Gracias al proyecto #HazMemoria, cada semana la Iglesia recuerda lo que hace en relación a un campo concreto de su actividad y porqué lo hace
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Luís García/Ecclesia |
El sacerdote
diocesano Luis García Gutiérrez es un estudioso de la liturgia. Además, por
el oficio que desempeña como vicario general, en su diócesis de León atiende
en este tiempo a la llamada sinodal convocada por el Papa Francisco en la Iglesia,
emprendiendo un proceso de comunión, participación y misión.
Son tres
palabras que se encuentran bien vinculadas a otra esencial para los creyentes
como es la liturgia, donde se vive y siente la fe. “En la liturgia se
escucha cómo late el corazón de la Iglesia”, apunta Luis García. “Son palabras
bien hermosas que nos dejó escritas un autor a principios del siglo XX Anton
Baumstark, y que tienen plena vigencia y actualidad”.
Para quienes lo
desconocen o apenas guardan en la memoria lo ineludible que es para llamarse
cristiano la participación en las celebraciones litúrgicas este claro
repaso por esta actividad esencial de la Iglesia se lo refrescará. Lo que no
precisan quienes asisten a los más de nueve millones y medio de eucaristías que
se celebran al año en nuestro país.
Luis García ha
sido entrevistado por la oficina de prensa de la CEE a raíz del
proyecto #HazMemoria que esta semana se centra en la liturgia. La
celebración cristiana no solo supone la fe, también la fortalece, la acrecienta
y la expresa con palabras y acciones. Centenares de fiestas y lugares sagrados,
además de expresiones de la religiosidad popular, tienen su origen y centro en
la vida sacramental. El fruto de la vida sacramental es a la vez personal
y eclesial.
¿Por qué la
liturgia es el corazón de la Iglesia?
Porque en ella
está Dios mismo. No debemos olvidar que en la liturgia celebramos el
acontecimiento pascual de Jesucristo, muerto y resucitado. Acontecimiento que
se hace real, vivo para cada uno de los creyentes, y que se actualiza en la
celebración litúrgica.
¿Y cómo se
realiza la liturgia?
En la liturgia
alabamos a Dios. La liturgia tiene un sentido ascendente y un sentido
descendente. Recuerda el Concilio Vaticano II como Dios nos bendice, nos
da su gracia, nos da una vida nueva, en la persona de Jesucristo.
Los actos
litúrgicos se realizan por medio de gestos sencillos y palabras, utilizando
algún elemento creado por Dios. Pensemos en el agua, o el pan, el vino y el
aceite que son usados en la liturgia, a los que acompaña las palabras
concretas que la Iglesia ha establecido.
Pensemos en la
celebración de los sacramentos, en la Liturgia de las horas que santifica los
distintos tiempos del día, el Año Litúrgico, los Sacramentales, las
Bendiciones. Todo esto es liturgia. Cada celebración, a su modo, nos hace
participar de la vida de Cristo.
Así pasa, por
ejemplo, en la celebración del bautismo, donde se derrama el agua sobre la
cabeza, a la vez que se dice “Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo”. Ahí ya acontece el milagro de la liturgia, el milagro de
la incorporación a Jesucristo, de la vida nueva, de la incorporación a la
Iglesia.
¿Cuál es la
importancia del domingo en la liturgia?
Un
acontecimiento litúrgico en la vida de la Iglesia es el sacramento de la
eucaristía, a la que todos estamos llamados a participar, sobre todo en la
eucaristía dominical. La liturgia del domingo nos reúne a todos como hijos de
Dios, como miembros de la misma comunidad. A la liturgia del domingo la
denominaban Pascua semanal los antiguos cristianos, una expresión que ahora se
recupera.
En la
eucaristía los cristianos, participando de la misma fe, escuchamos la palabra
de Dios, recibimos el cuerpo y la sangre del Señor, que alimenta nuestra vida
cristiana. Desde ahí nos sentimos impulsados a vivir en nuestra vida cotidiana
el amor a Jesucristo y el amor a los demás. De esto modo anunciamos con
nuestras palabras y nuestras obras la vida nueva, la buena noticia.
¿Cómo marca la
liturgia el tiempo en el transcurso del año?
Desde esa
Pascual semanal, el domingo, también celebramos otra Pascua, la Pascua anual
por primavera, siguiendo la costumbre del pueblo de Israel. Ahora bien, si
Israel celebraba la libración del pueblo de la esclavitud de Egipto, ahora
celebramos la liberación de todos los pueblos (todos los hombres) de la
esclavitud del pecado y de la muerte.
A partir de esa
Pascua se va desarrollando el Año Litúrgico con distintos tiempos litúrgicos,
que van educándonos con la pedagogía y la sabiduría de la Iglesia, que ha
desarrollado durante siglos en varios aspectos de la vida cristiana.
Por ejemplo, la
Cuaresma, llamándonos a la conversión, a reconciliarnos con Dios y con los
hermanos. O el tiempo de Adviento, al recordar que estamos
esperando la venida de Jesucristo, su segunda venida.
¿La
convocatoria del Sínodo pasa también por la liturgia?
Ahora en la Iglesia
celebramos un tiempo sinodal. Es tiempo en el que se nos recuerdan tres
palabras: comunión, participación y misión.
La liturgia nos
ayuda a vivir la comunión, a encontrarnos como hermanos en la misma
celebración. A sentirnos partícipes, no solo en la celebración que es esencial,
la participación litúrgica de todos en la vida de la Iglesia, sino también
en todas las actividades que la Iglesia pueda realizar. Y finalmente la misión:
como dice al terminar la celebración litúrgica, nos sentimos impulsados,
animados a testimoniar a Jesucristo.
Dice el
Concilio Vaticano II que la liturgia es “la cumbre y fuente de la vida, de la
misión de la actividad de la Iglesia”. Ciertamente la liturgia no agota
toda la actividad de la Iglesia, pero es su corazón, la parte más esencial.
Llegamos a ella mediante las obras de apostolado, llamando a la conversión y
abrirnos a Jesucristo. Y de ella salimos también impulsados a vivir
su Evangelio.
Fuente:
Ecclesia