Daniel Oliva y Gema Martínez son un matrimonio con 14 hijos pertenecientes a la parroquia malagueña de San Patricio, donde viven su fe en el seno del Camino Neocatecumenal. Desde hace 13 años son misioneros en un barrio de abrumadora mayoría musulmana a las afueras de Copenhague, capital de Dinamarca.
![]() |
La familia Oliva Martínez lleva ya 13 años como misionera en Dinamarca /Diócesis de Málaga. Dominio público |
- ¿Cómo se plantea el verano una familia
como la suya?
-Este
año tenemos cuatro semanas de vacaciones, y la verdad es que no tenemos nada
planeado, dejamos que el
Señor nos sorprenda. Eso sí, intentamos pasar el máximo tiempo posible con
la familia y nuestra comunidad, ya que los abuelos son mayores y no sabemos el
tiempo que los tendremos con nosotros. También algunos de nuestros hijos harán
una peregrinación con la parroquia
- ¿Dejan de ser misioneros en sus
vacaciones o siempre se evangeliza?
-Dios
no se toma vacaciones. Hace trece años, cuando el obispo Don Jesús nos envió a
la misión, nos dijo que seriamos misioneros para toda la vida. Aunque nuestra misión la
hacemos en Dinamarca, España está cada vez más descristianizada. Siempre
les decimos a nuestros hijos que deben ser una luz, también aquí, aunque somos
conscientes de que no es fácil para ellos. Pero vemos cómo Dios nos ayuda cada
día, ya que mucha gente se plantea y nos pregunta cómo es eso de ser misioneros
con tantos hijos.
-Cuando se encuentran con daneses de
vacaciones en Málaga, ¿qué les dicen?
-La
verdad es que no solemos encontrarnos con muchos, ya que las vacaciones las
pasamos en Huelin, pero sí es verdad que alguna vez hemos coincidido con alguno
y, como nuestros hijos entre ellos se hablan muchas veces en danés, nos
preguntan cómo es que hablamos en su idioma, a lo que aprovechamos para
explicarles lo que hacemos en Dinamarca, el porqué y, por supuesto, aprovechamos para hablarles del
amor que Dios tiene con nuestra familia y cómo el tener una familia tan grande
no es impedimento para ser feliz a pesar de la precariedad.
-¿Cómo viven los niños volver a sus
orígenes?
-Ellos lo viven de forma muy
diferente por las edades. Tenemos hijos desde 21 años hasta los 5
meses, pero todos con mucha alegría. Aunque para los más pequeños la alegría es
por encontrarse con sus primos y abuelos, mientras que para los mayores lo es
por encontrarse con sus respectivas comunidades llenas de jóvenes, ya que la
realidad católica en Dinamarca es muy pequeña. A nosotros nos sostiene nuestra
comunidad a través de la oración y consideramos que es la parroquia entera la
que está en misión. Por eso es importante encontrarnos con ellos al menos una
vez al año.
- ¿Se les hace dura la vuelta?
-
La vuelta siempre es difícil, porque todos tenemos que cortar ese cordón
umbilical que tenemos con la familia y nuestra parroquia, pero somos consciente
de que la voluntad de Dios es que volvamos a la misión después del verano. El Espíritu Santo nos hace volver
cada año con alegría siendo conscientes del don tan grande que Dios nos ha dado,
el poder ser testigos de su amor en otro país.
Como
anécdota decirte que cada año les preguntamos a nuestros hijos si quieren
volver a la misión o quedarse en Málaga. La respuesta es siempre la misma:
volverse a la misión, pero con la condición de pasar las vacaciones de verano
en Málaga. Es muy
importante para ellos tener ese contacto con Málaga, aunque cada vez es más
difícil porque somos más y los viajes son más caros, pero Dios siempre nos
sorprende con su generosidad.
-¿Cómo cambia su vida de fe en verano?
-Como
he dicho antes, Dios no se toma vacaciones; por tanto, intentamos que cambie lo
mínimo posible. Participamos
en nuestra parroquia y comunidad, seguimos rezando los domingos con nuestros
hijos por la mañana, aunque para no exasperar a los mayores que quieren
salir a la playa con sus amigos, lo hacemos de forma más breve. Nuestra casa
está siempre abierta para acoger a todo aquel que lo necesite, prácticamente
nunca estamos solos, siempre hay alguno que necesita ser escuchado.
- ¿Qué actividad pastoral les espera a
su regreso?
-
Contestar a esta pregunta de forma breve es muy difícil. Lo primero es explicar
que nuestra actividad pastoral se desarrolla en un barrio a las afueras de
Copenhague donde no existe presencia de una parroquia católica y donde el 80%
de las personas son musulmanas. En este ambiente, tenemos un local que ejerce
como parroquia a pesar de no serlo. En este barrio hacemos una misión
evangelizadora en la plaza del barrio donde rezamos, cantamos y contamos cómo
el Señor nos quiere a pesar de nuestros pecados. Al no existir una parroquia en muchos kilómetros, es en nuestra
sala donde celebramos la Eucaristía, se dan catequesis tanto para niños como
para adultos... En definitiva actuamos como una pequeña parroquia
además de anunciar el Kerigma por las casas. Aparte, nuestra misión como
matrimonio es la ayudar a los presbíteros cuando preparan a parejas católicas
que quieren contraer matrimonio mostrándoles cómo es posible estar abiertos a
la vida. También ayudamos al seminario de Copenhague cuando lo necesitan.
Lo
más importante es hacer una pastoral
evangelizadora con nuestra propia vida en un país donde la familia
cristiana está completamente destruida.
Fuente: ReL