"Solo cuando estoy por la calle buscando a mi hijo me siento padre". Guo Gangtang lo buscó ininterrumpidamente, recorrió 500 mil km en 24 años y cambió 10 motos
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Guo Gangtang no
se dio por vencido en los últimos 24 años y el martes pasado vivió lo que todos
creían imposible: abrazar a su hijo, hoy un joven adulto, que fue secuestrado
cuando tenía solo dos años. Esta historia, antes de su final feliz, inspiró una
película en el 2015 titulada Lost and love. La herida abierta de los
secuestros de los niños en China sigue siendo una tragedia grave, en busca de
soluciones efectivas.
Un abrazo tras
24 años, 500 mil km recorridos y 10 motos usadas
Era 1997 cuando
el pequeño Guo Xinzhen, 2 años, fue secuestrado por una mujer y su pareja
frente a su casa. Vivía en la provincia de Hebei, una gran región alrededor de
la capital china de Pekín. Fue secuestrado para venderlo a otra familia en la
China central. Este triste destino lo unió al de otros miles de niños. Sus
padres nunca se resignaron a la pérdida y el padre, Guo Gangtang, un granjero,
se dispuso a buscarlo sin descanso.
A bordo de una
motocicleta recorrió a lo largo de los años casi todas las provincias chinas (a
excepción de las zonas montañosas del Tíbet). En la parte trasera de la
moto tenía una bandera con la foto del niño y una lista de detalles para
reconocerlo. Durante 24 años recorrió más de 500 mil km y cambió 10
motocicletas: una loca y titánica hazaña que hace pocos días conoció un
increíble final feliz. La tenacidad de este padre hizo que las autoridades no
abandonaran las investigaciones:
Según las
declaraciones, la policía encontró a Guo Xinzhen en junio buscando en las bases
de datos imágenes de personas que podían parecerse al niño convertido en
adulto. Su identidad fue confirmada por la prueba de ADN.
Por Associated Press
Hubo un abrazo
y llanto incontenible. Pero, ¿a quién encontró la pareja Gangtang frente a
ellos? A un joven de 26 años que creció con una familia adoptiva de quien ahora
no quiere separarse. Aquí comienza, quizás, un capítulo de la vida aún más
desafiante que esos 500.000 kilómetros recorridos por China.
70 mil niños
desaparecen cada año
Por
espeluznante que sea, el secuestro de niños en China no es un incidente
aislado, sino un drama con cifras exorbitantes:
Según los
expertos, cada año desaparecen 70.000 niños chinos. Son principalmente los
niños los que están en peligro. Especialmente en el sur del país existen
tradiciones profundamente arraigadas sobre tener hijos varones. Como era de
esperar, las familias que solo tienen hijas están dispuestas a pagar mucho
dinero por un niño.
Por South China Morning Post
Mucho dinero
significa alrededor de $ 20,000. Se eligen niños muy pequeños, incapaces de
pronunciar su nombre o recordar dónde está su hogar. El verano es la temporada
‘maldita’ de los secuestros, gracias al buen tiempo y la consecuente libertad
de juego otorgada a los niños. Es uno de los muchos frutos venenosos que nacen
del árbol podrido de la política china del hijo único, vigente desde la década
de 1970 hasta 2016. No solo el aborto selectivo de un gran número de niñas,
también el tráfico de niños varones es una consecuencia terrible de una
política que ha encarcelado a familias en un plan inhumano y que, en la
actualidad, ha demostrado ser un fracaso también económicamente.
Durante
décadas, este negocio ilegal [de secuestros – NdR] ha crecido y echado raíces
con tanta fuerza que continúa incluso después de abolida la política del hijo
único. Es dinero fácil. Un niño es fácil de secuestrar y fácil de vender a
personas interesadas. Los niños son vulnerables y en un país grande y
densamente poblado es difícil encontrar a un adulto, mucho más a un niño.
Ibid.
En el caso del
hijo de Guo Gangtang, los secuestradores fueron arrestados y confesaron haber
secuestrado a otros tres niños. El proceso aún no ha comenzado, corren el
riesgo de la pena de muerte. En China, el tema de la responsabilidad de las
familias adoptivas también permanece abierto y debatido: quien está dispuesto a
pagar por tener un hijo ¿es tan culpable como los secuestradores?
El viaje cuesta
arriba de una paternidad valiente
Solo en la
calle soy padre hasta el día en que lo encuentre: el señor escribió
páginas y páginas de un diario pensado como diálogo con su hijo ausente.
Guo Gangtang
fue un padre presente, moliendo kilómetros y lágrimas, y cuyo dolor lo
encontró con el de los demás. Gracias a la visibilidad ganada con su empresa de
motos, otras familias han logrado encontrar a sus hijos secuestrados. Se
realizó un mapa de informes, se compartió información, se activó la atención
pública, la colaboración y la solidaridad. Donde los órganos de seguridad
pública han fallado (o se han lavado las manos), un padre ha demostrado que las
cosas se pueden cambiar.
Un hijo, dos
familias
Hoy el niño
secuestrado es un niño adulto. Guo Xinzhen tiene 26 años, vivía con una familia
que lo amaba y de la que no quiere separarse. Tras el abrazo con su padre y
madre naturales, se abre un capítulo de vida complicado, nada fácil desde el
punto de vista de las relaciones.
Los padres
adoptivos de Guo, que viven en una aldea rural en Linzhou, provincia de Henan,
tuvieron dos hijas pero siempre quisieron un niño. El Jimu News lo informa.
Cuando llevaron a Guo a casa, sus hijas ya eran mayores y toda la familia amaba
a ese niño «como si fuera suyo», dicen los vecinos.
Por South China Morning Post
A nivel del
debate público, la responsabilidad de las familias ‘adoptivas’ en los
secuestros es un tema candente. Mientras haya quien pague por tener un hijo, no
será posible detener el negocio del secuestro: este es el núcleo del argumento
de quienes quieren penas severas incluso para quienes ‘compran’ un niño. Por
ahora, el riesgo de una sentencia de prisión de tres años no ha disuadido a la
mayoría.
Un encuentro
casi imposible
Después de
pasar casi la mitad de su vida buscando un hijo secuestrado, este padre ha
tomado un camino muy valiente: no hacer caso del grito de venganza y el enfado.
Como en la famosa anécdota sobre el rey Salomón, se reconoce a un verdadero
padre (ya sea padre o madre) cuando no trata a sus hijos como una posesión.
Annalisa
Teggi
Fuente: Aleteia