
tiene por qué ser muy elaborada ni llevar mucho tiempo, "basta con unos segundos reconociendo
a Dios como la máxima autoridad de nuestra vida ofreciendo los primeros frutos del día. Puedes hacerlo como
quieras o arrodillándote ante una cruz mientras recitas la oración `Jesús, Hijo
de Dios, apiádate de mí que soy un pecador".
2º Haz una lista de
intenciones para el día o la semana
El seminarista explica que una buena forma de "no perder el
tiempo" pensando en cómo rezar es preparar un listado de las intenciones
del día y la semana, como pueden ser los amigos o enemigos por los que rezar, las virtudes que más
necesites fomentar o los principales pecados que debas enfrentar, los aspectos por los que dar gracias a Dios e
incluso intenciones de la
propia Iglesia y del Papa o del bien común, como el fin del aborto o la conversión de los
protestantes y ortodoxos a la Iglesia.
3º Visita a tu director
espiritual para que te guíe en la oración
En esta ocasión, cita a San John Henry Newman para recordar que
"tratar de ser tu propio director espiritual es como intentar ser tu
propio abogado o tu propio médico: no es una buena idea, incluso para quienes
son grandes abogados o médicos".
Incluso el
más grande de los santos se beneficia de tener un director espiritual que
le oriente sobre nuevas perspectivas y le ayude a cubrir sus puntos
ciegos. Si no pasaríamos un año sin ir al dentista para conocer el estado
de nuestros dientes, ¿tiene sentido pasar años sin que alguien haga lo mismo
por nuestras almas inmortales y nuestra vida de oración?
4º En cada hora en punto,
eleva una oración
El seminarista invita a seguir el consejo que él mismo recibió de
consagrar cada hora al Señor con una breve oración: "Padre Celestial,
bendíceme en esta hora para que pueda servir como un portal de caridad que
brota de tu trono en lo alto, y que sea preservado de toda mancha de
pecado. Amén".
Una medida especialmente económica del tiempo, pues se tarda menos de 10 segundos por cara hora
que se ofrezca, lo que no supone ni dos minutos al día.
Y no es la única manera: en los países de habla hispana y
francesa, se encuentra extendida la pertenencia a la Guardia de Honor del
Sagrado Corazón, fundada por Sor María del Sagrado Corazón Bernaud. Su
práctica, como explica el portal de esta
devoción, es muy sencilla y en consonancia con lo explicado por Everson.
"Consiste en
ofrecer una hora del día, sin cambiar de ocupación, para amar, dar gloria y
reparar al Corazón de Jesús. Esta `hora de guardia o de presencia´
consiste en ofrecer el deber de estado de cada uno: trabajo, estudio, descanso,
deporte, oración, sana diversión, en unión a la ofrenda de Cristo al Padre,
para su gloria y salvación de nuestros hermanos. Vivir la "hora de
guardia" hace que, a la larga, nos vayamos acostumbrando a sentir la presencia y cercanía de Jesús en
nuestra vida, que así se llena de sentido", detalla el portal. El
cumplimiento de esta devoción puede realizarse mediante la pertenencia formal a
la Guardia de Honor del Sagrado Corazón o simplemente cumpliendo las
instrucciones.
5º Participa en los grupos
de oración o comunidades de tu parroquia o movimiento
El seminarista explica que "la virtud casi siempre crece
hasta su máxima expresión en comunidad" y que "la oración en
comunidad nos ayuda a crecer de maneras que la oración privada no puede".
Por ello, invita a unirse a grupos
de oración pública y comunitaria.
6º Haz que todo lo que te
rodea contribuya a una mejor oración
Sin embargo, en muchos casos, no se trata ni si quiera de salir de tu propia casa o
del espacio donde te encuentres. Basta con hacer pequeños cambios para
aprovechar al máximo los momentos de oración.
Entre ellos, sugiere cuidar
la ubicación -algunos buenos consejos son el dormitorio, la capilla o
un paseo- dedicar siempre la
misma hora del día -y que esta sea lo más propicia para la oración,
como al levantarse o antes de acostarse- o la iluminación -aunque para gustos los colores, puede
haber diferencias entre rezar en una habitación oscura o bien iluminada o entre
una con poca luz u otra oscura y con velas encendidas-.
"Al rezar, trata de tener un punto donde centrar tu mirada, como una cruz, una imagen de Jesús o de la Virgen y si notar que te duermes o distraes, mira fijamente ese punto para recuperar el enfoque y redirigir los pensamientos de vuelta a Dios", añade.
Fuente: ReL