El doctor Darbonne relató tras una «misa blanca» su cambio de vida y sus incoherencias pasadas
El doctor Darbonne sufrió un cambio radical en una Cuaresma y tras leer un pasaje del Evangelio de Mateo |
David P. Darbonne es un médico, especialista en
ginecología y obstetricia, que siempre se ha declarado católico practicante y además se definía
como provida. Al no practicar abortos ya se consideraba a sí mismo
defensor del no nacido, aunque no veía problemas en recetar píldoras
anticonceptivas ni implantar dispositivos DIU a las mujeres. Pero en una
Cuaresma quiso hacer un alto para rebajar el ruido de todo lo que había
alrededor. Apagó la televisión, rezó más y realizó distintas lecturas
católicas, y fue en ese momento cuando se le iluminó todo lo que había estado
haciendo. Ahí comenzó un gradual y enorme cambio de vida, que evidentemente
afectaría a su labor profesional hasta convertirse en un auténtico activista
católico provida.
Este doctor relató su testimonio tras una “Misa blanca”
celebrada en la catedral de Lake Charles y presidida por el obispo Glen John
Provost. Estas celebraciones llevan este nombre porque son eucaristías a las que acuden
médicos y sanitarios, vestidos con la bata blanca, símbolo de su hermosa
profesión.
Estas misas se celebran en muchos países aunque en lugares como
España, donde se ha legalizado recientemente la eutanasia y el aborto sigue
abriéndose paso, no se organiza en estos momentos nada similar. Muy
recomendable es el artículo firmado por Pablo J. Ginés este miércoles en ReL: Nos eutanasiaron mientras
sinodalizábamos.
En este testimonio ofrecido tras la misa blanca, el doctor
Darbonne contaba que en sus estudios en la Escuela de Medicina en la
Universidad Estatal de Louisiana se oponía a las prácticas anticonceptivas.
“Escribir recetas de píldoras anticonceptivas no era algo con lo que me
sintiera cómodo, y sabía
por mi fe católica que esto no era algo en lo que se suponía que debía estar
involucrado”, explicaba en una intervención que recoge la Diócesis
de Lake Charles.
Sin embargo, acabó sucumbiendo para así ser aceptado en el
programa de residencia de Medicina. En aquellos cuatro años como residente y
los primeros ocho ya cómo profesional colegiado el doctor Darbonne llegó a sentirse un buen médico
católico a pesar de recetar estas píldoras, colocar dispositivos intrauterinos
(DIU) y realizar algunas ligaduras de trompas.
Su razonamiento era bastante simplista, como reconoce ahora. “No tuve ningún reparo en lo que
hacía, porque no estaba haciendo abortos”, señalaba a los presentes. De
hecho, reconoció que redujo su “opinión sobre lo que era ser provida”: “si no
iba a una clínica de abortos y practicaba abortos, entonces era un médico
católico provida”.
El punto de inflexión en una
Cuaresma
Sin embargo, este autoengaño en el que vivía sufrió un duro revés en la Cuaresma de 2002. Este
médico decidió dar un paso al frente esas semanas: rezar más, escuchar sólo
música cristiana, leer libros católicos y abstenerse de ver la televisión.
"Es
asombroso lo que sucede cuando despejas tu mente de toda esa influencia", afirmó.
De este modo, el doctor Darbonne confesó que aquella cuaresma “fue un punto de inflexión. Fue
un proceso lento, pero ahí fue cuando las cosas empezaron a cambiar. Empecé a
ver las cosas de otra manera. La información que había leído antes sobre los
efectos secundarios de las píldoras anticonceptivas se volvió más obvia para
mí".
Uno de los mecanismos de la píldora anticonceptiva es que actúa
inhibiendo la implantación de un óvulo fecundado. “Lo que pasa es que la
píldora anticonceptiva provocará cambios en el revestimiento del útero de modo
que no aceptará el óvulo fecundado”, explicó.
Reconocía que ya
había leído todo eso antes pero hasta esa Cuaresma no quería aceptar aquellos
argumentos. Entonces se convenció de que “si un medicamento que estaba
recetando funciona en parte al causar la pérdida de un embarazo en sus primeras
etapas entonces no debería recetar ese medicamento”.
La incoherencia de su vida
En aquel momento, este doctor también acudía a dar algunas
lecciones a estudiantes de quinto grado (10-11 años) en una escuela
católica local. “Les expliqué a los alumnos que cuando el esperma y el óvulo se
encuentran ahí es cuando comienza la vida. Miraba la maravilla en sus ojitos y
veía esa inocencia y cómo estaban absorbiendo todo… Luego yo salí de las clases y sabía que no estaba protegiendo
esa vida de la que acababa de hablar”.
Ahora tiene muy clara la realidad: “cuando el óvulo y el
espermatozoide se unen y comienza la vida, es un alma”, que “es inmortal y nunca desaparecerá”.
Otro punto de inflexión para Darbonne fue cuando leyó y se le
iluminó el pasaje del
Evangelio de San Mateo, donde en el capítulo 18 los discípulos
preguntan a Jesús “quién es el mayor en el Reino de los Cielos”. Tras responder
que hay que ser como un niño alertaba de aquellos que los escandalizasen.
“Dios me
estaba hablando. Yo era ese hombre. Yo era el que estaba llevando a
la gente por mal camino. Yo era quien los estaba haciendo pecar. Pensé que era
un buen médico católico hasta que leí ese pasaje. Eso fue un despertar para mí,
un punto de inflexión”, recalcó.
Un paso al frente
A partir de ese momento fue muy consciente de que debía hacer
cambios en su labor cómo ginecólogo. Dos días después de aquella lectura de
Mateo envió una carta a
sus más de 3.000 pacientes informando que cambiaría la forma en la que
abordaría la planificación familiar y la anticoncepción.
El doctor Darbonne recordó que “fue un momento aterrador en mi
trabajo. Tenía miedo de perder a todos mis pacientes. Tenía miedo de
enfrentarme a hacer el ridículo ante mis socios. Perdí muchos pacientes, pero también gané otros tantos. Todos
mis socios me dijeron que me entendían, que estaban orgullosos de mí y apoyaron
mi decisión”.
No sólo cambió su forma de trabajar sino que además empezó a colaborar con
asociaciones provida realizando ecografías en casos de embarazos de
mujeres que estaban decididas a abortar.
De hecho, dijo a los presentes que “una de las cosas más hermosas que he presenciado es cuando un
embarazo de crisis llegaba a término y la madre sostenía a su bebé por
primera vez. Ella no se había doblegado a las presiones de la sociedad. No se
había inclinado ante la cultura de la muerte. Ella eligió la vida, eligió el
amor”.
J. Lozano
Fuente: ReL