A los 25 años de su muerte, la trágica vida de Diana sigue despertando afecto y curiosidad. Pero hay una persona muy cercana a ella a quien también vale la pena conocer: su madre
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| Lenscap Photography - Shutterstock |
Diana de Gales nunca fue católica, aunque es muy conocida la
amistad que la ligaba a Madre Teresa de Calcuta. Tanto es así, que según informó el Daily Mail en un reportaje minuto a minuto sobre
su muerte, fue enterrada con un rosario suyo en las manos.
Avisado del accidente, su mayordomo, Paul Burrell, eligió de
la mesita de la princesa el rosario que la santa le había regalado, y que Diana
tenía colocado sobre una imagen de la Virgen.
Además, el Daily Mail informó de la presencia de un sacerdote
católico rezando durante diez horas junto al cadáver de Diana. Casualidades (o
no), el padre Yves-Marie Clochard-Bossuet, capellán del hospital
Pitié-Salpêtrière de París, fue llamado con urgencia la noche del 30 al 31 de
agosto porque no encontraban al capellán anglicano.
Una semana después, el mismo capellán celebraría una misa
católica por el eterno descanso de Diana en el hospital donde murió, a petición
de su madre. Porque la madre de Diana, Frances Shand Kydd, sí era
católica: se había convertido apenas tres años antes del trágico
accidente.
También por parte de su padre hay «conexiones» católicas: El
20 de febrero de 2021, el Papa elevaba a los altares a un tatarabuelo de Diana,
George Spencer. Pastor anglicano, se convirtió al catolicismo e ingresó en la
congregación de los pasionistas. Dedicó gran parte de su vida a trabajar
por devolver Inglaterra al catolicismo.
Una semana después, el mismo capellán celebraría una misa
católica por el eterno descanso de Diana en el hospital donde murió, a petición
de su madre. Porque la madre de Diana, Frances Shand Kydd, sí era
católica: se había convertido apenas tres años antes del trágico
accidente.
También por parte de su padre hay «conexiones» católicas: El
20 de febrero de 2021, el Papa elevaba a los altares a un tatarabuelo de Diana,
George Spencer. Pastor anglicano, se convirtió al catolicismo e ingresó en la
congregación de los pasionistas. Dedicó gran parte de su vida a trabajar
por devolver Inglaterra al catolicismo.
La conversión de la madre
Frances Roche pertenecía a una de la familia de gran
abolengo de Inglaterra. Hija del barón de Fermoy, amigo del rey Jorge VI, se
casó a los 18 años con John Althorp, doce años mayor que ella; otro ilustre
heredero, esta vez de los vizcondes Spencer.
Según sus familiares, la presión sobre Frances para que
tuviera un hijo varón que heredara el título (tuvo tres hijas y un bebé que
vivió pocos días, antes de que naciera el pequeño Charles) destruyó el
matrimonio. Ella fue infiel a su esposo, y protagonizó un escandaloso divorcio
en los años 60, en el que hasta su propia madre, lady Fermoy, testificó contra
ella. Frances perdió incluso la custodia de sus hijos.
Se casó con su amante, Peter Shand Kydd, australiano
heredero de una gran fortuna, y se retiró prácticamente de la vida pública.
Juntos compraron una casita en la isla de Seil, en Escocia, donde ella abrió
una tienda de souvenirs. Frances se integró en la vida de la isla como una
aldeana más, contenta de su modesta existencia.
Pero su retiro voluntario del mundo se vino abajo con la
boda, desgraciado matrimonio y posterior divorcio de su hija Diana. Por segunda
vez, su hogar se hundió; pero esta vez fue Peter quien en 1988 la dejó por una
mujer más joven. Según la propia Frances, no soportó la presión mediática.
En 1994, sola en la vida, Frances se convirtió al
catolicismo, y se dedicó por entero a las obras de caridad, hasta el final de
su vida. Se sabe que peregrinaba regularmente a Lourdes, atendiendo a
enfermos.
Pero aún faltaba mucho para que pudiera descansar en paz.
La muerte de Diana
Cuando supo de la muerte de su hija en el túnel de Alma,
hacía varios meses que no tenía contacto con ella. Diana no le había perdonado
a su madre unos desafortunados comentarios a la revista Hello!. Los
allegados de Frances afirman que el pesar de no haber podido reconciliarse a
tiempo con su hija, la acompañó hasta su muerte.
Muy comentado fue su gesto de abrazar, durante el
funeral de Diana, a los padres del chófer Henri Paul, diciéndoles que perder a
un hijo era «el dolor más grande de todos».
De hecho, el padre Clochard contó más tarde al Daily
Mail que la anciana le pidió celebrar una misa por su hija, y que viajó
adrede hasta París para asistir a ella. El dinero que le pagó Hello! por
la entrevista de la discordia lo destinó a la construcción de una casa de
ejercicios espirituales en Iona. A pesar del enfado, Diana la mantuvo como
albacea de su patrimonio, y como principal valedora de la educación de sus
hijos.
Y se encerró aún más en su voluntario anonimato, recluida en
su isla escocesa. Unos ladrones asaltaron su casa y robaron sus objetos de
valor aprovechando uno de sus pocos viajes, en 2o02.
Murió el 3 de junio de 2004, y de la Familia Real, solo sus
nietos, Harry y William, asistieron al funeral católico celebrado en la catedral
de Oban. Quienes la acompañaron en sus últimos años, la
comunidad católica local, habla de su devoción religiosa y de su profunda
espiritualidad. Y también, de su amor a su hija Diana.
Inma Álvarez
Fuente: Aleteia
