Bernardo Cervellera, director de AsiaNews durante casi dos décadas, deja el periodismo para volver en unos días como misionero a China. Su deseo es evangelizar en las cárceles de Hong Kong
Foto cedida por Bernardo Cervellera |
Han sido casi dos décadas en las que Cervellera afirma con satisfacción que «hemos introducido la cuestión de la libertad religiosa en el debate sobre la problemática asiática. Siempre se puede hacer más, pero lo que ha hecho AsiaNews ha sido muy importante».
Según señala, «hace años nadie hablaba de la libertad religiosa en esta parte del mundo, pero ahora periodistas y líderes políticos muestran su preocupación por el estado de esta cuestión en China, Vietnam, India y en todo Oriente». Además, «el que la Iglesia esté prestando una mayor atención en este campo hacia las periferias es una gracia».
A la hora de hablar de su próximo destino, Cervellera no duda en mencionar la palabra «vocación», pues «ya desde el seminario quería ir a trabajar a allí, de misión, y, de hecho, los primeros siete años de sacerdote los pasé en Hong Kong. Luego mis superiores decidieron que me dedicara en cuerpo y alma al periodismo, pero China ha estado siempre en mi corazón».
Para el misionero italiano, el gigante asiático «es un gran país, una gran nación, con una riquísima cultura», y, además, el chino «es un pueblo que busca a Dios». Sin embargo, su sed de trascendencia se ha visto limitada durante «décadas de ideología maoísta y comunista». Aun así, «la gente sigue teniendo hambre de Cristo», asegura.
Cervellera abunda en este sentido al afirmar que esta ausencia de Dios se ha visto magnificada por «siglos de influencia confucionista». El resultado es que «cuando se elimina a Dios, al final se acaba por eliminar también al ser humano. Este es el motivo por el que el pueblo chino ha sufrido tanto a lo largo de su historia. Y este es el motivo por el que quiero volver allí: para enjugar las lágrimas de este pueblo».
Una situación «complicada»
El sacerdote y periodista italiano es consciente de todas las dificultades que se va a encontrar en Hong Kong, su ciudad de destino: «La situación está complicada. Hay muchos derechos que están comprometidos, desde la libertad de prensa hasta la libertad religiosa. Y la nueva ley de seguridad crea muchas limitaciones».
Cervellera desempeñará un trabajo pastoral de base: «No está definido, pero me gustaría trabajar en las cárceles, donde actualmente malviven presos de muchísimas nacionalidades». «Decía Solzhenitsyn que las cárceles son los nuevos monasterios, lugares donde al final uno acaba recapacitando sobre su vida y puede descubrir a Dios. Es lo que a mí me gustaría: poder evangelizar en las prisiones», expresa.
La realidad eclesial en China es asimismo compleja, aunque para el misionero italiano, el nuevo obispo de Hong Kong, el jesuita Stephen Chow Sau-Yan, «me parece muy equilibrado y firme en principios como la libertad religiosa y la libertad de educación». Por ello, «aunque habrá puntos de fricción en el futuro», la Iglesia en Hong Kong «no debería transigir en esos mínimos que responden tanto a la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU como a los postulados de nuestra doctrina social».
De fondo está también el acuerdo entre el Vaticano y el Gobierno chino, cuyo contenido no se ha hecho público, y que Cervellera no duda en valorar: «Solo sabemos lo que dicen unos y otros, pero los hechos muestran una nueva estación de ordenaciones de obispos ligados a la Iglesia patriótica, mientras que los obispos no reconocidos por China son arrestados o ven limitada su labor pastoral. No creo que en Roma estén muy contentos con los frutos».
Juan
Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Fuente:
Alfa y Omega