Ante la enfermedad y el dolor, ante la aparición de una necesidad, muchas personas no se han acobardado y han dicho: "Aquí estoy"
El Papa toma las manos de algunos fieles |
“En este tiempo de pandemia, la persona es
el punto desde el que todo puede volver a empezar. La persona se debe servir y
no descartar”, mensaje del Papa al obispo de Rimini, Mons. Francesco Lambiasi,
en ocasión del Meeting por la amistad entre los pueblos que se llevará a cabo
del 20 al 25 de agosto.
El Papa Francisco ha enviado un mensaje al
obispo de Rimini, donde se celebrará el Meeting por la Amistad entre los
pueblos. En el mensaje, firmado por el secretario de Estado Pietro Parolin, el
Papa expresa su alegría de que este año, el evento se realizará en forma
presencial.
“El título elegido - "El valor de
decir yo"-, tomado del Diario del filósofo danés Søren Kierkegaard, es muy
significativo en un momento en que se trata de empezar con buen pie, para no
desperdiciar la oportunidad que brinda la crisis pandémica”, señaló el
Pontífice. "Reiniciar" es la palabra clave, se lee en el texto,
pero no ocurrirá automáticamente, porque la libertad está implicada en toda
iniciativa humana, agrega el Papa. Porque como lo dijo Francisco recordando la
Spe Salvi de Benedicto XVI, “la libertad debe ser conquistada de nuevo por el
bien”.
A los organizadores y participantes, el
Papa les dice que "la alegría del Evangelio infunde la audacia de recorrer
nuevos caminos: "Debemos tener el valor de encontrar nuevos signos, nuevos
símbolos, una nueva carne, [...] particularmente atractiva para los demás"
(ibíd., 167). Esta es la contribución que el Santo Padre espera que el Encuentro
dé en la reanudación, en la conciencia de que "la seguridad de la fe nos
pone en camino, y hace posible el testimonio y el diálogo con todos".
(Encíclica Lumen fidei, 34), sin excluir a nadie, porque el horizonte de la fe
en Cristo es el mundo entero".
El valor de decir yo en tiempos de pandemia
La pandemia, recuerda el Papa, ha impuesto
el distanciamiento físico y a la persona, al "yo" de cada uno, en el
centro, “provocando en muchos casos el despertar de preguntas fundamentales
sobre el sentido de la existencia y la utilidad de vivir que habían estado
dormidas o, peor aún, censuradas durante demasiado tiempo”. Francisco
señala que también ha surgido una responsabilidad personal, esta pandemia nos
ha hecho a todos “testigos de esto en diferentes situaciones. Ante la
enfermedad y el dolor, ante la aparición de una necesidad, muchas personas no
se han acobardado y han dicho: "Aquí estoy". La sociedad tiene una
necesidad vital de personas que sean presencias responsables. Sin personas no
hay sociedad, sino una agregación aleatoria de seres que no saben por qué están
juntos”, afirma.
De lo contrario, manifiesta en su mensaje
el Papa, lo único que quedaría sería “el egoísmo del cálculo y el interés
propio, que hace que la gente sea indiferente a todo y a todos. Además, las
idolatrías del poder y del dinero prefieren tratar con individuos en lugar de
con personas, es decir, con un "yo" centrado en sus propias
necesidades y derechos subjetivos en lugar de un "yo" abierto a los
demás, que se esfuerza por formar el "nosotros" de la fraternidad y
la amistad social”.
En el mensaje, el Santo Padre no se cansa
de advertir a quienes tienen responsabilidades públicas contra la tentación de
utilizar a la persona y desecharla cuando ya no es necesaria, en lugar de
servirla. “Después de lo que hemos vivido en este tiempo, quizá sea más
evidente para todos que la persona es el punto desde el que todo puede volver a
empezar. Ciertamente es necesario encontrar recursos y medios para que la
sociedad vuelva a moverse, pero lo que se necesita sobre todo es alguien que
tenga el valor de decir "yo" con responsabilidad y no con egoísmo,
comunicando con su propia vida que el día puede comenzar con una esperanza
fiable”.
Francisco, señala que, sin embargo, la
valentía no siempre es un don espontáneo y nadie puede dársela a sí mismo,
recordando las palabras de Don Abbondio de Manzoni, “sobre todo en una época
como la nuestra, en la que el miedo -que revela una profunda inseguridad
existencial- juega un papel tan decisivo que bloquea tantas energías e impulsos
hacia el futuro, que se percibe cada vez más incierto, sobre todo entre los
jóvenes”.
De dónde sale el valor de decir yo
Entonces, se pregunta el Papa, de dónde
puede salir el valor para decir "yo", ese valor proviene en el
“fenómeno llamado encuentro: "Sólo en el fenómeno del encuentro es posible
que el yo decida, que se haga capaz de aceptar, reconocer y acoger. El valor de
decir "yo" nace ante la verdad, y la verdad es una presencia",
El Pontífice afirma que desde el día en que se hizo carne y vino a habitar
entre nosotros, Dios ha dado al hombre la posibilidad de salir del miedo y
encontrar la energía del bien siguiendo a su Hijo, muerto y resucitado.
Francisco recuerda que "la relación
filial con el Padre eterno, que se hace presente en las personas alcanzadas y
cambiadas por Cristo, da consistencia al ego, liberándolo del miedo y
abriéndolo al mundo con una actitud positiva. Genera una voluntad de
bien", y menciona su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium:
"Toda experiencia auténtica de la verdad y la belleza busca su propia
expansión, y toda persona que experimenta una liberación profunda adquiere una
mayor sensibilidad hacia las necesidades de los demás. Comunicándolo, el bien
arraiga y se desarrolla". Es esta experiencia, afirma, la que infunde
el valor de la esperanza:
"El encuentro con Cristo, dejándose
asir y guiar por su amor, amplía el horizonte de la existencia, le da una
esperanza sólida que no defrauda. La fe no es un refugio para personas sin
valor, sino la expansión de la vida. Nos hace descubrir una gran llamada, la
vocación al amor, y nos asegura que este amor es fiable, que vale la pena
entregarse a él, porque su fundamento se encuentra en la fidelidad de Dios, más
fuerte que toda nuestra fragilidad" (ID, Enc. Lumen fidei, 53).
Sobre todo, la razón profunda del
valor del cristiano es Cristo, se lee en el mensaje, "es el Señor
resucitado quien es nuestra seguridad, quien nos hace experimentar una profunda
paz incluso en medio de las tormentas de la vida. El Santo Padre espera que
durante la semana del Encuentro los organizadores e invitados den un testimonio
vivo, haciendo suya la tarea indicada en el documento programático de su
pontificado: "Muchos [...] buscan a Dios en secreto, movidos por la
nostalgia de su rostro, incluso en los países de antigua tradición cristiana.
[Los cristianos tienen el deber de anunciarlo sin excluir a nadie, no como
quien impone una nueva obligación, sino como quien comparte una alegría, señala
un hermoso horizonte, ofrece un banquete deseable" (Evangelii gaudium,
14).
Patricia Ynestroza-Ciudad del Vaticano
Vatican News