Entrevista a Carlota Valenzuela, 29 años, que le arrancó una sonora carcajada al papa Francisco antes de Pentecostés.
Aleteia
conversó con ella sobre algo ‘muy serio’: tener buen humor en tiempos difíciles
y de desolación. Hay días difíciles, tragedias y desafíos, pero al final
también asoma como un rayo de luz una sonrisa...
Antoine Mekary | ALETEIA
Carlota Valenzuela inició en enero una peregrinación a pie desde
Finisterre hasta Jerusalén, el mismo itinerario que le ha
traído hasta el Vaticano. “Quería encontrar a Jesús, pero antes pasé a saludar
a Pedro”. Así se presentó Carlota Valenzuela, 29 años, nacida en Granada,
Andalucía, España, de forma auténtica al papa Francisco al final de la
audiencia general del miércoles, 1 de junio de 2022.
Francisco, 85 años, le responde a Carlota con humor: “Eso está
bien, hay que saludar siempre al portero”. Risas y más risas contagiosas entre
ambos. Carlota se define una persona “súper afortunada” porque busca estar
siempre “haciendo algo de la voluntad de Dios”. Ella le pidió al Papa que le
bendijera su ‘nariz
de payaso’ con la que intenta contagiar de alegría a
los demás: personas que encuentra en su peregrinaje, sin distinción, a quienes
quiere ver como ‘hermanos’ compañeros de camino de un amor compartido, gratuito
y abundante.
“Nadie
es tan pobre para no regalar una sonrisa”, recuerda el Papa. Y
agrega: “un santo triste, es solo un triste santo”. El cristiano encarna la
alegría de la Pascua, a pesar de los obstáculos en el sendero de la vida: el
dolor, el cansancio, el sufrimiento, pero al final surge el sol cada mañana.
Pero, nada de quedarse al margen de la senda, parados; alzarse y volver a
ponerse en camino junto a los demás, así como lo intenta Carlota que además usa
las redes sociales, especialmente instagram, para contagiar de vida a más jóvenes
mostrándoles sus fotos de ocasos, en medio de la naturaleza y junto a otros
peregrinos y muchas ganas de seguir adelante, un paso a la vez, hasta Tierra
Santa (espera llegar en diciembre).
¿Por qué es importante la alegría y el
buen humor?
“Creo que el gran descubrimiento de un cristiano es sentirse
querido por Dios, que Dios le ha creado a su imagen y semejanza y que le quiere
con locura. Tanto le quiere que ha sacrificado a su propio Hijo por él.
Entonces, cuando uno se siente tan querido, y más que querido, se sabe tan
amado, no le queda otra que ser feliz”.
¿Por qué crees que el papa
Francisco advierte a los católicos de que ser fieles no significa tener cara de
“vinagre” o de “imagencita” de santoral?
“Muchos hemos confundido la imagen típica de un santo, o de
alguien que está cerca de Dios y que hace su voluntad, con una persona casi
como sin personalidad o muy buena. Y yo creo que Dios se sirve de la
personalidad de la que nos ha dotado. Por ejemplo, Dios se sirve del que es más
travieso, del que es más tranquilo y del que es más obediente. Creo que se
sirve de la personalidad y voluntad de cada uno para hacer la suya. Entonces,
no hay que poner “cara de vinagre”, hay que ir a buscar dentro para ver que ha
puesto Dios en tu corazón. Y si sigues ese camino vas a ser súper feliz”.
¿Crees que es más difícil hacer reír o
hacer llorar?
“Los azotes de la vida nos hacen perder un poco la alegría, nos
hacen desesperarnos porque creemos que nos merecemos las cosas que nos pasan,
que la vida es injusta con nosotros, pero también a nosotros se nos olvida que
la vida también trae cosas positivas; pasan cosas maravillosas que no nos
merecemos tampoco. Creo que a veces es más difícil sonreír o reír porque nos
hundimos un poco en esa frustración, pero que sí ves que la vida es injusta,
porque no te mereces ni lo bueno, ni lo malo, pues supongo entonces es más
fácil así encontrar una sonrisa”.
El Papa reza una oración todos los
días para el buen humor. ¿Es algo ‘muy serio’ tener buen humor en tiempos
difíciles y de desolación?
“Yo creo que tenemos la responsabilidad de reírnos de nosotros
mismos, de reírnos de las circunstancias, de reírnos porque no tenemos el
control de todo. Entonces, tenemos que reírnos de cómo las cosas van pasando
porque no nos las podemos imaginar. Y nos van divirtiendo día, a día, conforme
van apareciendo en nuestra vida. Creo que es algo ‘muy serio’ tener muy buen
humor en tiempos difíciles y de desolación para poder contarle a los demás la cosa
tan maravillosa que es que Dios vive dentro de nosotros”.
¿Qué te dice el corazón cuando logras
arrancar una sonrisa a alguien que sufre o pasa un mal momento?
“Yo creo que si algo puedo aportar a este mundo es llevar la
alegría de Dios al mundo entero. Y cuando hay alguien que sufre y tu compartes
su carga con esa persona, le levantas un poquito la carga y te la pones tu
también, es una cosa maravillosa poder reírte con las personas. Porque aquel
que ha encontrado a Dios no puede parar de reírse y de compartirlo con los
demás. Me acerca a Dios enormemente cada risa que comparto con alguien, igual
que también cada preocupación, pero que al final del proceso sepamos reírnos de
todo”.
“¡Aprender a reírse de uno mismo! El
humor elevado empieza con esto, con no tomar en serio nunca a la propia
persona”, escribe Hesse (El lobo estepario) Algo parecido a lo que
sostiene Santo Tomás Moro cuando pide a Dios de librarle de ese ‘yo’ pesado y darle buen humor.
“Muchas veces, cuando yo me preocupo o cuando de repente… paso un
momento de angustia o incluso peco, y lo paso fatal, luego me imagino a Dios
partido de la risa conmigo, como un padre que ve a un hijo bebé aprendiendo a
andar y que se muere de la risa, viendo como tropieza cada rato, como se
levanta y luego se cae. Pues, yo creo que Dios se muere de la risa con
nosotros, con nuestras flaquezas, con nuestros pecados, siempre que volvamos
los brazos hacia Él para buscar su abrazo”.
Ary
Waldir Ramos Díaz
Fuente: Aleteia