A pocas semanas de la masacre en la Misa de Pentecostés, que dejó decenas de católicos muertos y heridos en Nigeria, la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) compartió el testimonio de dos niños y cuatro adultos sobrevivientes del ataque terrorista.
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Iglesia San Francisco Xavier tras el ataque en la Misa de Pentecostés del 5 de junio, en Nigeria. Crédito: Ayuda a la Iglesia Necesitada. |
En
un comunicado, la fundación pontificia ACN señaló que se reunió con algunos de
los sobrevivientes de la masacre, que actualmente se están recuperando en el
hospital de San Louis y en el centro médico federal (Federal Medical Center), y
compartió el testimonio de dos niños, una mujer embarazada y otros tres adultos
sobrevivientes.
Blessing
John, una mujer de 36 años que está en su séptimo mes de gestación, recordó que
el día del ataque ella estaba sentada en la fila central de la iglesia, “cuando
oí los primeros gritos”.
Ella
explicó que debido a su estado no logró correr hacia la sacristía ni a la
capilla para refugiarse, como hicieron otros, así que se tumbó encima de los
fieles muertos y logró protegerse solo hasta que los terroristas comenzaron a
lanzar explosivos.
“Empecé a arrastrarme para ponerme a salvo,
pero antes de que pudiera ir lejos, la dinamita explotó y me quemó la espalda y
la pierna izquierda”, dijo.
“No
podía gritar ni sentir ningún dolor en ese momento, sin embargo, mis heridas
sangraban. Pude abrir la boca y dije: ‘Padre, vine a alabarte a tu templo y ha
ocurrido esto. Si muero, muero; pero, por favor, Dios, acuérdate de mí y de mi
pequeña hija en tu reino’”, recordó.
Blessing
dijo que agradece a Dios porque su hija que lleva en el vientre también
sobrevivió, así como su otra hija de tres años, que quedó “seriamente herida” y
está en el hospital; y pidió que recen para que puedan recuperarse pronto para
poder volver a verse.
Entre
los niños sobrevivientes está la pequeña Okorie Faith, de 9 años, que dijo que
quiere “ser religiosa”.
“Todo
lo que pido es estar viva y cumplir mis sueños”, señaló. “No quiero morir. Por
poco me muero. Quiero vivir por mucho tiempo para cumplir mis sueños y que mis
padres estén orgullosos de mí. Le doy gracias a Dios por mantenerme viva.
Téngannos siempre en sus oraciones”, dijo.
La
otra niña es Sunday Vincent, de 5 años, que había ido a la iglesia con sus
padres y se extravió durante el ataque, pero logró reencontrarse con ellos en
el hospital. Al igual que Okorie, Sunday tiene miedo de volver a ir a la
iglesia.
“Estaba
confundida, con miedo, y lloré durante todo el ataque. Pensé que mi mamá y mi
papá habían muerto, pero cuando estaba en el hospital, vi que estaban vivos.
Eso me hizo muy feliz. No quiero ir de nuevo a la iglesia porque si lo hago,
podrían matarme”, dijo.
Entre
los otros adultos sobrevivientes está Thaddeus Bade Salau, de 52 años, un padre
de familia cuya hija murió asesinada a balazos frente a él.
Relató
que “estaba tumbado en el suelo” durante el ataque cuando los terroristas
hicieron que él y su hija, junto a otros siete, se levanten y les comenzaron a
disparar uno a uno. Thaddeus fue el único sobreviviente, pues le dispararon en
la mejilla.
“Ha
sido realmente doloroso perder a mi amada hija durante el ataque, pero mi fe no
se ha visto afectada por ello. Este ataque ciertamente fortaleció mi fe en
Dios”, dijo y pidió oraciones por la “pronta recuperación” de todos, así como
“ayuda material y económica”.
Otra señora mayor que resultó gravemente herida fue Josephine Ejelonu, de 50
años, quien recibió el impacto de la dinamita cerca de sus piernas.
Ella
relató que al igual que los demás se tiró al suelo “sobre la gente que ya había
muerto, fingiendo estar muerta también”, pero no pudo escapar del explosivo.
Tras el impacto, “la carne de mis piernas se hizo pedazos y mis huesos quedaron
expuestos”, dijo.
La
valiente mujer relató que cuando vio que uno de los terroristas se comenzaba a
acercar a ella, pese a su “estado de confusión y agonía”, se arrastró y lanzó
fuera de la iglesia, logrando salvarse.
Josephine
agradeció a Dios “por haberme salvado la vida y la de mi familia”, pero dijo
que está “triste y enojada porque almas inocentes fueron asesinadas”.
“Este
ataque fue un golpe también para mi fe, pero rezo para recibir más gracia y
fuerza para seguir siendo firme”, dijo.
Finalmente,
Emmanuel Igwe, de 35 años, dijo que se tumbó al suelo como muchos y logró
salvarse al igual que toda su familia, pero aún recuerda el trauma de ver a
muchas personas morir a su lado.
“Dios
me dio una segunda oportunidad”, dijo y confesó que si bien guarda dolor y
rabia por el ataque, también ha fortalecido su fe. “El ataque me lleva a estar
cerca de Dios”, concluyó.
POR CYNTHIA PÉREZ
Fuente: ACI