Los católicos tenemos por costumbre hacer el signo de la cruz al rezar, al despertarnos o acostarnos y, en general, ante ciertos acontecimientos
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Papa Francisco. Dominio público |
En muchas
ocasiones vemos cómo hay personas que realizan el signo de la cruz como
una especie de superstición contra el «mal de ojo» y todo tipo de
creencias y supersticiones populares.
Por eso es importante saber el verdadero
significado de los signos. Cuando nos santiguamos estamos haciendo
referencia, a la cruz de Cristo, signo de nuestra salvación y
a la Santísima Trinidad.
Santiguarse, por tanto, puede parecer un
simple gesto; sin embargo, es toda una proclamación de fe. Mediante
el signo de la cruz, manifestamos nuestra fe en la redención a través
del sufrimiento de la Cruz; y se declara la fe en la Trinidad.
Primeros cristianos
La primera referencia a la señal de la
cruz la encontramos en un texto de Tertuliano, apologista cristiano del
siglo II d.C. en dicho texto el filósofo escribía «en todos nuestros viajes
y movimientos, en todas nuestras salidas y llegadas, al ponernos nuestros
zapatos, al tomar un baño, en la mesa, al prender nuestras velas, al
acostarnos, al sentarnos, en cualquiera de las tareas en que nos
ocupemos, marcamos nuestras frentes con el signo de la cruz».
Además del texto de Tertuliano,
encontramos referencias en otros textos posteriores; por ejemplo, san
Cirilo de Jerusalén indicaba en sus catequesis: «Haced la señal de la
cruz al comer, al beber, cuando os sentáis y cuando os acostáis, y para
decirlo en una palabra, en todos tiempos y en todas ocasiones».
San Juan Crisóstomo también hace referencia a ello en
varias homilías y en reflexiones sobre la adoración a la cruz. En una de ellas
insta a no avergonzarse del símbolo de nuestra victoria, el cual
«inscribimos y dibujamos, en nuestras casas, sobre las paredes, sobre las
ventanas, sobre nuestra frente y en el corazón. Porque este es el signo
de nuestra salvación, el signo de la libertad del género humano, el signo
de la bondad de Dios para con nosotros».
Sin embargo, ese primitivo gesto difiere
del actual. Por aquel entonces los cristianos se hacían una cruz en la
frente, como el signo de la imposición de la ceniza.
No se conoce con exactitud en que
momento cambió a la forma en que nos santiguamos actualmente; pero hay
constancia del nuevo signo en un Libro de Oración del siglo XI en
el que indica «marcar con la santa cruz los cuatro lados del cuerpo».
Signarse y persignarse
Signarse es hacer el signo de la
cruz tres veces sobre nuestro cuerpo con la mano, generalmente con el
pulgar; una cruz sobre nuestra frente, una cruz sobre
nuestra boca y una cruz sobre nuestro pecho.
La persignación es la conjunción
de ambos gestos, signarse y santiguarse. Normalmente, la persignación se
hace antes de la lectura del Evangelio, para disponer nuestra
mente, boca y corazón a la palabra de Dios que va a ser proclamada.
También se realiza la señal de la
cruz sobre la boca en la primera oración de la liturgia de las horas;
los Laudes comienzan con la oración «Señor ábreme los labios, y mi boca
proclamará tu alabanza» (Sal 51, 17).
Todo creyente puede hacer en cualquier
momento alguno de estos gestos para ponerse de cara a Dios y encomendar
ese momento, como al ir a trabajar, al despertarse, o incluso ante un
momento adverso, siempre y cuando no caigamos en el uso supersticioso
de este signo de fe.
Carlos
Martínez
Fuente: El Debate