Tus baldosas están bien
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| Dominicas de Lerma |
Hola, buenos
días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
El viernes me
quedé mirando al suelo de baldosas. Han perdido su color con el paso de los
años y pensé que podría dedicarme a recuperar su color original.
Creí que lo
mejor era esparcir unos polvos que, aunque son antiguos… lo limpian todo. Así
lo hice, buena cantidad para que actuasen bien y eché agua para que fuese mayor
su efecto, dejé reposar y froté todo el suelo a la antigua usanza, a mano, con
un estropajo, y luego la fregona para aclarar… ¡una mañana entera! Trabajo
terminado, ¡qué contentas se iban a poner las monjas!
Llegó la hora
de la comida, entramos todas y el suelo, que debía brillar y haber recuperado
su color… era un suelo de obra: se había quedado cubierto por una capa blanca
de la cantidad de polvos que eché, que aún sigo fregando tres días después.
Queremos dejar
siempre nuestro “suelo brillante” para los demás: que brille, que no se vean
las pisadas, el desgaste, las baldosas rotas… y así frotamos y frotamos, y al
final parecemos un “suelo de obra” porque dejamos de ser nosotros mismos.
Muchas veces
imagino cómo trataría el Señor a sus discípulos para que actuasen siendo “ellos
mismos”. Ni siquiera lo ocultan al escribir los Evangelios: uno le niega, otros
quieren los mejores puestos, otros se quedan dormidos cuando tienen que orar…
Para mostrar “sus baldosas” sin importar cómo estuviesen había algo más grande
en sus corazones y es que se sentían profundamente amados en su debilidad.
El Amor de
Cristo por ti es más grande que toda la debilidad que puedas sentir en este
momento, aquello que no quieres de ti es amado. Fruto de esta experiencia de
amor no temerás dejar que los demás puedan caminar por tu suelo a sus anchas,
el “qué dirán” no será una preocupación y tus meteduras de pata… te harán
sonreír.
Hoy el reto del
amor es que no luches por mostrar tu suelo impecable. Cuando sientas cambiar tu
forma de ser para agradar a los demás… para y recuerda “Cristo me ama”;
descansa en Su Amor, siéntete libre y sigue caminando; ama esas baldosas que
configuran tu historia, porque en ellas y con ellas eres amado.
VIVE DE CRISTO
¡Feliz día!
Fuente:
Dominicas de Lerma
