"¿Quién como Dios? Nadie como Dios", dice este ángel en su lucha contra el demonio, y eso tiene muchas consecuencias en tu vida...
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Estamos acostumbrados a ver a san Miguel arcángel luchando contra
el demonio, peleando contra el Maligno. Y eso, aunque es cierto, parece algo
lejano a nosotros: el Príncipe de la milicia celestial luchando contra el
demonio, una lucha entre ellos dos, y que ellos libran por allá, sin afectar
nuestra vida.
Pero, ¿te has preguntado por qué luchan? ¿Cuál es la causa de
esa batalla? ¿Y qué consecuencias tiene para tu vida?
Nos ayuda a responder el nombre de san Miguel: ¿Quis sicut
Deus?, que quede decir ¿quién como Dios?
Es la misión de este gran Arcángel, príncipe de la milicia
celestial: defender los derechos de Dios.
Solo hay un Dios
Y es que en el momento en que los demonios se rebelan y de manera
orgullosa pronuncian ante el trono de Dios “Nosotros somos tan importantes como
tú. ¿Porqué tendría que haber un rey en el cielo diferente a nosotros? Somos
tan fuertes y poderosos que lucharemos contra Dios por el reino de los cielos.
Nosotros no queremos a Dios”, san Miguel lanza su grito de guerra: ¿Quién cómo
Dios?
El libro del Apocalipsis narra este momento diciendo:
“Se entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles
combatieron con el Dragón. También el Dragón y sus ángeles combatieron, pero no
prevalecieron y no hubo ya en el cielo lugar para ellos. Y fue arrojado el gran
Dragón, la Serpiente antigua, el llamado Diablo y Satanás, el seductor del
mundo entero; fue arrojado a la tierra y sus ángeles fueron arrojados con él”.
Ap. 12,7-9
Con su grito de guerra, san Miguel venció al dragón y no hubo
lugar en el cielo para él y sus ángeles caídos.
Por eso el grito de ¿quién como Dios? hay que entenderlo
como una afirmación, y no como una duda o pregunta que esté buscando respuesta.
San Miguel es claro al afirmar: no hay otro Dios, sólo hay un
Dios, no hay nadie como Él.
De esta manera, san Miguel lucha por defender la causa de la
unicidad de Dios que es la primera de las afirmaciones que hacemos en la
profesión de fe: creo en un solo Dios. Sobre esto el Catecismo de la
Iglesia Católica enseña:
“La confesión de la unicidad de Dios, que tiene su raíz en la
Revelación Divina en la Antigua Alianza, es inseparable de la confesión de la
existencia de Dios y asimismo también fundamental. Dios es Único: no hay más
que un solo Dios”.
CIC, 200
Afirmar que solo hay un Dios, tiene “consecuencias inmensas para
nuestra vida” (cfr. Cat. 222), tales como: (puedes leerlas en el Catecismo
a partir de los num. 223)
1. RECONOCER LA GRANDEZA DE DIOS, LO CUAL CONLLEVA EL SERVIRLO
2. VIVIR EN UNA CONSTANTE ACCIÓN DE GRACIAS
3. RECONOCER LA DIGNIDAD DE TODOS LOS HOMBRES
4. USAR BIEN DE LAS COSAS, PARA NO SEPARARNOS DEL ÚNICO DIOS
5. CONFIAR EN ESE SOLO DIOS
Una lucha de poder cada día
Lo que san Miguel defiende y por lo cual batalla es por algo
fundamental: que es un solo Dios, y algo que tiene consecuencias prácticas en
nuestras vidas.
Esta batalla que narra el libro del Apocalipsis
continúa, y pareciera que con mayor ferocidad.
La
antigua serpiente nos quiere hacer creer que Dios es un obstáculo para
nuestra libertad y que debe desaparecer.
Los ataques contra este solo Dios se han masificado de
tal manera que hoy día hay un incremento de la brujería, santería, prácticas
esotéricas.
El “filósofo” de la agenda 2030, Yuval Noah Harari, manifiesta
abiertamente que debe desaparecer Dios.
Vemos a un hombre indiferente ante Dios; la persecución contra
los que profesamos a un solo Dios ha aumentado.
La dignidad humana en juego
Estos ataques dirigidos contra Dios se reflejan en la vida del
hombre y en su dignidad. Ya el papa Benedicto XVI decía:
“Quien aparta a Dios, no hace grande al hombre, sino que le quita
su dignidad. Quien acusa al hombre, acusa a Dios”.
San Miguel, al defender la unicidad de Dios, defiende la dignidad
del hombre y es defensor de la fe, el primer artículo de nuestra profesión de
fe.
De esta manera, este Arcángel, al ponerse de lado de Dios, se pone
del lado del hombre para que llegue a manifestar y dar testimonio en su vida de
que solo hay un Dios al cual se debe amar y adorar con todo el
corazón y con todas las fuerzas.
Esta batalla, san Miguel y sus ángeles ya la han ganado. Ahora
buscan que nosotros, junto con ellos, seamos también vencedores del
demonio y reconozcamos que solo hay un Dios.
Al manifestar que solo hay un Dios, debemos recordar lo que ese
Dios es: amor. Y por ello san Miguel al proclamar que solo hay un Dios,
vence con el amor de Dios y nos trasmite ese amor.
Descubre todos los oficios que ese gran aliado y amigo nos presta.
Acudamos a él, y junto con él y nuestro ángel guardián, proclamemos: ¿Quién
cómo Dios? Nadie como Dios.
Fernando Cárdenas Lee, Foyer de Charite
Fuente: Aleteia