Un sacerdote de Chamberí propuso a varias jóvenes colaborar en la atención de las personas enfermas. Ese fue el germen de una congregación que hoy cuenta con más de 1.200 miembros en 23 países.
Siervas de María. Dominio público |
En la última audiencia
pública, el Papa Francisco les dedicó estas palabras a las Siervas de María
Ministras de los Enfermos, una congregación de origen español que no ha dejado
a nadie atrás durante la pandemia.
La
particularidad de estas religiosas, fundadas por santa María Soledad
Torres Acosta en 1851, es su dedicación especial a los enfermos. Una
de sus tareas es acompañar a personas enfermas o ancianas, que no tienen a
nadie por las noches. A partir de ahí, sus actividades conventuales y los
horarios de la comunidad se ajustan a las necesidades de los pacientes.
Sus
tareas parten del principio evangélico de «curar a los enfermos y decirles que
el Reino de Dios está cerca de vosotros», así como del «estuve enfermo y me
visitasteis» que recoge san Mateo.
La labor
que hacen ha sido especialmente importante durante la pandemia. En Roma he sido
testigo de cómo, con mascarillas y prudencia, mantenían las visitas y el
acompañamiento durante los meses más duros del confinamiento, cuando el miedo a
lo desconocido paralizaba a muchos. Una de las religiosas confesaba que
superaban el temor gracias a que «la madre Soledad nos aconsejaba ver a Cristo
en el enfermo. Entonces, viendo la necesidad no nos podíamos replegar en
nosotras mismas».
Estudios en enfermería
Las religiosas
de las Siervas de María estudian Enfermería para tener la preparación necesaria
en la atención a los pacientes. En su día era una novedad y, de hecho, a
principios del siglo XX contribuyeron a que los estudios de esta materia en
España se integrasen como formación universitaria.
Lo habitual
es que las religiosas vayan a los domicilios de enfermos o personas ancianas,
ya que prefieren no sacarles de su entorno habitual. No tratan de suplir a la
Sanidad Pública, pero sí de colaborar a que los pacientes se sientan más
acompañados y que reciban un trato que va más allá de la formalidad. La
dignidad de cada persona está en el centro.
Estas
Ministras de los Enfermos tienen su origen en Madrid, a mediados del siglo XIX.
La situación de personas sin recursos cuando contraían una enfermedad era
desesperada. Un sacerdote de Chamberí propuso a varias jóvenes, entre las que
se encontraba Soledad Torres Acosta, colaborar en la atención de
estas personas, visitándoles en su propia casa. Ese fue el germen de una congregación
que hoy cuenta con más de 1.200 miembros y que se extiende por
23 países de Europa, América, África y Asia.
El final del
turno de noche de estas religiosas termina con la Eucaristía, en las primeras
horas de la mañana, para dar gracias a Dios por la posibilidad de atender a
otros. Su «ejemplo de servicio hasta el fin» no se entendería sin esa cita
diaria.
Antonio Olivié
Fuente: El Debate
Siervas de María