Transformar el corazón de los niños en lugar de oración
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Intentamos enseñarles el Padrenuestro, hacerles mantener la calma
al menos dos minutos seguidos durante la oración de la noche, inculcarles una
actitud y un silencio respetuosos cuando se arrodillen ante una estatua de la
Virgen.
Sin embargo, los niños aprenden a tejer una relación de amor con
Cristo al imitar los gestos de los adultos. Con el tiempo, sin duda que sí.
Pero ¿por qué no ponernos en este momento a su nivel?
Los niños manifiestan su amor abrazando a
sus padres, haciéndoles caricias, soplando sobre
la palma de la mano para enviar besos imaginarios…
Si aprenden el reflejo de enviar un beso a Jesús o a la Virgen
María cuando estén en una iglesia, ante un hermoso paisaje o frente al icono de
su rincón de oración, ¡eso ya es una forma de oración!
Y este amor espontáneo hacia Cristo se instalará en ellos desde
muy pequeños.
Transformar el corazón de
los niños en lugar de oración
Ante este
gesto lleno de ternura se embelesaba el papa Francisco en Roma durante la
audiencia general del 26 de agosto de 2015:
“Es hermoso
cuando las mamás enseñan a los hijos pequeños a mandar un beso a Jesús o a la
Virgen. ¡Cuánta ternura hay en eso! En ese momento el corazón de los niños se
convierte en espacio de oración”.
Una espontaneidad así
es la promesa de una vida llena de confianza en el amor de Dios, de una vida de
oración, incluso si la oración se reduce a la simple evocación de la palabra
“Padre”.
Porque “no
hay necesidad de emplear tantas palabras para rezar: el Señor sabe lo que
queremos decirle. Lo importante es que la primera palabra de nuestra oración
sea ‘Padre’”,
transmitía el Papa en su homilía del 20 de junio de 2013.
Integrar la
oración en el día a día es un don del Espíritu Santo. “Este don
del Espíritu se aprende a pedirlo y apreciarlo en la familia. Si
lo aprendes con la misma espontaneidad con la que aprendes a decir ‘papá’ y
‘mamá’, lo has aprendido para siempre”, expresó el papa Francisco en 2015.
Mathilde
De Robien
Fuente: Aleteia