Cercanía con Dios, cercanía con los obispos, cercanía entre sacerdotes y cercanía al pueblo son los cuatro puntos centrales del mensaje de Francisco
| Simposio "Hacia una teología fundamentalmente del sacerdocio" |
En la mañana
del jueves 17 de febrero en el Aula Pablo VI del Vaticano comenzaron los
trabajos del Simposio “Hacia una teología fundamental del sacerdocio”,
organizado por la Congregación para los Obispos y el Centro de Investigación y
Antropología de las Vocaciones, que se extenderá hasta el sábado 19. En sus palabras,
el Cardenal Marc Ouellet, Prefecto de la Congregación para los Obispos, expresó
que “el objetivo de este simposio es profundizar el horizonte global del
sacerdocio de Cristo”.
El Santo Padre
Francisco brindó un extenso e inspirador discurso inaugural ante un auditorio
en el que se encontraban cardenales, sacerdotes, laicos y religiosos, además
del público que se conectó a la transmisión en vivo.
Su mensaje se
articuló en torno a cuatro pilares que dan solidez a la persona del sacerdote,
las “cuatro columnas constitutivas de nuestra vida sacerdotal”, que él denominó
“las cuatro cercanías”. “Siguen el estilo de Dios, que fundamentalmente es un
estilo de cercanía” (cf. Dt. 4, 7). Francisco consideró que dichos
principios pueden “ayudar de manera práctica, concreta y esperanzadora a
reavivar el don y la fecundidad que un día se nos prometió”.
“Sin estas
cercanías, un sacerdote es solo un obrero cansado”
El primer
aspecto desarrollado fue la cercanía con Dios, recalcó la importancia de la
vida espiritual al marcar la diferencia con la “mera práctica religiosa” y
remarcó que la falta de intimidad del Señor es el origen de muchas crisis
sacerdotales. “Sin la intimidad de la oración, de la vida espiritual, de la
cercanía concreta con Dios a través de la escucha de la Palabra, de la
celebración de la Eucaristía, del silencio de la adoración, de la consagración
a la Virgen, del acompañamiento sabio de un guía, del sacramento de la
Reconciliación, sin estas ‘cercanías’, en definitiva, un sacerdote es, por así
decirlo, solo un obrero cansado que no goza de los beneficios de los amigos del
Señor”, enfatizó.
Francisco
recordó algunas ocasiones en que ha preguntado a sacerdotes cómo regresan a sus
hogares después de una jornada intensa de trabajo. Narraba que algunas respuestas
son “Muy cansado” y, al consultar qué hacían, algunos le decían que se iban a
descansar directamente. “Perseverar en la oración no solo significa permanecer
fieles a una práctica, sino no escapar cuando precisamente la oración nos lleva
al desierto”, manifestó. En este sentido, interpeló: “¿Te dejas llevar al
desierto o prefieres el ‘oasis de la televisión’?”.
“Un sacerdote
debe tener un corazón suficientemente ‘ensanchado’ para dar cabida al dolor del
pueblo que le ha sido confiado y, al mismo tiempo, como el centinela, anunciar
la aurora de la Gracia de Dios que se manifiesta en ese mismo dolor”, expresó.
El Sucesor de Pedro agregó que “abrazar, aceptar y presentar la propia miseria
en cercanía al Señor será la mejor escuela para poder hacer lugar gradualmente
a toda la miseria y el dolor que encontrará diariamente en su ministerio hasta
que él mismo se vuelva como el corazón de Cristo”.
“Las cercanías
nos permiten romper la lógica del encierro”
En el segundo
punto, Francisco se refirió a la cercanía con el obispo y acotó que la
obediencia no es un “atributo disciplinar sino la característica más profunda
de los vínculos que nos unen en comunión”. “Obedecer significa aprender a
escuchar y recordar que nadie puede pretender ser el poseedor de la voluntad de
Dios, y que esta solo puede entenderse a través del discernimiento”. Por tanto,
“la obediencia es escuchar la voluntad de Dios, que se discierne precisamente
en un vínculo”.
El Papa
consideró que “esta lógica de las cercanías posibilita romper toda tentación de
encierro, de autojustificación y de llevar una vida ‘de solteros’”. También
aludió a la necesidad de que los sacerdotes recen por los obispos y se animan a
expresar sus opiniones con respeto y sinceridad, así como la importancia de la
humildad, capacidad de escucha, autocrítica y de “dejarse ayudar” por parte de
los obispos.
“Ser santos con
los demás”
El Obispo de
Roma se detuvo también en la cercanía entre sacerdotes. Puntualizó que “la
fraternidad es escoger deliberadamente, ser santos con los demás y no en
soledad”. A su vez, evocó un proverbio africano que dice: “Si quieres ir
rápido, tienes que ir solo, mientras que, si quieres ir lejos, tienes que ir
con otros”.
Reconoció que a
veces “parece que la Iglesia es lenta –y es verdad-, pero me gustaría pensar
que es la lentitud de quien ha decidido caminar en fraternidad”.
Francisco
afirmó que “ahí donde funciona la fraternidad sacerdotal y hay lazos de
auténtica amistad, también es posible vivir con más serenidad la elección del
celibato”, pues “es un don que la Iglesia latina custodia, pero es un don que,
para ser vivido como santificación, requiere relaciones sanas, vínculos de
auténtica estima y genuina bondad que encuentran su raíz en Cristo”.
Cercanía con el
pueblo
Por último, el
Santo Padre subrayó la pertinencia de la cercanía del pastor a su pueblo, de
convocar a la comunidad y ayudar a crecer el sentimiento de pertenencia al
Santo Pueblo de Dios. “Si el pastor anda disperso, lejano, las ovejas también
se dispersarán y quedarán al alcance de cualquier lobo”, dijo.
Esta
pertenencia es, según el Papa, un “antídoto contra la deformación de la
vocación que nace precisamente de olvidarse que la vida sacerdotal se debe a
otros”, un olvido que está “en las raíces del clericalismo y sus consecuencias”.
“El
clericalismo es una perversión porque se constituye con ‘lejanías’. Cuando
pienso en el clericalismo, pienso también en la clericalización del laicado,
esa promoción de una pequeña élite que alrededor del cura termina también por
desnaturalizar su misión fundamental”, sentenció el Pontífice (cf. Gaudium et
spes, 44).
Sebastián
Sansón Ferrari – Ciudad del Vaticano
Vatican News