Al celebrarse la Fiesta de María Reina, el P. José de Jesús Aguilar, subdirector de Radio y Televisión de la Arquidiócesis Primada de México, explicó el sentido católico del reinado de la Virgen.
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Dominio público |
“Los grandes líderes y gobernantes han usado como signos de su
poder una corona y un bastón de mando, o cetro. Por esta razón, estos elementos se han introducido de
forma simbólica en el mundo del arte y también de la reflexión cristiana”,
indicó.
“No me refiero a la corona de espinas con la que Cristo fue
coronado, y de hecho fue la única corona que recibió en su vida, sino también a
coronas de oro y joyas, coronas reales o imperiales”, precisó.
El P. Aguilar indicó que “tenemos que reconocer que Cristo vino a
fundar un Reino. Así lo manifestó en varias ocasiones. Un Reino que inicia en
esta vida, pero que alcanza su plenitud en la vida eterna”.
El Reino de Cristo, precisó el sacerdote mexicano no necesita “de
un palacio, salones lujosos, una gran corte, tronos y coronas de oro, sino de
elementos más importantes como, Él así lo dijo, el servicio, el amor, y la
entrega diaria que significa la cruz”.
“Además de
ser Rey, Cristo también nos invita a todos a ser reyes y reinas”,
indicó, recordando que “rey es alguien que no se deja dominar sino domina. Del
latín domino, dominus, que significa
señor, el que enseñorea todas las cosas, el que tiene poder sobre ellas”.
“Por lo tanto, en forma general, este término se aplica a las
personas que conquistan y dominan o gobiernan territorios. Sin embargo, su
reinado es temporal, porque o mueren o son vencidos por otros reyes”, continuó.
El P. Aguilar resaltó que “en el caso de Cristo, Él venció a los
enemigos más importantes que tiene el ser humano, que son el pecado y la
muerte. Y ya resucitado, nos invita a seguir su camino venciendo al pecado y
unidos a su resurrección después de la muerte”.
“Pero si bien todos nosotros hacemos nuestro esfuerzo por vencer
al mal, la
Santísima Virgen María es un modelo y ejemplo a seguir”,
destacó.
“Como todos sabemos, ella fue concebida sin pecado, al igual que
Eva. Pero a diferencia de Eva, que cayó en la tentación y pecó, María por su
gran fe y unión con Dios, siempre venció a la tentación y no cometió pecado
alguno”.
Santa María, añadió, “se mantuvo siempre llena de gracia, como lo
reconoció el Ángel cuando la saludó y le dijo ‘llena, eres de gracia’. Y
precisamente por mantenerse Inmaculada venció al maligno, venció a la
tentación”.
La Virgen, subrayó, “venció al pecado, como se representa en algunas
de sus imágenes, pisando a la serpiente del engaño”.
El P. Aguilar indicó luego que “dentro de los dogmas de la Iglesia
la reconocemos como Inmaculada. Por lo tanto, como Reina que dominó y venció al
pecado”.
“Pero hay
otro dogma en el que reconocemos que ella también venció a la muerte porque la
muerte no tuvo el poder de corromper su cuerpo”, dijo, señalando que “el dogma
de la Asunción de María afirma que ella fue llevada en cuerpo y alma a los
cielos como Reina que venció a la muerte”.
El sacerdote mexicano recordó luego que “en la antigüedad,
especialmente en Grecia y Roma, los atletas triunfadores, los guerreros
victoriosos, los emperadores o Reyes solían ser coronados con coronas hechas
con olivo o laurel”.
“Los
primeros cristianos como San Pablo conocían esta costumbre de las coronas. Por
eso San Pablo comenta en la segunda carta a Timoteo, capítulo 4, versículos del
7 al 8”.
“En esta carta compara su trabajo con el de un atleta que ha
corrido o con un guerrero. Así lo dice: ‘He peleado la buena batalla, he
llegado al término de la carrera, me he mantenido fiel, ahora me espera la
corona merecida que el señor, el justo juez me dará en aquel día y no me la
dará solamente a mí, sino también a todos los que con amor, esperan
su venida gloriosa’”.
“Por lo tanto, la corona en estos casos no era de poder, sino de
triunfo y de reconocimiento”, explicó.
El P. Aguilar señaló que “actualmente una corona de olivo se
considera como un reconocimiento a cualquier logro obtenido pacíficamente,
porque porque el olivo también es signo de paz, pero tarde o
temprano, la corona de laurel se seca y la de olivo se marchita”.
“En uno de
los misterios del Santo Rosario afirmamos que la Virgen María fue coronada en
el Cielo y, en este caso, aunque las pinturas lo muestran
de otra manera, nosotros entendemos que su corona no fue de oro con perlas o
piedras preciosas, ni tampoco de laurel o de olivo, sino que ella recibió la
corona inmarcesible, es decir, la corona que no se marchita y se mantiene
siempre vigente porque viene de las manos de Dios”.
Ante quienes se preguntarían si “esto
tiene algún fundamento bíblico”, el P. Aguilar señaló el Libro
de la Sabiduría, que en el capítulo 5, versículo 16, señala que “recibirán por
eso, de mano del Señor, la corona real del honor y la diadema de la hermosura”.
Se trata, explicó, de “una manera de decir que Dios reconoce el esfuerzo
y las buenas obras de los fieles, así como se reconocen los méritos de los
guerreros o de los atletas”.
“Esto nos permite, por lo tanto, llamarle a María Reina y
representarla con una corona. No importa el material que sea, lo importante es
reconocerla como Reina”, precisó.
El sacerdote señaló que “en el Rosario la reconocemos 13 veces
como Reina. ¿Las recuerdas?: Reina de los
ángeles, de los patriarcas, de los profetas, de los apóstoles, de los mártires,
de los confesores, de las vírgenes, de los Santos, Reina concebida sin pecado
original, Reina asunta a los cielos, reina del Santísimo Rosario, reina de la
familia, reina de la paz”.
“Pero también le llamamos Reina del Cielo o María Reina. También
es llamada Reina de la Misericordia, porque su labor es ejercer la compasión y
alcanzar la compasión y el perdón de Dios para los hombres”, añadió.
El P. Aguilar también recordó luego que “en la oración de la Salve
le decimos ‘Dios, te salve, Reina y madre’. En la oración del Regina Coeli, le
decimos ‘Reina de los cielos, alégrate’. A la Virgen del Carmen se le
suele llamar ‘Reina de los mares’”.
“A la
Virgen de Guadalupe se le suele llamar ‘Reina de México y Emperatriz de
América’”.
El sacerdote mexicano señaló además que “es común” que “se
realicen algunas ceremonias en las que un grupo o población coronen a la Virgen
María con una pequeña corona de metal precioso”.
Entre estos casos, señaló, se encuentra “la coronación pontificia,
en la que el Papa directamente es quien concede a la Virgen María este honor”.
“Sea como sea, nosotros a la Virgen María la tenemos como reina de otro lugar. No solamente como reina de los cielos, sino yo añadiría también una advocación en la letanía que no existe: María, reina de nuestro corazón”, concluyó.
POR DAVID RAMOS
Fuente: ACI