Cosmas, joven sacerdote nigeriano, creció en una zona de mayoría musulmana
Cosmas Agwu Uka, sacerdote nigeriano. Dominio público |
Desde
niño se jugaba la vida para participar en la Cruzada del Rosario. Cada día, en esta zona de mayoría
musulmana, acudía para rezar el Rosario con la Virgen y leer la Biblia. “Esto fortaleció mi fe”, afirma
Cosmas.
Aquel
pequeño es ahora un
sacerdote de 31 años que está estudiando Filosofía en la Universidad de la Santa Cruz de
Roma para así luego poder ser profesor en el seminario de su diócesis.
En una testimonio
recogido por CARF, fundación que le ha concedido esta beca para
estudiar en Europa, Cosmas explica todo su proceso vocacional y los peligros
que ha pasado para defender su fe:
“El rosario fortaleció mi fe en un país
rodeado de musulmanes”
“Mi
viaje en este mundo comenzó el 29 de junio de 1990. Mi padre, Stephen Ukwa Uka,
que falleció hace un tiempo, y mi madre, la Sra. Felicia Uka, vivían en la
parte norte de Nigeria en ese momento. Mi padre trabajaba como funcionario
mientras mi madre era comerciante. Ambos eran católicos y criaron a todos sus hijos en la tradición
católica. Fui bautizado en la catedral católica de San José de Kaduna
el 21 de julio de 1990. Soy el último de seis hijos, cuatro niños y dos niñas.
Al
mirar hacia atrás, es muy interesante para mí ver que, a lo largo de mi
educación, solo he
asistido a escuelas misioneras. De hecho, comencé mi educación
infantil en la guardería de St. Joseph y en la escuela primaria Kaduna. Desde
allí, nos mudamos y fui a la guardería y escuela primaria de St. Anne, en
Kakuri, siempre en el estado de Kaduna.
Fue
en St. Anne’s donde recibí por primera vez el llamado para ser sacerdote. Este
deseo por el sacerdocio me motivó a comenzar las clases de Catequesis para
recibir la Sagrada Comunión incluso desde una edad temprana. Fue entonces cuando pude unirme a los monaguillos y servir en
el altar.
Cruzada del Rosario
Ya
desde la infancia, todos los niños nos habíamos apuntado en el grupo llamado
Cruzada del Rosario, donde fuimos y aprendimos a rezar el rosario todos los
días y leer la Biblia. Y todo
esto tuvo lugar dentro de un área predominantemente musulmana donde vivir nuestra fe católica
quiere decir jugarse la vida cada día, pero esto realmente fortaleció
mi fe.
Habiendo
completado mi educación primaria, mis padres, recordando que había expresado un
profundo deseo de ser sacerdote, me inscribieron en el Seminario menor de la
Inmaculada Concepción Ahiaeke Umiahia, en el estado de Abia. Allí comencé a comprender
gradualmente y más de cerca el llamado al sacerdocio.
Este
deseo fue alimentado aún más por los formadores ejemplares y dedicados que
estaban en el seminario en ese momento. En el seminario llegué a amar la Eucaristía a través de la
celebración diaria de la Santa Misa.
La imposición de la sotana
Del
seminario menor pasé al año de discernimiento espiritual, después de completar
el trabajo apostólico de un año. En el año espiritual fui investido con la sotana, que fue
para mí una etapa fundamental en mi camino hacia el sacerdocio.
La
sotana en ese momento significaba que había puesto mis manos en el arado y ya
no podía mirar atrás. La
sotana blanca también significó para mí lo que iba a ser por dentro y que iba a
ser una luz en el mundo. Era una gran responsabilidad, pero me dio alegría.
Para ser un buen pastor
En
2009 comencé los estudios filosóficos y luego los de teología, que terminé en
2017. La buena formación
es imprescindible para ser un sacerdote, es un pilar de su vocación, ya que
le enseña a apreciar la sabiduría de la Iglesia para poder ser un buen pastor
en la vida de los fieles.
Es
más: un aspecto edificante e inspirador de mi formación en el seminario fue el
hecho de que al final de cada año académico se nos enviaba a realizar un
trabajo apostólico. Cada
seminarista fue destinado a una localidad donde vivía entre la gente, les
enseñaba, rezaba con ellos y alimentaba su fe.
Cumplidos
los requisitos filosóficos y teológicos y habiendo sido instalado como lector y
acólito, fui ordenado diácono en diciembre de 2017 y de allí fui ordenado
sacerdote el 21 de julio de 2018.
Desde el día de mi ordenación se me quedó más claro que Dios realmente dirige
los asuntos de los hombres. Esto es así porque providencialmente fui
ordenado en la misma fecha de mi bautismo, el 21 de julio. Fue una feliz y
significativa coincidencia.
Después
de mi ordenación sacerdotal, fui enviado a trabajar en el seminario como
formador. Fue realmente
una experiencia maravillosa regresar para ayudar a acompañar a jóvenes
seminaristas vibrantes a discernir su llamado al sacerdocio. Mi vida como
sacerdote ha estado llena de grandes experiencias, comenzando con la
celebración de los sacramentos y especialmente con la celebración diaria de la
misa.
Estudiar en Roma
La
necesidad de venir a Roma a estudiar se fundamentó en la solicitud del
Seminario Mayor Provincial de que se enviaran más sacerdotes al seminario para
atender las exigencias de la formación espiritual, intelectual, pastoral y
humana de los seminaristas.
Mi
obispo, Mons. Lucius I. Ugorji, quien es el presidente provincial de la
comisión del seminario, decidió
que fuera a Roma a estudiar Filosofía, en una Universidad Pontificia, a fin
de obtener la calificación requerida que me permitiera enseñar en el seminario
mayor.
Después
de esto, mi obispo solicitó una beca a la Fundación “Ayuda a la Iglesia Necesitada”.
Sin embargo, debido a la gran cantidad de solicitudes de becas, nuestra
solicitud no fue aceptada. Muy grande fue mi alegría cuando recibí luego la
noticia de que había una posibilidad para mí de formarme en Roma gracias a la
ayuda del Centro Académico Romano Fundación. Así que solicitamos una beca para que yo pudiera estudiar en
Pontificia Universidad de la Santa Cruz y, gracias al apoyo de CARF, pude
obtenerla.
Mi tiempo en Roma es
realmente maravilloso y edificante. El estudio filosófico ha sido revelador y
alucinante. Por lo tanto, siempre estaré en deuda con CARF por brindarme esta
oportunidad de estudiar en la Universidad de la Santa Cruz. Quedo agradecido
por esta beca que me fue otorgada y les aseguro mis oraciones. Además, haré
todo lo posible para aprovechar al máximo esta oportunidad que se me brinda.
Fuente: ReL