El Papa Francisco destacó el testimonio de los cuatro nuevos beatos mártires Francesco Sojo López, Millán Garde Serrano, Manuel Galcerá Videllet y Aquilino Pastor Cambero, y esperó que puedan ser “un modelo especialmente para los sacerdotes”.
Después
de dirigir el rezo del Ángelus dominical, el Santo Padre recordó
la beatificación de estos cuatro “sacerdotes de la Hermandad de Sacerdotes
Operarios Diocesanos del Corazón de Jesús, todos ellos asesinados por odio a la
fe”.El Papa Francisco en el rezo del Ángelus. Foto: Vatican Media
“Pastores
celosos y generosos, se mantuvieron fieles a su ministerio incluso a riesgo de
sus vidas durante la persecución religiosa de los años treinta. Que su
testimonio sea un modelo especialmente para los sacerdotes”, señaló el Papa.
En
esta línea, el Santo Padre pidió a los numerosos fieles reunidos en la plaza de
San Pedro “¡un aplauso a estos nuevos beatos!”.
La
beatificación se llevó a cabo el sábado 30 de octubre en la catedral de
Tortosa, (España) y fue presidida por el prefecto de la Congregación para las
Causas de los Santos, el Cardenal Marcello Semeraro.
Los
cuatro sacerdotes pertenecían a la Hermandad de Sacerdotes operarios y murieron
durante la persecución religiosa que tuvo lugar durante la Guerra Civil
española (1936-1939).
Durante
tal persecución religiosa del siglo XX en España, 30 sacerdotes operarios
fueron asesinados, por lo que esta congregación es una de las que proporcionalmente
más bajas sufrió durante la Guerra Civil.
El
Cardenal Marcello Semeraro anunció que la festividad de estos mártires se
celebrará el 25 de octubre.
Durante
su homilía, el prefecto para la Congregación de las Causas de los Santos
aseguró que “los nuevos beatos aceptaron la enseñanza de Jesús con el corazón
abierto y la hicieron realidad en sus propias vidas”.
“Eran
sacerdotes que aunque procedían de diócesis diferentes estaban unidos en la
fraternidad sacramental y también en la de sacerdotes operarios diocesanos y
por eso se dedicaron especialmente a la promoción y formación de vocaciones
sacerdotales”, apuntó el Cardenal Semeraro.
Y
subrayó que los cuatro sacerdotes beatificados hoy “no buscaron el martirio,
porque el martirio no se busca sino que se sufre, pero cuando llegó el momento
de dar con sangre su testimonio de Cristo no lo rehuyeron y abrazaron su cruz
con amor”.
Breves biografías
P.
Francisco Cástor Sojo López nació en Madrigalejo, provincia de Cáceres
(España), el 28 de marzo de 1881. En el seminario entabló amistad con muchos
que luego murieron como mártires.
Fue
ordenado sacerdote el 19 de diciembre de 1903 en la Catedral de Plasencia y
realizó su primera consagración en la Hermandad al año siguiente.
Dedicó
toda su vida a la formación sacerdotal en Plasencia, Badajoz, Segovia, Astorga
y Ciudad Real. Apasionado por la música y profesor, sus dotes artísticas no
eran nada comparadas con su piedad. Tenía un gran afecto por la
Hermandad.
En
los últimos meses de su vida, con fervor y devoción se preparó a su muerte, que
preveía como cierta e inminente. Fue fusilado cerca de Ciudad Real en la noche
del 12 al 13 de septiembre de 1936.
El
P. Millán Garde Serrano nació en Vara del Rey, al sur de Cuenca (España),
el 21 de diciembre de 1876. Estudió filosofía y teología con resultados
extraordinarios.
Fue
ordenado sacerdote el 21 de diciembre de 1901 y entró en la Hermandad en 1903.
Ese mismo año obtuvo la Licenciatura en Derecho Canónico en el Seminario San
Ildefonso de Toledo.
Trabajó
en la formación de seminaristas en Toledo, Badajoz, y posteriormente se
trasladó a México donde fue formador en los seminarios de Cuernavaca y
Querétaro. A su regreso a España, estuvo en los seminarios de Valladolid,
Salamanca, Astorga, Plasencia y León, como profesor, administrador o director
espiritual. Era un sacerdote especialmente enamorado de la Eucaristía.
Cuando
fue capturado, no ofreció ninguna resistencia, hasta el punto de que las
cuerdas que habían preparado para atarle las manos ni siquiera fueron
necesarias. Murió el 7 de julio de 1938 en la cárcel de Cuenca, como
consecuencia de las condiciones carcelarias y los malos tratos sufridos.
El
P. Manuel Galcerá Videllet nació en Caseres (España), el 6 de julio de 1977.
Fue promovido al sacerdocio el 1 de junio de 1901 en la Catedral de Huesca y al
año siguiente se licenció en Teología en el Seminario Central de Zaragoza. En
1906 ingresó en la Hermandad.
Su
ministerio se desarrolló en los seminarios de Zaragoza, Barcelona, Tarragona.
Trabajó en México en los seminarios de Cuernavaca y Querétaro. Posteriormente
volvió a España donde pasó por Badajoz, Ciudad Real, Valladolid, Belchite y
Baeza, así como en el Pontificio Colegio Español de San José en Roma. Siempre
se distinguió por su profundo sentido de fidelidad al sacerdocio.
Fue
fusilado el 3 de septiembre de 1936 en Capones, cerca de Ibros, en el territorio
de la diócesis de Jaén, junto con otras 30 personas. Después de haber llevado a
cabo esta masacre, los milicianos salieron a celebrarlo y a contar con orgullo
lo que habían hecho.
El
P. Aquilino Pastor Camero nació en Zarza de Granadilla, provincia de Cáceres,
el 4 de enero de 1911. Desde muy joven mostró signos de vocación sacerdotal.
Ingresó en la Casa de Probación de la Hermandad en 1934 y, el 25 de agosto de
1935, fue ordenado sacerdote en la Catedral de Plasencia.
Durante
sólo un año ejerció su ministerio como prefecto de estudiantes y profesor en el
Seminario de Baeza. Además, solía pasar el tiempo con los jóvenes con simpatía
y alegría y, en medio de ellos, se dedicaba a la gloria de Dios y a la
salvación de las almas. Tenía una especial devoción al Sagrado Corazón de Jesús
y a la Virgen María.
Fue
asesinado en Úbeda, en la diócesis de Jaén, el 28 de agosto de 1936. Al morir,
parecía feliz, pronunciaba fervientes jaculatorias y alababa a Cristo Rey.
POR MERCEDES DE LA
TORRE
Fuente: ACI