Son las palabras del Papa dirigida a las personas con discapacidad, en su mensaje para la próxima Jornada Internacional dedicada a ellos, que se celebrará el 3 de diciembre
Mensaje del Papa en la Jornada Internacional de las personas con discapacidad |
El Papa en su
mensaje para la próxima Jornada Internacional de las personas con discapacidad,
habló de la discriminación que reciben aún hoy muchos de ellos por parte de la
sociedad, pero, sobre todo, dijo, la peor discriminación es la falta de
atención espiritual hacia los discapacitados.
“Frente a la
discriminación, es precisamente la amistad de Jesús, que todos recibimos como
un don inmerecido, la que nos redime y nos permite experimentar las diferencias
como una riqueza”.
Son las
palabras del Papa dirigida a las personas con discapacidad, en su
mensaje para la próxima Jornada Internacional dedicada a ellos, que se
celebrará el 3 de diciembre.
En el
mensaje, presentado
hoy en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el Papa Francisco recuerda
que la Iglesia, para cumplir su misión al servicio del Evangelio, ama y
necesita de cada una de las personas que viven con algún tipo de discapacidad.
Tener a Jesús
como amigo
Con el lema:
“Ustedes son mis amigos”, el Pontífice afirma que “¡Jesús es nuestro amigo! Él
mismo lo dijo a sus discípulos en la última cena (cf. Jn 15,14). Sus
palabras llegan hasta nosotros, iluminando el misterio de nuestro vínculo con
Él y nuestra pertenencia a la Iglesia. «La amistad con Jesús es inquebrantable.
Él nunca se va, aunque a veces parece que hace silencio. Cuando lo necesitamos
se deja encontrar por nosotros y está a nuestro lado por donde vayamos»
(Exhort. ap. postsin. Christus vivit, 154). Los cristianos hemos recibido
un don: el acceso al corazón de Jesús y la amistad con Él. Es un privilegio con
el que hemos sido bendecidos y que se convierte en nuestra llamada, ¡nuestra
vocación es ser sus amigos!”
Para nosotros
los cristianos, tener a Jesús como amigo, es el mayor de los consuelos y puede
hacer de cada uno de nosotros un discípulo agradecido y alegre, señaló el Papa,
capaz de dar testimonio de que la propia fragilidad no es un obstáculo para
vivir y comunicar el Evangelio.
“La confianza y
la amistad personal con Jesús pueden ser la clave espiritual para aceptar las
limitaciones que todos experimentamos y para vivir nuestra condición de forma
reconciliada. Pueden suscitar una alegría que «llena el corazón y la vida
entera» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 1) porque, como escribió un gran
exégeta, la amistad con Jesús es «una chispa que enciende el fuego del
entusiasmo»[1]”, señaló Francisco.
Cada uno de
nosotros contribuyen en el camino sinodal
Con el Bautismo
hace que cada uno de nosotros seamos miembros de pleno derecho de la comunidad
eclesial y, sin exclusión ni discriminación, nos da la posibilidad de exclamar:
“¡Soy Iglesia!”. La Iglesia, sigue en su mensaje el Pontífice, es la casa de
todos nosotros. Todos juntos, somos Iglesia porque Jesús ha elegido ser nuestro
amigo.
Siguiendo el
proceso sinodal que “hemos emprendido”, señala el Papa, la Iglesia “«no es una
comunidad de perfectos, sino de discípulos en camino, que siguen al Señor
porque se reconocen pecadores y necesitados de su perdón» (Catequesis, 13 abril
2016). En este pueblo, que avanza a través de los acontecimientos de la
historia guiado por la Palabra de Dios, «todos son protagonistas, nadie puede
ser considerado un mero figurante» (A los fieles de Roma, 18 septiembre 2021)”.
De consecuencia, cada uno de nosotros, estamos llamados a contribuir en el
camino sinodal, en base a esto, el Papa está convencido que, “si es realmente
«un proceso eclesial participado e inclusivo», la comunidad eclesial se verá
verdaderamente enriquecida”.
La
discriminación sigue presente en la sociedad
El Papa se
lamentó en su mensaje, que aún hoy, “por desgracia”, se siga discriminando a
quienes sufren de discapacidades, “muchos de ustedes «son tratados como cuerpos
extraños en la sociedad. [...] Sienten que existen sin pertenecer y sin
participar», y «hay todavía mucho que les impide tener una ciudadanía plena»
(Carta enc. Fratelli tutti, 98). La discriminación sigue estando demasiado
presente en varios niveles de la vida social; se alimenta de los prejuicios, la
ignorancia y una cultura que lucha por comprender el valor inestimable de cada
persona”.
En particular,
afirma, seguir considerando la discapacidad —que es el resultado de la
interacción entre las barreras sociales y las limitaciones de cada persona—
como si fuera una enfermedad, contribuye a mantener sus vidas separadas y alimenta
el estigma en su contra.
Pero la peor
discriminación, como señala el Santo Padre, es la “falta de atención
espiritual», que a veces se ha manifestado en la negación del acceso a los
sacramentos que, por desgracia, algunos de ustedes han experimentado”, al
respecto, el Papa dice que el Magisterio es muy claro en este asunto y
recientemente el Directorio para la Catequesis declaró explícitamente
que «nadie puede negar los sacramentos a las personas con discapacidad»
La pandemia:
tiempo de prueba
"La amistad
de Jesús nos protege en el tiempo de la prueba".
El Papa
recuerda en su mensaje, que en estos tiempo de pandemia, de la "que
estamos luchando por salir, ha tenido y sigue teniendo repercusiones muy duras
en la vida de muchos de ustedes". Muchos han tenido que "permanecer
en casa durante largos periodos", muchos estudiantes con discapacidad han
tenido dificultades para poder acceder a las "herramientas de aprendizaje
a distancia; a los servicios de atención al público que se interrumpieron
durante mucho tiempo en muchos países". Muchos, que viven en centros
residenciales, manifiesta el Papa, se han visto separados de sus seres
queridos. "En estos lugares el virus ha sido muy violento y, a pesar de la
dedicación del personal, se ha cobrado demasiadas víctimas. Sepan que el Papa y
la Iglesia están cerca de ustedes de manera especial, con afecto y
ternura", les dice en su mensaje.
"La
Iglesia está al lado de todos los que siguen luchando contra el coronavirus.
Como siempre, la Iglesia insiste en la necesidad de que todos sean atendidos,
sin que la discapacidad sea un obstáculo para acceder a los mejores cuidados
disponibles. En este sentido, algunas conferencias episcopales —como las de Inglaterra y Gales y la de Estados Unidos— ya han intervenido para pedir que se
respete el derecho de todos a ser tratados sin discriminación.
Nadie tan
frágil que no pueda rezar
Francisco nos
recuerda que todos están llamados a la santidad y que el encuentro con Jesús
-como se cuenta en tantos episodios bíblicos- transforma profundamente la vida
de las personas para que emprendan un camino de testimonio. A continuación,
confía, de manera especial, la misión que nace de la oración, utilizando el
ejemplo de un maestro en contemplación:
Sé que algunos
de ustedes viven en condiciones extremadamente frágiles. Pero me gustaría dirigirme
a ustedes —quizá pidiendo, cuando sea necesario, a sus familiares o a las
personas más cercanas a ustedes que les lean estas palabras o que les
transmitan este llamamiento que hago— y pedirles que recen. El Señor escucha
atentamente la oración de los que confían en Él. Que nadie diga: “No sé rezar”,
porque, como dice el Apóstol, «el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad,
porque como no sabemos orar como conviene, él mismo intercede por nosotros con
gemidos inexplicables» (Rm 8,26).
Santa Teresa de
Ávila escribió que "en tiempos difíciles se necesitan amigos fuertes de
Dios para apoyar a los débiles". La época de la pandemia nos ha mostrado
claramente que todos somos vulnerables: "Nos hemos dado cuenta de que
todos estamos en el mismo barco, todos frágiles y desorientados, pero al mismo
tiempo importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos". La
primera forma de hacerlo es rezar. Todos podemos hacerlo; e incluso si, como
Moisés, necesitamos apoyo (cf. Ex 17,10), estamos seguros de que el Señor
escuchará nuestra súplica.
Patricia
Ynestroza-Ciudad del Vaticano
Vatican News