El Santo Padre llama a meditar sobre ese caminar de los Reyes Magos hacia Jesús que relata el Evangelio de hoy
Francisco preside la Santa Misa de la Epifanía en la Basílica de San Pedro |
En esta
solemnidad de la Epifanía, Francisco invita a imitar a los Reyes Magos que
llevados por el impulso del deseo abandonan las comodidades y seguridades de su
posición para arriesgarse en la aventura de mirar “más allá” de lo visible, en
un viaje fascinante siempre en busca de Dios.
Caminar
al encuentro de Dios, dejar la apatía y la resignación de una vida mediocre,
abandonar una fe repetitiva y cansada para que animados por el deseo de una
vida plena en el Señor podamos renovarnos y comprometernos por los demás y por
el bien. Esta es la invitación del Papa en su homilía de la Misa, este 6
de enero, solemnidad de la Epifanía, celebrada esta mañana en la Basílica de
San Pedro. Y para ello, el Santo Padre llama a meditar sobre ese caminar de los
Reyes Magos hacia Jesús que relata el Evangelio de hoy (Mt 2,1-12), sobre el
impulso que lleva a estos sabios de fama y riqueza a abandonar esa seguridad
cultural, social y económica para seguir una estrella que los guía hasta “el
rey de los judíos”, sobre la “sana inquietud” que los lleva a peregrinar y que
tiene su respuesta en “el deseo”.
“Desear significa mantener vivo el fuego que arde
dentro de nosotros y que nos impulsa a buscar más allá de lo inmediato, más
allá de lo visible. Es acoger la vida como un misterio que nos supera, como una
hendidura siempre abierta que invita a mirar más allá, porque la vida no está
“toda aquí”, está también “más allá”
La tela blanca de la vida en el Señor
Para
explicar el deseo que “ensancha nuestra mirada e impulsa la vida a ir más
allá”, el Pontífice toma prestada la frase del gran pintor, Van Gogh, que
escribía que la necesidad de Dios lo impulsaba a salir de noche para pintar las
estrellas. Entonces, el deseo “es como una tela blanca que necesita recibir
color”, afirmó el Papa, “porque Dios nos ha hecho así: amasados de deseo”.
“Nosotros somos lo que deseamos. Porque son los deseos
los que ensanchan nuestra mirada e impulsan la vida a ir más allá: más allá de
las barreras de la rutina, más allá de una vida embotada en el consumo, más
allá de una fe repetitiva y cansada, más allá del miedo de arriesgarnos, de
comprometernos por los demás y por el bien.”
Necesitamos el deseo como Iglesia
El
viaje de la vida y el camino de la fe, como lo fue para los magos - un deseo,
un impulso interior - debe serlo también para nosotros, prosiguió Francisco.
Debe llevarnos a preguntarnos “en qué punto del camino de la fe estamos” o si
estamos atrapados en una “religión convencional, exterior, formal, que ya no
inflama el corazón y no cambia la vida”. Es triste, lamentó el Papa, cuando una
comunidad de creyentes “no desea más” y cansada se deja arrastrar, en lugar de
dejarse sorprender por Jesús, por la alegría del Evangelio. La falta de deseo
lleva a la tristeza y a la indiferencia, enfatizó el Papa, al subrayar que la
crisis de la fe, en nuestra vida y en nuestras sociedades, también tiene
relación con la desaparición del deseo de Dios, con “la somnolencia del alma” y
la rutina del día a día.
“Nos hemos replegado demasiado en nuestros mapas de la
tierra y nos hemos olvidado de levantar la mirada hacia el Cielo; estamos
saciados de tantas cosas, pero carecemos de la nostalgia por lo que nos hace
falta. Nos hemos obsesionado con las necesidades, con lo que comeremos o con
qué nos vestiremos (cf. Mt 6,25), dejando que se volatilice el deseo de aquello
que va más allá.”
La fe no es una armadura
El
Santo Padre enfatizó que la fe, para comenzar y recomenzar, necesita ser
activada por el deseo, por el arriesgarse a “la aventura de una relación viva e
intensa con Dios”. Y nuevamente el Papa nos interroga: “¿mi corazón está
animado todavía por el deseo de Dios? ¿O dejo que la rutina y las desilusiones
lo apaguen?”. Como respuesta, Francisco vuelve a los magos que al encaminarse
siguiendo a una estrella nos enseñan que es necesario volver a comenzar cada
día, tanto en la vida como en la fe.
“La fe no es una armadura que nos enyesa, sino un
viaje fascinante, un movimiento continuo e inquieto, siempre en busca de Dios.”
La fe desafía las lógicas oscuras del poder
La
inquietud de los magos que se preguntan dónde está el niño también es una
enseñanza, la de escuchar con atención las preguntas del corazón, de la
conciencia, dejarse interrogar por Dios, pero también interrogarnos por las
dudas, las esperanzas y los deseos de las personas de nuestro
tiempo.
Por
otra parte, el Papa recuerda que los magos al desafiar a Herodes nos enseñan la
valentía, “que necesitamos una fe valiente, profética, que no tenga miedo de
desafiar a las lógicas oscuras del poder, y se convierta en semilla de justicia
y de fraternidad en sociedades donde, todavía hoy, tantos Herodes siembran
muerte y masacran a pobres y a inocentes, ante la indiferencia de muchos”.
La creatividad del camino sinodal
Por
último, el cambio de ruta de los magos al regresar “por otro camino”, como
apuntó el Papa, nos enseña que hay que buscar nuevos caminos también en la fe:
“Es la creatividad del Espíritu, que siempre realiza cosas nuevas.
“Es también una de las tareas del Sínodo: caminar
juntos a la escucha, para que el Espíritu nos sugiera senderos nuevos, caminos
para llevar el Evangelio al corazón del que es indiferente, del que está lejos,
de quien ha perdido la esperanza, pero busca lo que los magos encontraron, «una
inmensa alegría» (Mt 2,10).”
El deseo se renueva con la adoración
Al
concluir su catequesis, el Santo Padre retomó la importancia del deseo en el
camino de fe “que sólo encuentra impulso y cumplimiento ante la presencia de
Dios, un “deseo se renueva sólo si recuperamos el gusto de la adoración” que
hace crecer el deseo de Dios y vence a la “dictadura de las necesidades”
“El corazón, en efecto, se enferma cuando los deseos
sólo coinciden con las necesidades. Dios, en cambio, eleva los deseos; los
purifica, los sana, curándolos del egoísmo y abriéndonos al amor por Él y por
los hermanos. Por eso no olvidemos la adoración, detengámonos ante la
Eucaristía, dejémonos transformar por Jesús (…) Caminemos a su encuentro. No le
demos a la apatía y a la resignación el poder de clavarnos en la tristeza de una
vida mediocre.”
Alina Tufani – Ciudad del Vaticano
Vatican News