El Papa Francisco a una delegación del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla
![]() |
El Santo Padre invitó a seguir caminando juntos como hermanos |
El Santo Padre
recibió a una delegación del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, que llegó
a Roma para la celebración de los Santos Pedro y Pablo. Frente a la guerra es
necesario llorar, ayudar y convertirse, indicó el Pontífice.
"La
reconciliación entre cristianos separados, como contribución a la pacificación
de los pueblos en conflicto, es hoy más actual que nunca, mientras el mundo se
ve sacudido por una agresión bélica cruel y sin sentido, en la que tantos
cristianos luchan entre sí". Así lo afirmó el Papa Francisco, quien
recibió, en este jueves 30 de junio, a una delegación del Patriarcado Ecuménico
de Constantinopla, que arribó a Roma para la celebración de sus Santos
Patronos, los Apóstoles Pedro y Pablo.
Un signo tangible de diálogo fraterno
Ayer,
miércoles 29 de junio, la delegación participó en la santa misa presidida por
el Papa Francisco en la Basílica Vaticana: “Es un signo tangible de que se ha
superado el tiempo de la distancia y la indiferencia, durante el cual se
pensaba que las divisiones eran un hecho irremediable”, afirmó el Sucesor de
Pedro en el encuentro de hoy, jueves.
En
la eucaristía, el Pontífice saludó y agradeció
“al querido hermano Bartolomé”, Patriarca Ecuménico, por el envío de la
delegación: “Gracias por vuestra presencia aquí y por el mensaje de Bartolomé.
Gracias, gracias por caminar juntos, porque solo juntos podemos ser semilla del
Evangelio y testigos de la fraternidad”.
Hoy,
en efecto, según Francisco, “nuestras Iglesias llevan adelante un fraterno y
proficuo diálogo y están comprometidas de manera convencida e irreversible en
el camino hacia el restablecimiento de la plena comunión”.
Llorar, socorrer, convertirse frente a la guerra
El
Obispo de Roma enfatizó que, ante el escándalo de la guerra, “ allo scandalo
della guerra, ha ribadito Francesco, no hay "ninguna consideración",
sino que hay "luto, alivio y conversión":
Lloramos
las víctimas y el exceso de sangre derramada, la muerte de tantos inocentes, el
trauma de las familias, de las ciudades, de todo un pueblo: cuánto sufrimiento
en quienes han perdido a sus seres más queridos y se ven obligados a abandonar
su hogar y su patria.
Ayudar
a estos hermanos "es un recordatorio de la caridad que, como cristianos,
estamos obligados a ejercer con Jesús emigrante, pobre y herido", mientras
que también es necesaria la conversión, "para entender que las conquistas
armadas, la expansión y el imperialismo no tienen nada que ver con el Reino que
anunció Jesús".
No transformar el Dios de todos en el Dios de las propias razones
El
Pontífice también incitó a “no ceder a la tentación de amordazar la novedad
disruptiva del Evangelio con las seducciones del mundo" y de convertir al
Padre de todos "en el Dios de las propias razones y naciones".
Volvamos
a partir de Él, para entender que ya no es el momento de ajustar las agendas
eclesiásticas según la lógica de poder y conveniencia del mundo, sino según la
audaz profecía de paz del Evangelio. Con humildad y mucha oración, pero también
con valentía y parquedad.
Por una auténtica fraternidad universal
“Iglesias
hermanas, pueblos hermanos", dijo "el inolvidable Patriarca Ecuménico
Atenágoras, pastor sabio y valiente", que murió hace cincuenta años y
sigue siendo para el Papa y para muchos "una fuente de inspiración":
La
búsqueda de la unidad de los cristianos no es, pues, una cuestión interna de
las Iglesias. Es una condición indispensable para la realización de una
auténtica fraternidad universal, que se manifiesta en la justicia y la
solidaridad hacia todos.
Caminar juntos como hermanos
En
este sentido, recordó el Papa Francisco para concluir, "un signo de
esperanza, en el camino hacia el restablecimiento de la plena comunión,
proviene de la reunión del Comité de Coordinación de la Comisión Mixta
Internacional para el Diálogo Teológico entre la Iglesia Católica y la Iglesia
Ortodoxa", suspendida durante dos años a causa de la pandemia. La
esperanza es "que el diálogo teológico progrese promoviendo una nueva
mentalidad que, consciente de los errores del pasado, nos lleve a mirar cada
vez más juntos el presente y el futuro, sin dejarnos atrapar por los prejuicios
de otras épocas":
No nos contentemos con la "diplomacia
eclesiástica" para ceñirnos cortésmente a nuestras propias ideas, sino que
caminemos juntos como hermanos: recemos unos por otros, trabajemos unos con
otros, apoyémonos unos a otros mirando a Jesús y su Evangelio.
Vatican
News