Las homilías y la apologética no pueden hacer nada si no se irradia santidad en todo lo que decimos y hacemos
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Los cristianos han vivido en diversos países en todo el mundo, y
muchas veces en la historia han sido capaces de transformar toda una cultura.
¿Cómo lo hicieron? ¿Qué podemos aprender de ellos?
El monje trapista francés Jean-Baptiste Chautard escribió sobre el
elemento clave que usaron los cristianos para convertir naciones en su popular
libro The Soul of the Apostolate (El
alma del apostolado). En particular, relata una conversación que los cardenales
tuvieron con el papa Pío X.
El Papa les preguntó: «¿Qué es lo que más necesitamos, hoy, para
salvar a la sociedad?» «Construir escuelas católicas», dijo uno. «No». «Más
iglesias», dijo otro. «Tampoco». «Acelerar el reclutamiento de sacerdotes»,
dijo un tercero. «No, no» dijo el Papa, «Lo más necesario, en este momento, es
que cada parroquia tenga un grupo de laicos que sea virtuoso, iluminado,
decidido, y realmente apostólico».
El testimonio personal del Evangelio es lo más efectivo para
transformar la sociedad. Chautard explica esta idea a lo largo de este libro.
La regeneración de la sociedad… puede llegar solo como resultado
de una mayor irradiación de la santidad de la Iglesia. Es a través de este
medio, se dice, más que por lecturas y apologética que el cristianismo se
desarrolló tan rápidamente en los primeros siglos de su historia, a pesar del
poder de sus enemigos, de prejuicios de todo tipo, y la corrupción
generalizada.
Incluso señala cómo la Iglesia primitiva utilizó este método.
Es muy cierto que la Iglesia primitiva, como ya hemos insinuado,
supo cómo organizar magníficas y numerosas tropas de choque [grupo central de
santos], en medio de los fieles, y sus
virtudes sorprendieron a los paganos y despertaron la admiración de las almas
honradas, incluso de las más prejuiciadas contra el cristianismo por sus
principios, sus tradiciones y su trasfondo social. El resultado fueron
conversiones, incluso en círculos a los que ningún sacerdote tenía acceso.
Si bien la formación es importante, lo más importante es ser
testigo personal del gozo del Evangelio.
Predicar con el ejemplo será siempre el principal instrumento de
conversión.
Philip Kosloski
Fuente: Aleteia