El precio del aprendizaje
| Dominicas de Lerma |
Hola, buenos
días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
El otro día
vino nuestro párroco al torno a por unas cosas, así que aproveché para
saludarle y comentar con él su última obra de arte, un enorme corazón que había
sido su “apoyo visual” en la homilía.
-¿Dónde has
aprendido a hacer esto?
-¡¡Autodidacta!!
-respondió él.
-¡¡Ufff!! Yo a
veces no me lanzo porque me da miedo equivocarme… -reconocí.
Y entonces
Pedro, en un tono más serio, comenzó a contarme algo impresionante:
-Tengo un amigo
que es empresario. Si uno de sus trabajadores comete un fallo, puede suponerle
una pérdida económica importantísima, tal vez de miles de euros… Pero, si un
trabajador comete un error así, ¡¡nunca lo despide!! Cuando le pregunté el
motivo, mi amigo me respondió: “Por muy caro que haya salido el fallo, ese
trabajador ya sabe cuál ha sido el error. Si le despido y pongo a otro, ¡¡puede
caer en lo mismo!! Este, en cambio, ha aprendido… y puede convertirse en
beneficio”.
¡¡¡Cómo me
impresionó!!! Y, ciertamente, no nacemos sabiendo. Necesitamos tiempo,
maduración, esperas… y errores. ¡No todo sale a la primera! El problema llega
cuando, tras ese fallo, ponemos el juicio.
Porque, ¿quién
no se ha criticado a sí mismo cuando las cosas no salen? Y quizá el fallo no ha
sido tan terrible, pero podemos hacernos un autoboicot de primera… que nos lleve
a desistir.
Sin embargo,
¿qué hace Cristo ante nuestros errores? ¡¡Igual que ese empresario!! ¡¡¡Él
nunca nos despide!!! Él sigue contando con nosotros, es el Dios de las nuevas
oportunidades. Y, si no lo crees, no hay más que mirar a los apóstoles: el uno
le niega, y le nombra Papa; los otros huyen ante los soldados, y les nombra
mensajeros de Evangelio para todo el mundo…
Solo la mirada
compasiva de Jesucristo puede sanar nuestra mirada. Solo su amor puede ponernos
de nuevo en pie tras cada caída. Solo de su mano podemos transformar cualquier
error… en el mejor aprendizaje. ¡Con Él nunca se pierde la partida!
Hoy el reto del
amor es dar nuevas oportunidades. En primer lugar, ¡a ti mismo! Te invito a que
hoy sientas esa mirada, llena de sueños, que Cristo posa sobre ti. Él te mira
con amor, con esperanza, ¡porque Él puede hacer cosas grandes contigo! Su
misericordia es más grande que cualquier error. Confía, sonríe… y, si alguien
comete un fallo, mira al Señor y no pongas juicios, ¡sino oportunidades! ¡Feliz
día!
VIVE DE CRISTO
¡Feliz día!
22 febrero 2022
Fuente:
Dominicas de Lerma