El congreso internacional sobre doctoras de la Iglesia y patronas de Europa en diálogo con el mundo de hoy visibiliza a las mujeres que revolucionaron la Iglesia. Con la recaudación se financiarán proyectos de formación en el Líbano
| Foto: Universidad Católica de Ávila |
Una
renovación que ejerció desde el amor, sin reproches o venganzas, y que comenzó
por ella misma. «Nos lo cuenta en uno de sus escritos, que iba de pasatiempo en
pasatiempo y de vanidad en vanidad, en un tiempo muy convulso para la Iglesia y
para el mundo», explica María del Rosario Sáez Yuguero, rectora de la
Universidad Católica de Ávila (UCAV).
La santa española comparte cartel en el congreso internacional Doctoras de la Iglesia y patronas de Europa en diálogo con el mundo de hoy con otras cinco mujeres que, con una pizca de rebeldía, marcaron el paso en la Iglesia. El objetivo del encuentro es conmemorar el reciente 50 aniversario del doctorado de Teresa de Jesús, además de los 400 años de su canonización (12 de marzo de 1622), el 25 aniversario del doctorado de Teresa de Lisieux, y el décimo de Hildegarda de Bingen.
A estas mujeres, doctoras de la Iglesia,
se añaden las patronas de Europa proclamadas por san Juan Pablo II en
1999, Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) y Brígida de Suecia,
junto con Catalina de Siena.
Son seis mujeres cultas y libres que
no tuvieron miedo de escuchar su verdadera vocación y llevarla hasta sus
últimas consecuencias. «El congreso pretende acercarlas a la actualidad porque
tienen mucho que decir al mundo de hoy», asegura Marta Rodríguez, de la Cátedra
de Estudios sobre la Mujer del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum y miembro
del comité organizador de este congreso, el primero que aborda esta temática de
una manera explícita en un encuentro académico. «Son mujeres antídoto», incide.
Santa Teresa de Jesús vivió
«con mucha libertad» y «con una independencia abrumadora», sobre todo fruto de
una intensa vida interior, recuerda Sáez Yuguero. «Trató con todo tipo de personas;
desde el rey Felipe II a los obreros que construían sus monasterios, viajó por
toda España…». La monja carmelita también fue una de las grandes escritoras del
Siglo de Oro de la lengua castellana, aunque nunca se atrevió a publicar nada
en vida. Fue tan rebelde que hasta se topó con la Inquisición. Fundó 17
conventos y sus versos aún encandilan a muchísimos jóvenes poetas. «Dejó un
legado espiritual impresionante» y sus escritos son hoy una lección magistral
«sobre cómo buscar a Dios en libertad».
Por su parte, en pleno siglo
XII, Hildegarda de Bingen se rebeló al corsé que imponía el
analfabetismo. Quería que sus monjas fueran listas y valientes: «Se preocupó de
su formación, pero entendida como un todo universal. Tenía conocimientos de
botánica, medicina, música… Esto fue un verdadero despertar para la vida
consagrada que se retomó después, durante el Concilio Vaticano II», reseña Sáez
Yuguero. Nunca se dejó intimidar por los reproches, pero tampoco se desvió con
las alabanzas.
Otro ejemplo que ilumina el camino
de las mujeres en la Iglesia es santa Catalina de Siena, que devolvió al papado
la sede romana y el prestigio perdidos tras los controvertidos años de Aviñón.
«Habló al Papa de tú a tú y le exhortó a que volviera a Roma». «Fue una profeta
de su tiempo», incide por su parte Anita Cadavid, directora del Instituto de
Estudios Superiores sobre la Mujer del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum,
quien destaca la firmeza de esta mujer que, a la vez, mostró el camino para
luchar contra el clericalismo. Más que feministas, fueron «grandísimas mujeres
que desarrollaron sus cualidades» en tiempos recios en los que la mujer «no
contaba nada y no sabía ni leer ni escribir».
Las protagonistas de este simposio
que se celebrará durante los días 7 y 8 de marzo en la Pontificia Universidad
Urbaniana de Roma, evidencian que el empoderamiento femenino en la Iglesia
católica no es un asunto solo actual. «En esta época tan polarizada, su mensaje
de creatividad y comunión puede aportar mucha luz a una Europa en búsqueda de
sentido», refiere Anita Cadavid.
Todas ellas fueron místicas y contemplativas, pero con los pies enraizados al suelo. «Eran mujeres de su tiempo, muy consecuentes con la realidad que les tocó vivir, que no se apartaron ni un ápice de los problemas de su tiempo», recalca. Este congreso «no es una cuestión de ideología», sino, ante todo, «de espiritualidad», y traerá aire fresco para el camino sinodal que ha iniciado el Papa Francisco. Además, tiene un noble fin. Lo que se recaude de las cuotas de inscripción y los donativos será destinado a tres proyectos de formación y alfabetización en el Líbano.
Victoria Isabel Cardiel C.
Fuente: Alfa y Omega