La poderosa fuerza de la intercesión de los santos y beatos
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| La beata Chiara Badano murió poco antes de cumplir los 19 años |
Una joven desde el cielo intercediendo por otra en la tierra. Esto
es lo que ocurrió con la beata
Chiara Badano y Astrid, una chica que se recuperó de manera insólita
de quedarse parapléjica en el último día de la novena dedicada a esta joven
beata.
Todo ocurrió
cuando Astrid tenía 20 años. Esos días se fue a Suiza a
esquiar. La montaña estaba llena de nieve y se atrevió a realizar algunos
saltos. Todo iba muy bien. El tiempo era estupendo, brillaba el sol y su cuerpo
respondía perfectamente a aquel esfuerzo que tanto le gustaba.
Aquellos Alpes
suizos eran su refugio frente a la rutina de París, el
metro, el ritmo frenético de la capital de Francia… pero en el último salto que
hizo esquiando el tiempo se paró para ella.
Astrid se desequilibró y cayó violentamente contra el duro y frío suelo de la pista de
esquí. Un estremecedor y desconocido dolor recorrió su cuerpo. Y
de repente notó que no podía moverse.
Esta joven francesa fue trasladada en helicóptero a un hospital, aunque
ella para sus adentros se decía que tan sólo sería un esguince. Pero no era un
esguince.
Trece minutos después Astrid estaba en el hospital con una vértebra facturada y la medula
espinal muy afectada. Unas horas después era operada de urgencia para
evitar que la médula se partiera del todo.
Los médicos le dijeron que la gran prioridad es que pudiera mover
los dedos de los pies cuanto antes. En su cabeza no aparecía el derrotismo. “Quiero bailar en mi boda y tener
hijos”, repetía, tal y como recoge Famille Chretienne.
La noticia corrió como la pólvora y los amigos de Astrid empezaron rápidamente a
rezar el Rosario, otros fueron al sagrario a pedir al Señor su ayuda… Lo
importante era rezar urgentemente por ella.
Sus amigos, pero también muchos desconocidos, iniciaron una novena a la beata Chiara “Luce” Badano para
que intercediera por Astrid. Personas de Suiza, Bélgica, Francia, pero
también de sitios lejanos de Asia y África se sumaron a dicha novena en lo que
se convirtió en una enorme cadena de oración.
Al principio las noticias eran muy malas. Una pierna estaba muy
débil, la otra ni siquiera respondía. El veredicto era claro: Astrid se había quedado
parapléjica. Los médicos le dijeron que tras una larguísima y dura
rehabilitación quizás pudiera recuperar algo de movilidad, pero que sería
“largo y difícil”.
Un día después la joven tenía una prueba de esfuerzo que sería
decisiva para su futuro. Se
entrenó durante todo el día, pero no consiguió mover la pierna.
Sin embargo, en el momento de la prueba y con un ejército rezando
por ella en todo el mundo sus
pies empezaron a moverse. Astrid no daba crédito. No sabía ni cómo ni
por qué pero sus pies se movían.
El último día
de la novena a Chiara Badano esta joven salía del hospital completamente curada, y sin
ninguna explicación plausible de los médicos, tan sorprendidos como ella ante
esta situación.
En su
expediente médico sigue registrada como “parapléjica”, pero en su
día a día ella camina, sube las escaleras, se sienta y hasta corre… La oración
hace milagros.
Quién es Chiara Badano
La beata
Chiara "Luce" Badano era una adolescente italiana
perteneciente al Movimiento de los Focolares que murió en 1990 cuando solo
tenía 18 años de edad. Nació en Sassello, Liguria, el 29 de octubre de 1971. Su
nacimiento llenó de alegría a sus padres, Ruggero Badano, camionero, y María
Teresa Caviglia, obrera, quienes durante once años esperaron tener un hijo.
"Si bien en medio de una inmensa alegría, comprendimos enseguida que no era
sólo nuestra hija sino que ante todo era hija de Dios", señaló su
madre según la biografía publicada por los Focolares.
Desde muy pequeña, Chiara mostró un profundo amor por Dios, al
tiempo que revelaba un carácter fuerte pero dócil, era alegre, bondadosa y muy
activa. A los nueve años
de edad ingresó al Movimiento de los Focolares.
A los 16 años discernió su vocación y decidió consagrarse a Dios.
Mantuvo una relación muy
cercana con la fundadora de los Focolares, Chiara Lubich, quien le puso el
sobrenombre de "Luce". Poco tiempo después le diagnosticaron
un tumor en el hombro. El diagnóstico fue "sarcoma ostiogénico con
metástasis", uno de los tumores más graves y dolorosos.
Chiara se propuso superar la enfermedad y comenzó un intenso
tratamiento de quimioterapia, mientras trataba de seguir con su vida habitual
sin perder nunca la alegría ni la fe. Entregó todos sus ahorros a un amigo que
partió en misión humanitaria a África. A pesar de los esfuerzos de los médicos, la enfermedad avanzaba rápidamente
y perdió el uso de las piernas.
"Si tuviera
que elegir entre caminar o ir al paraíso, elegiría esta última
posibilidad", dijo a sus familiares, Ya no pedía curarse, sino
encontrarse con Jesús. Su fuerza conmovía a sus seres queridos y los médicos
que la atendían. En julio de 1989 sufrió una severa hemorragia y parecía que el
desenlace llegaría en cualquier momento.
Dijo a sus padres: "No derraméis lágrimas por mí. Yo voy donde Jesús. En mi funeral
no quiero gente que llore, sino que cante fuerte". En la cama, Chiara
rezaba mucho pidiendo ser capaz de cumplir con la voluntad de Dios. "No le
pido a Jesús que me venga a buscar para llevarme al paraíso; no quisiera darle
la impresión que no quiero sufrir más", decía y decidió preparar con su
madre la que llamaba "fiesta de bodas", es decir su funeral.
Dio a su madre instrucciones muy precisas sobre cómo debía ser su
vestido, la música, las flores, los cantos y las lecturas. Le pidió a su madre
que mientras preparase su cuerpo se repitiera a sí misma: "Ahora Chiara
Luce ve a Jesús". El domingo 7 de octubre de 1990 Chiara falleció
acompañada de sus padres. Tras la puerta de la habitación aguardaban sus
amigos. Sus últimas palabras fueron para su mamá: "Chao. Sé feliz porque yo lo soy". Unas dos
mil personas asistieron a su funeral.
El entonces Obispo de Acqui, Mons. Livio Maritano, inició el
proceso de beatificación de Chiara en 1999 y en 2010 fue beatificada por el Papa Benedicto XVI.
Fuente: ReL
