En su testimonio ofrece 5 consejos para todo aquel que no logre perdonar o pedir perdón
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Fouad Hassoun. Gracias a la Virgen ha podido perdonar, rezar y amar al terrorista que se lo causó |
El 21 de enero de 1986 un brutal atentado con un coche bomba cargado con
250 kilos de explosivos en la zona cristiana de Beirut provocó el caos y un
reguero de muerte. Un total de 30 personas fallecieron y 120 resultaron heridas de gravedad.
Fue tal la fuerza de la explosión que cuatro edificios y decenas de automóviles
quedaron completamente destrozados.
Uno de los que resultó gravemente herido fue Fouad Hassoun, un jovencísimo
católico, brillante estudiante de Medicina que soñaba con ser oftalmólogo. En un momento dado se asomó a la
ventana de su casa cuando justo enfrente explotó la bomba. Ahí perdió sus ojos para siempre.
De lo poco que recuerda de aquel momento antes de perder el
conocimiento fue invocar a la Virgen María. “Pensé que me estaba muriendo y
grité: ¡Oh, Santísima
Virgen, no quiero morir!”. Más de tres décadas después cuenta esta
experiencia de sufrimiento, fe y sobre todo perdón en el libro J'ai pardonné :
témoignage.
Sus padres, católicos maronitas, le habían enseñado desde niño a
rezar a la Virgen. Y así lo hizo hasta el borde de la muerte, tanto que relata
a Famille Chretienne que
“pensaron que estaba muerto y
me llevaron a la morgue”. Fue un primo suyo que recorrió todos los
hospitales buscándole el que detectó un pequeño movimiento en su cuerpo y
convenció a los médicos en medio del caos de que estaba vivo.
Hassoun se despertó ya en el hospital. Tenía los ojos tapados,
vendas por todo el cuerpo así como cientos de puntos de sutura. “Cuando me desperté en mi cama del
hospital no podía ver nada. Estaba rodeado de todos mis familiares que
lamentaban mi suerte”, recuerda.
Pasaron unas semanas antes de que fuera consciente que el problema
en sus ojos era muy grave y que necesitaría cirugía. El esperaba un milagro para recuperar la vista, aunque el
verdadero milagro era que estuviera vivo, algo que tardó más tiempo en
comprender.
Tras varios intentos, e incluso en el extranjero, Fouad asegura
que otra bomba le estalló en la cara. Se confirmó que nunca más volvería a ver. Apenas había
llegado a la mayoría de edad y se había quedado ciego esfumándose así su sueño
de ser médico oftalmólogo.
“Estaba ciego, esto fue un gran impacto. Me preguntaba por qué el Señor permitía esto”, relata
este católico libanés.
Entonces apareció en él algo que le acompañaría durante un tiempo.
Recuerda que “un tremendo
sentimiento de ira y odio me invadió. Una nueva bomba acaba de
explotar de nuevo. Quería vengarme y matar al que había puesto la bomba”
Fouad Hassoun se acabaría mudando a Francia, donde conoció a
Laetitia, su futura esposa y madre de sus cuatro años. Junto a ella y con la ayuda de nuevo de la Virgen comenzó
un nuevo proceso de curación, pero esta vez no eran sus ojos sino su
corazón lo que debía sanarse del odio que acumulaba.
“Una vez
más fue María la que vino en mi ayuda e hizo que cayeran las
escamas de mis ojos”, afirma este católico. Y el punto de inflexión se produjo
cuando se enteró de que el autor de aquel atentado había sido detenido. En ese
momento, el Señor intervino y un pasaje del Evangelio de San Juan se repetía
una y otra vez en su interior: “¿Me amas? Sí, Señor, sí te amo”.
Finalmente, este proceso vivió el paso definitivo en 1988, durante
un retiro en la Abadía de Notre Dame des Neiges. “Tras intensas súplicas
–explica Fouad- sentí que este ‘sí, quiero perdonar’ surgió en mí. Este camino se me abrió. Y día
tras día vi crecer en mí este perdón. El conflicto ya no formaba parte
de mi vida sino que estaba comenzando a construir una vida en paz”.
Desde ese momento, el perdón no le ha abandonado nunca, sino que
lo guio “hacia la locura del amor”. “El Señor me llamó a lo más grande, a amar al que más daño me
había hecho y al que me había arrancado los ojos”. Este católico pudo
perdonar e incluso ha llegado a amar al terrorista, rezando todos los días por
él. Y esto –asegura- le ha transformado el corazón.
Hace algún tiempo Fouad Hassoun también ofrecía en La
Vie desde su propia experiencia cinco pequeños consejos
para perdonar:
1. No esperes nada a
cambio
El perdón es un “regalo total", tal y como se extrae de su
origen. El perdón debe darse libremente. La imagen del hijo pródigo en los brazos de su padre es
importante para comprender su esencia. Se da sin condiciones, es la
fiesta. Debe proporcionarnos esta felicidad absoluta. No se entrega en el
enfrentamiento: “Doy un paso si tú también das”. El perdón no es una moneda de
cambio, es una dinámica para lograr la paz. El perdón es gratis, pero vale
mucho.
2. Perdona todos los
días
El perdón
se aplica a las cosas grandes y pequeñas. No esperes a
perdonar a alguien que te arranque los ojos o te atropelle. Incluso en la vida
cotidiana, el perdón no es un acto trivial. Puede ser diario, administrarse
varias veces al día, nunca es inofensivo. Es algo muy importante, nos lo mostró
Cristo durante su Pasión: “Padre, perdónalos, no saben lo que hacen".
3. Cambia tu mirada
hacia el otro
Recuerda la mirada de Jesús hacia el joven rico: “Él lo miró y lo
amó”. Para estar listo para perdonar debes preguntarte por qué el otro hizo lo
que hizo. El mal sigue
siendo malvado, pero el perdón nos aleja de la indiferencia, nos hace
preocuparnos por los demás. El perdón sin respeto es condescendencia. El perdón
con respeto es justicia.
4. Cree en ti mismo
El perdón
no es solo un requisito cristiano, está en la naturaleza del hombre, como
la risa y las lágrimas. Cualquiera puede hacerlo, solo tienes que creerlo.
5. Expresa tu perdón
Está la
voluntad de perdonar y está el acto. Ambos son buenos, pero no
puedes ceñirte a la fuerza de voluntad. Tienes que ir al otro lado. Cada uno lo
expresa como lo siente, con una palabra, con una mirada. A veces, incluso la
situación exige que se exprese en silencio. Pero el perdón debe expresarse y,
si es posible, debe expresarse a la persona involucrada.
Javier Lozano
Fuente: ReL