Dios te llama y te envía porque confía en ti, la Biblia te da la clave sobre cómo responderLe
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«Como el Padre
me envió, también yo os envío»
Juan 20, 21
Suelo decir que
en estos tiempos Jesús tiene pocos amigos. Su mensaje no es valorado ni
apreciado en muchos lugares, tal vez porque molesta la verdad.
Eso de perdonar
hasta 70 veces 7, amar a tu enemigo, poner la otra mejilla, ser humildes, tener
caridad y misericordia con el prójimo…
¿Tú lo haces?
¿Perdonas? ¿O eres de los que señalan a los demás?
«¿Cómo puedes
decir a tu hermano: »Hermano, deja que te saque la pelusa que tienes en el
ojo», si tú no ves la viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu propio
ojo para que veas con claridad, y entonces sacarás la pelusa del ojo de tu
hermano».
Lucas 6, 42
Dios confía en
ti y te envía
Jesús sabe cómo
somos y aun así no deja de llamarnos al apostolado, a predicar el Evangelio y a
santificarnos por amor.
¿Sabías que la
palabra apostolado proviene de la palabra griega apostoloi? Significa: enviado,
mensajero, embajador.
Debemos ser una
voz de esperanza, ayudar a los demás.
Jesús conoce
nuestros corazones y lo que podemos lograr en favor de los demás. ¿Te
animas?
El requisito
Para hacerlo
hay una condición previa, que pocas veces pensamos.
El Catecismo de
nuestra Iglesia Católica nos lo recuerda en su numeral 859:
“…aquellos a
quienes Jesús envía no pueden hacer nada sin Él”.
Te hace
recordar las palabras de Jesús cuando habla de la vid, los sarmientos y nos
advierte en Juan 15:
“Sin mí,
no pueden hacer nada”.
Sus palabras
son directas, no dan pie a suposiciones. Entonces lo que debes pensar es
cómo estar con Jesús, para poder llevarlo a los demás.
¿Sientes que no
resulta lo que emprendes?
A veces
sentimos deseos de rendirnos y renunciar. ¿Te ha pasado? Piensas que no te
aprecian, ni te escuchan, que no eres valorado en el grupo o que sencillamente
no vale la pena continuar.
No das frutos. Aras
un campo que parece estéril. Sientes que es hora de abandonarlo todo. ¿Qué
hacer? Pues no rendirte. Debes perseverar en la fe y confiar en Dios.
Vamos, no es
nada serio. Suele ocurrir. Uno se desanima, siente que sus palabras no son
tomadas en cuenta o sencillamente se agota de estar tratando y que nada
pase.
Es natural que
nos cansemos de remar y no llegar a ningún lado. A menudo pienso en ello pues
recibo correos de mis lectores que me comentan sus inquietudes.
La Biblia te
orientará
La clave para
lograr el éxito en nuestro llamado, como a menudo suele ocurrir, está en la Biblia.
¿Tienes una a
mano? Seguro en el pasillo de tu casa hay una abierta sobre un atril de madera.
Tráela, busca Lucas 5, 4-6:
«Subiendo a una
de las barcas, que era de Simón, le rogó que se alejara un poco de tierra; y,
sentándose, enseñaba desde la barca a la muchedumbre. Cuando acabó de hablar,
dijo a Simón: «Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.» Simón le
respondió: «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado
nada; pero, en tu palabra, echaré las redes.» Y, haciéndolo así, pescaron gran
cantidad de peces, de modo que las redes amenazaban romperse.»
Bien, veamos
qué pasó. Por qué la abundancia de peces.
1. Fueron
humildes.
2. Escucharon a
Jesús.
3. Hicieron lo que
les pidió.
Tú haz igual.
Escucha a Jesús y haz lo que Él te diga.
El punto de
partida: silencio, oración
Pero, ¿cómo es
esto posible? Puedes ir al Sagrario y en devoto silencio lo podrás escuchar.
¿Van mal las
cosas en tu apostolado? Es hora de hacer un alto, guardar silencio, escuchar a
Jesús y orar.
Esto ya lo
sabes, pero te lo debo repetir: para que tu acción apostólica sea eficaz y dé
frutos, lo primero siempre será la oración, una combinación de gracia
santificante, confianza en Dios y tu oración personal.
Ese contacto
directo con Dios que abre puertas y te muestra el camino a seguir.
ORAR SIN
DESANIMARSE
Debes orar,
siempre, sin desanimarte, sabiendo que Dios nos escucha y en su momento te responderá.
Las Sagradas
Escrituras nos dicen:
“Vivan orando y
suplicando. Oren en todo tiempo según les inspire el Espíritu. Velen en común y
perseveren en sus oraciones sin desanimarse nunca, intercediendo en favor de
todos los santos, sus hermanos”.
Efesios 6
Si no rezas, lo
que hagas podrá dar frutos temporales, pasajero, pero no dará frutos de
eternidad. Estás arando en el mar. Recuerda todo empieza por la oración.
¡Dios te
bendiga!
Claudio de
Castro
Fuente: Aleteia