La Fundación Contigo siempre formará voluntarios «para que los enfermos mueran con la esperanza de encontrar al otro lado la ternura que ya han recibido en sus últimos días aquí»
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Presentación en Córdoba de la Fundación Contigo siempre Foto: Diócesis de Córdoba |
La ley de eutanasia no es la última palabra sobre la
enfermedad al final de la vida, y cuatro personas de la diócesis de Córdoba
están empeñadas en demostrarlo. Tres mujeres con una larga trayectoria en la
defensa de la vida desde su concepción hasta la muerte natural se han unido al
párroco de Nuestra Señora de la Consolación para crear la Fundación Contigo siempre, con la que van a ofrecer
acompañamiento y atención médica especializada a todos los enfermos terminales
que lo soliciten. Sus nombres son Marisa Bonilla, Pedro Jiménez, Consuelo Tirado
y Ana Ranero, y ya han empezado a trabajar para que después del verano todo
aquel que necesite sus servicios pueda contar con ellos.
Todo empezó
cuando Consuelo, médico de profesión, vio a su alrededor las necesidades de
varias personas con necesidades tanto médicas como espirituales, y tras
llevarlo a la oración reunió a varias personas en torno a un proyecto
especialmente orientado a enfermos terminales.
«Somos
conscientes de que los cuidados
paliativos no llegan a todo el mundo –reconoce Marisa Bonilla en
conversación con Alfa y Omega–. Por eso queremos hacer todo lo posible por
estos enfermos y por sus familias, y darles el acompañamiento integral que
necesitan. Y que nadie se vea obligado a pedir la eutanasia».
El objetivo es
poder ofrecer atención domiciliaria a partir del mes de septiembre, y para ello
ya han empezado a trabajar en la formación de los cada vez más voluntarios que
se han ofrecido para formar parte de la iniciativa. «Nos siguen llamando cada
día, es impresionante», confirma Bonilla.
Para el equipo
de la Fundación Contigo siempre, «a veces no se puede hacer mucho por la
enfermedad, pero sí se puede hacer algo siempre por el enfermo». En este
sentido, ofrecerán asistencia médica y también acompañamiento en todas sus
dimensiones. Para ello, por ejemplo, ya han empezado a recoger el material
necesario para aliviar el sufrimiento al final de la vida, como sillas de
ruedas, una cama articulada o colchones contra las escaras.
«Queremos estar
preparados porque un solo día de atención es muy importante», afirma Marisa
Bonilla, quien revela que ya han empezado los contactos para colaborar con
médicos de familia y con las autoridades sanitarias, que «están encantados de
poder contar con nosotros».
La ayuda estará
orientada también a las familias, «porque muchas veces necesitan simplemente
que alguien les cubra en casa para poder ir a darse un paseo o tomar un café
con un amigo», señala Bonilla.
Y la oferta
será universal, porque «estamos abiertos a toda Córdoba y a quien necesite
nuestros servicios, independientemente de sus creencias. Nosotros solo queremos
transmitir el amor de Dios a quien lo necesite, y a quien lo demande le
ayudaremos a encontrarse con Dios. Queremos que los enfermos mueran en paz con
la esperanza de encontrar al otro lado la ternura que han recibido en sus
últimos días aquí», concluye Marisa.
Juan Luis Vázquez
Díaz-Mayordomo
Fuente: Alfa y
Omega