A pie, corriendo, lentamente, en silla de ruedas, ¡siempre seguir de Jesús!
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La sabiduría de
los ancianos, afirmó el Papa en su catequesis, reside en el aprender a
despedirse “bien” y "siempre siguiendo a Jesús": "a pie,
corriendo, lentamente, en silla de ruedas, ¡siempre!". Con la enfermedad y
la vejez crece la dependencia de los demás, pero también “madura la fe" y
"brota esa riqueza de la fe bien vivida en el camino de la vida”. Es
hermoso cuando un anciano puede decir esto: "He vivido la vida, he sido un
pecador, pero también hecho el bien".
“Siempre
seguir a Jesús, a pie, corriendo, lentamente, en silla de ruedas, pero siempre
seguirlo”. El Papa Francisco, este miércoles 21 de junio en su catequesis sobre
la vejez, lo recomendó a cada uno de nosotros, incluyéndose él mismo. Su
reflexión se centró en el diálogo entre Jesús resucitado y Pedro al finalizar
el Evangelio de Juan (21,15-23). Un diálogo conmovedor -
afirmó el Santo Padre- en el que se refleja todo el amor de Jesús por
sus discípulos, y también la sublime humanidad de su relación con ellos, en
particular con Pedro: una relación tierna, pero no simple, directa, fuerte,
libre, abierta.
Una
relación de hombres y en la verdad.
¿Cómo es nuestra relación con Jesús?
La
pregunta arriba escrita propuesta por el Papa Francisco a los fieles, es parte
de una serie de preguntas que presentó a partir de la relación del Maestro con
los discípulos: Jesús mantenía con ellos un estilo abierto, franco, directo y
“humanamente real”. El “Verbo de Dios hecho hombre”, dijo el Santo Padre, “se
comporta como hombre”, “nos habla como hombre”, como “Dios-hombre”. Y lo hace
con ternura, con amistad y cercanía:
Jesús
no es como esa imagen “azucarada” de las estampitas, no: Jesús está a la mano,
está cerca nuestro.
A pie, corriendo, lentamente, en silla de ruedas,
¡siempre seguir de Jesús!
“Así
como en la vida, también en la muerte debemos dar testimonio de discípulos de
Jesús”. Recordando estas palabras de San Ignacio de Loyola, el Papa afirmó que
“el final de la vida debe ser un final de vida de discípulos”. Lo
dijo pensando el momento en que Jesús advierte a Pedro sobre la autosuficiencia
en la juventud y la dependencia en la vejez (Jn 21, 18). El seguimiento de
Jesús debe “aprender”, tal como enseña el Evangelio, a “dejarse
instruir y plasmar” por la fragilidad, la impotencia, la dependencia de los
demás “incluso en el vestirse, en el caminar”, añadió el Papa, recordando
también lo que pide Jesús: "Tú sígueme”.
La
vida es así: con la vejez te vienen todas estas enfermedades y debemos
aceptarlas como vienen ¿no? ¡No tenemos la fuerza de los jóvenes! Y tu
testimonio también irá acompañado de esta debilidad. […] El seguimiento de
Jesús va siempre adelante, con buena salud, con no buena salud, autosuficiente,
no autosuficiente físicamente, pero el seguimiento de Jesús es importante:
siempre seguir a Jesús, a pie, corriendo, lentamente, en silla de ruedas, pero
siempre seguirlo.
«Señor, tú sabes que te quiero»
El
coloquio entre Jesús y Pedro “contiene una enseñanza valiosa” para
todos los discípulos, para todos nosotros los creyentes, “y también para todos
los ancianos”, destacó el Santo Padre, porque "con la enfermedad y la
vejez", “ya no somos tan autosuficientes”: crece la dependencia, pero ahí
también “madura la fe, ahí también está Jesús con nosotros, ahí también brota
esa riqueza de la fe bien vivida en el camino de la vida”. Es hermoso, para el
Papa, seguir a Jesús “llenos de vida”, como esos ancianos con “los ojos
brillantes” que “te hablan más que las palabras”, y que son “el testimonio de
una vida”.
Esto
es hermoso, debemos mantenerlo hasta el final.
No es fácil alejarse del protagonismo
Las
preguntas que propuso el Papa para reflexionar a continuación fueron:
“¿disponemos de una espiritualidad realmente capaz de
interpretar la época - hoy en día larga y extendida - de este tiempo de nuestra
debilidad confiada a los demás, más que al poder de nuestra autonomía? ¿Cómo
permanecer fieles a la secuela vivida, al amor prometido, a la justicia buscada
en el tiempo de nuestra capacidad de iniciativa, en el tiempo de la fragilidad,
en el tiempo de la dependencia, en el tiempo de alejarse del protagonismo de
nuestra vida?”
En
esta estación de la vida no es fácil, constató, “alejarse del ser
protagonista”. De hecho, la vejez es “un tiempo de prueba, que comienza con esa
tentación del conservar el protagonismo”. Es necesario aceptar, en cambio, que
la vejez “te abaja como protagonista”, “pero que tendrás – animó el Santo Padre
dirigiéndose directamente a los ancianos - otra forma de expresarte, otra forma
de participar en la familia, en la sociedad, en el grupo de amigos”.
Presta atención a tu vida
Otra
enseñanza de este diálogo franco y sincero entre Jesús y Pedro es la que sigue
a “la curiosidad que le viene a Pedro”, que pregunta haciendo referencia a
Juan: «Señor, ¿y qué será de este?». La respuesta de Jesús, dijo el Papa, “es
franca e incluso áspera”: «¿Qué te importa? Tú sígueme».
“Tú,
- amplió Francisco para explicar – presta atención a tu vida,
a tu situación actual y no metas la nariz en la vida de los demás”. “Tú
sígueme”, dice Jesús. Es eso lo “importante”: seguir a Jesús en la vida y en la
muerte, en la salud y en la enfermedad, en la vida cuando es próspera con
tantos éxitos y en la vida también difícil, con tantos malos momentos de
caídas. «¿Qué te importa? Tú sígueme».
Cuando
queremos meternos en la vida de los demás, Jesús nos responde: "¿Qué te
importa? Tú sígueme". Hermoso. Los ancianos no deberíamos tener envidia de
los jóvenes que toman su camino, que ocupan nuestro lugar, que duran más que
nosotros.
Aprender a despedirse
La
sabiduría de los mayores, afirmó el Papa, reside en el aprender a despedirse
“bien”, “atentamente”, “con la sonrisa”. Es hermoso – añadió - cuando un
anciano puede decir esto:
'He
vivido la vida, esta es mi familia; he vivido la vida, he sido un pecador, pero
también he hecho el bien'.
Finalizando
la catequesis, una vez más el Obispo de Roma pidió “mirar a los ancianos” y
ayudarles “para que puedan vivir y expresar su sabiduría de vida”. Para que
puedan darnos lo que es bello y bueno en ellos. “Mirémoslos,
escuchémoslos”, exhortó. Y concluyó:
Y
nosotros, los ancianos, miremos a los jóvenes, y siempre una sonrisa a los
jóvenes: ellos seguirán el camino, llevarán adelante lo que hemos sembrado,
incluso lo que no hemos sembrado porque no hemos tenido el valor o la
oportunidad: ellos lo llevarán adelante. […] Un anciano no puede ser feliz sin
mirar a los jóvenes y los jóvenes no pueden seguir en la vida sin mirar a los
ancianos.
Al final de la audiencia, el pensamiento del Papa en los afectados por el terremoto en
Afganistán, y, por supuesto en Ucrania: “no perdamos la memoria
del sufrimiento de este pueblo martirizado”, pidió. Consternación también del Sumo Pontífice por la violencia
en México, y dolor por el asesinato de dos religiosos jesuitas,
sus hermanos, y de un laico: la violencia nunca resuelve los problemas, sino
que aumenta los sufrimientos innecesarios, dijo.
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