"Cuando una civilización arranca de su suelo el árbol del don como gratuidad, su decadencia se hace imparable. Pues bien, la familia es el principal plantador del árbol de la gratuidad"
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Las palabras
del Papa a los participantes en la Asamblea Plenaria de la Pontificia Academia
de Ciencias Sociales que se centran en la familia como un bien relacional que
beneficia a toda la sociedad y en particular a sus miembros más frágiles.
La
realidad de la familia, entendida como un "bien relacional", está en
el centro de los trabajos de la Sesión Plenaria de la Pontificia Academia de
Ciencias Sociales, una elección apreciada por el Papa Francisco, que en su
discurso destaca la importancia del vínculo familiar, hoy cuestionado, del que
esboza las características: el don, la reciprocidad, la generatividad, la
acogida, indispensables para la construcción "de una sociedad fraterna y
capaz de cuidar la casa común".
La familia está inscrita en la naturaleza de la mujer
y del hombre
A
los participantes en la sesión plenaria, Francisco les dice que es necesario
redescubrir el valor de la familia y observa:
"La
familia ocupa casi siempre el primer lugar en la escala de valores de los
distintos pueblos, porque está inscrita en la propia naturaleza de la mujer y
del hombre. En este sentido, el matrimonio y la familia no son instituciones
puramente humanas, a pesar de los numerosos cambios que han sufrido a lo largo
de los siglos y de las diferencias culturales y espirituales entre los distintos
pueblos".
Una relación basada en el amor mutuo
El
riesgo, como ocurre en parte en Occidente, continúa el Papa, es vivir el
matrimonio de forma privada. En este caso, la familia queda "aislada y
fragmentada" y puede perder sus funciones sociales. El Papa precisa el
fundamento de la vida familiar:
"Se
trata entonces de entender que la familia es buena para la sociedad, no como
una mera agregación de individuos, sino como una relación fundada en un
"vínculo de mutua perfección", para usar una expresión de San Pablo.
En efecto, el ser humano ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, que es
amor. El amor mutuo entre el hombre y la mujer es un reflejo del amor absoluto
e indefectible con el que Dios ama al ser humano, destinado a ser fecundo y a
realizarse en la obra común del orden social y del cuidado de la
creación".
Una fuente de bienes para la comunidad
El
Papa Francisco continúa explicando que la familia es un vínculo relacional de
perfección "que consiste en compartir relaciones de amor fiel, confianza,
cooperación y reciprocidad". En ello radica la felicidad de sus miembros y
de los demás:
"Entendida
así, la familia, que es un bien relacional en sí misma, se convierte también en
fuente de muchos bienes y relaciones para la comunidad, como la buena relación
con el Estado y otras asociaciones de la sociedad, la solidaridad entre las
familias, la acogida de los que tienen dificultades, la atención a los más
pequeños, la lucha contra los procesos de empobrecimiento, etc".
Francisco
subraya además la humanización de las personas que aporta la familia a través
de la relación del "nosotros", al tiempo que promueve "las
legítimas diferencias de cada persona".
La familia, un lugar de acogida que hay que apoyar
A
continuación, el Papa destaca la familia como lugar de acogida. Sus
pensamientos se dirigen a las familias con miembros frágiles, enfermos o
discapacitados, a las familias adoptivas y de acogida, a las que cuidan de los
inmigrantes y los marginados. Y recuerda que la familia, cuanto más sea ella
misma, es el principal antídoto contra la pobreza y contra el problema del
actual invierno demográfico. Pero, advierte el Papa, hay que ayudar, "es
posible una sociedad 'amiga de la familia'":
"Es
necesario promover en todos los países políticas sociales, económicas y
culturales "favorables a la familia". Se trata, por ejemplo, de
políticas que permitan armonizar familia y trabajo; políticas fiscales que
reconozcan las cargas familiares y apoyen las funciones educativas de las
familias adoptando instrumentos adecuados de equidad fiscal; políticas de
acogida de la vida; servicios sociales, psicológicos y sanitarios centrados en
el apoyo a las relaciones de pareja y parentales".
Liberar nuestra mirada de las ideologías que ocultan
la realidad
Si
una sociedad desarraiga el valor de la gratuidad, "su declive es
imparable", dice el Papa, que reitera: "la familia es el primer
sembrador del árbol de la gratuidad". Por lo tanto, es necesario
redescubrir la belleza de la familia, pero, dice el Papa, se necesitan algunas
condiciones:
"La
primera es eliminar del ojo de la mente la "catarata" de las
ideologías que nos impiden ver la realidad. Esta es la pedagogía del maestro
interior -la de Sócrates y San Agustín- y no la que simplemente busca el
consenso. La segunda condición es el redescubrimiento de la correspondencia
entre el matrimonio natural y el matrimonio sacramental. (...) La tercera
condición es, como recuerda Amoris laetitia, la conciencia de que la gracia del
sacramento del matrimonio -que es el sacramento "social" por
excelencia- sana y eleva a toda la sociedad humana y es fermento de
fraternidad".
Confiando estas reflexiones a los participantes en la
sesión plenaria de la Academia Pontificia, el Papa concluye su discurso con
renovadas palabras de gratitud y aprecio por sus actividades, y los bendice de
corazón.
Adriana
Masotti - Ciudad del Vaticano
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