Con sus hermanas de comunidad religiosa, ofrecía asistencia en salud, educación, alimentos, alfabetizaba a mujeres y las capacitaba en tareas productivas, organizaba clubes juveniles y catequesis familiar en las comunidades rurales
La
religiosa María Agustina
Rivas López, más conocida como “Aguchita”, ya es beata. La mártir, asesinada en 1990 por
terroristas del grupo comunista Sendero Luminoso, fue beatificada este sábado
en el mismo lugar de la localidad peruana de La Florida, donde la monja de la
Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor perdió la vida.La hermana Aguchita fue beatificada en el mismo lugar
en el que fue asesinada. Dominio público
La
beatificación estuvo presidida por el cardenal venezolano Baltazar Porras,
enviado por el Papa Francisco. La Eucaristía, oficiada frente a la iglesia de
Santa Rosa de Lima, en la zona
amazónica del departamento de Junín, estuvo copresidida por 20 obispos
peruanos y asistieron más de 3.000 fieles.
“El
martirio de la hermana Aguchita tiene varias caras que merece tener en cuenta: en primer lugar el sinsentido de
la violencia, el crimen, la injusticia, lo nefasto de las ideologías para
quienes la vida humana no cuenta”, indicó el cardenal Porras.
Por
ello, el purpurado pidió para que “la
guerrilla y la guerra desaparezcan para siempre del mundo entero y que
en esta bendita tierra de la selva amazónica seamos capaces de sanar el dolor y
el desprecio, asegurando, construyendo lentamente la globalización de la
solidaridad sin dejar a nadie al margen”.
De
este modo, Porras pidió rezar por “las miles de víctimas del terrorismo en el Perú”.
Sobre
Aguchita, el enviado del Papa aseguró que “en ella el martirio no fue una improvisación, sino el
holocausto final del amor a su vocación”.
“Hoy
celebramos el triunfo de
la vida sobre la muerte y asumimos el reto pascual de ser discípulos y
misioneros apasionados por aprender y enseñar a vivir”, agregó.
Del
mismo modo, el cardenal Porras consideró que Aguchita se convirtió con su
muerte “en el mejor regalo
a los desvelos del Papa Francisco para ayudar a despertar el afecto
por la tierra amazónica, que es también nuestra”, por lo que el Cardenal dijo
que “la hermana María Agustina merece ser patrona de esta porción del mundo
para bien de toda la humanidad”.
Quién era la hermana Aguchita
María
Agustina Rivas López ("Aguchita"), religiosa de la comunidad del Buen
Pastor, servía al pueblo
ashaninka en la selva central del Perú. Con sus hermanas de comunidad
religiosa, ofrecía asistencia en salud, educación, alimentos, alfabetizaba a
mujeres y las capacitaba en tareas productivas, organizaba clubes juveniles y
catequesis familiar en las comunidades rurales.
Su labor se centraba
sobre todo en las comunidades ashaninka del Valle del Perené, una comunidad de unas
55.000 personas, un pueblo indígena profundamente afectado por la guerra
interna de Perú que se hizo más intensa a partir de finales de los años 80.
De
1980 al año 2000 los terroristas marxistas-maoístas de Sendero Luminoso asesinaron a entre 31.000 y 48.000
personas en Perú, según las distintas fuentes. Querían eliminar cualquier
fuente de organización, orden o prosperidad que no viniera de su control
directo.
Ya
habían llegado antes a los pueblos de las misioneras, a veces con amenazas,
otras veces con disparos, pero en alguna ocasión habían dicho a las misioneras
que no las dañarían.
El martirio, ante todo el pueblo reunido
Ese
día llegó al pueblo de La Florida un grupo de 15 a 18 jóvenes armados de
Sendero Luminoso; algunos eran incluso niños de 10 a 12 años. Ordenaron que todo el pueblo
se reuniera en la plaza. Una joven vio a Aguchita, de 70 años, y le ordenó
acudir. Ella antes se desvió para apagar la cocina. La chica armada dijo al
jefe de grupo que la religiosa no había obedecido.
El
jefe ordenó a la misionera ponerse junto a las personas cuyos nombres leían en
una lista. En la lista figuraba la Hermana Luisa, de la Congregación del Buen
Pastor, pero como no estaba en el pueblo el jefe dijo: "Tu pagarás por ella!"
Con
todo el pueblo reunido, el jefe proclamó las causas por la que había que
castigar a las religiosas: trabajar con los ashaninkas, "hablar de paz y no hacer
nada", "distraer a las niñas con caramelos",
"distribuir alimentos", organizar a las mujeres y trabajar con los
pobres Aguchita intentó juntar las manos y arrodillarse para morir en oración
pero le fallaron las piernas: recibió
5 balazos.
Fuente: ReL