Eva Fernández Salazar relata su historia de superación en «Un viaje sin equipaje»
Eva María Salazar se dirige a los jóvenes: "Depositad la confianza en Cristo, haced de la fe el pilar de vuestra vida". |
"Muchos me preguntaréis: ¿Cómo es posible que un cáncer se convierta en un regalo de
Dios?": así avanzaba Eva María Fernández Salazar la
duda que surge al conocer su historia en el canal de Jóvenes Católicos.
Nacida en 1970, reunía una trayectoria profesional implacable con una
licenciatura en derecho, el comienzo de su doctorado en economía y un título en
Educación Infantil cuando le detectaron un devastador cáncer de mama. Para ella fue "la oportunidad
de llegar a Dios".
Esta "oportunidad", que ha relatado extensamente en Un viaje sin equipaje (PPC) comenzó
cuando en 2017 le comunicaron un diagnóstico que lo cambió todo.
"Atravesar la
enfermedad, ha cambiado mi vida y mi relación con Dios. De ahí la necesidad
de contar mi experiencia de fe en este libro: para poder consolar a otros, como
Cristo me ha consolado a mí. He relatado cómo he encontrado al Señor en esos
fríos pasillos de hospital y como ha sido mi fortaleza para atravesar las
pruebas que he soportado", explica.
Desde hace ya cinco años, Eva no ha hecho más que comprobar que
"mirando la adversidad y la enfermedad nos hundimos", mientras que
solo "mirándolo a Él somos
capaces de `caminar sobre las aguas´, que son el arado desde el que debemos
dar fruto".
Abrazar la cruz,
imprescindible para el cristiano
Sin embargo, explica que no basta con mirar a Dios, sino que se
hace imprescindible
"abrazar" el dolor y el sufrimiento.
"Un
cristiano no puede vivir su fe si no coge su cruz. Unas veces será
enfermedad, otras el desempleo, una perdida, la tristeza o la soledad, pero el
Señor quiere que lo abracemos. No va a venir a cambiar nuestras circunstancias
y decirnos que todo está solucionado -si es su voluntad lo hará cuando considere
oportuno-. Lo que nos viene a decir es que desde esa circunstancia tenemos que abrazar esa cruz, el regalo
que Dios nos da para poder llegar hasta Él".
Solo así se explica "que un diagnóstico de cáncer se convierta en un regalo de Dios".
"En mi caso, lo que aparentemente era muy negativo me ha dado tanto amor de Dios,
tanta alegría, tanta fortaleza consuelo y paz que no he podido guardármela, y
por eso he necesitado 150 páginas donde volcar un amor que empezó con el Señor regalándome
los dones para llevar la enfermedad, fortaleza, paz, alegría, serenidad y
también Su consuelo".
Feliz y libre tras su
enfermedad
Y es que para Eva, de cómo se lleve la cruz depende, en última
instancia, la felicidad y la propia salvación: "La enfermedad me ha regalado un corazón de niña, que sabe
que su Padre correrá a abrazarla cada vez que se caiga. He perdido muchas capas
de mi corazón en el proceso, cada capa era un yugo, una esclavitud más a la que
el mundo me tenía aferrada. Ahora
puedo decir que, por primera vez en mi vida, me siento libre".
Por este motivo encuentra que si hay algo que sufre la sociedad
actual es la depresión, la tristeza y la ansiedad ante las pruebas del día a
día.
"El dolor no
encaja con la vida de éxito que el mundo nos vende. Esta sociedad
individualista, donde todo depende del hombre, no necesita a Dios y sin embargo sufre, porque le ha hecho
desaparecer de Su existencia. De ahí el vacío existencial, que nunca se logrará llenar al margen del
Señor", explica.
Especialmente en el caso de la juventud. "Nada de lo que el mundo les
ofrece, les podrá sustentar, porque todo tiene fecha de caducidad: la
belleza, el éxito, los títulos y posesiones y hasta el amor humano puede
fallar", añade.
"Depositad la confianza
en Cristo"
Por eso Eva, que hoy estudia un grado en Ciencias Religiosas, se
dirige especialmente a ellos: "Os animo a que depositéis la
confianza en Cristo y que
hagáis de vuestra fe el pilar de vuestra vida. No hay nada ni nadie que nos
pueda sostener en este mundo, solo Jesús".
Frente al modelo de una existencia vacía, la enfermedad le ha
mostrado que "la vida es
un viaje que tiene por destino encontrar a Dios", a quien ella halló
en esos fríos pasillos de hospital".
El día que lo haces, concluye, "lloras por los años que
viviste sin Él y te cambia la vida. Entiendes que la felicidad no depende de tus propias fuerzas y te das
cuenta de que hay alguien
más que te ama de forma incondicional y que te acompañará
siempre".
Fuente: ReL