Es un gesto de humanidad que recogen las legislaciones de muchos países.
![]() |
hutterstock ChristianLug |
¿Quién
no conoce al menos a una madre que haya tenido que pasar por este sufrimiento
una vez o incluso más?
El derecho a la
sepultura digna está recogido en las legislaciones de
muchos países.
Sin
embargo, hay
una categoría de personas a las cuales este derecho le es a menudo denegado: se
trata de los niños no nacidos, es decir los niños que sufren un aborto
espontáneo o provocado.
Desgraciadamente,
ellos no pueden salir a la calle con pancartas y megáfonos para reivindicar sus
derechos.
Pero cuando este derecho se cruza con el deseo de unos padres de tener un lugar para encontrarse con los restos mortales de su propio hijo, entonces el niño tiene alguna posibilidad de que su cuerpo no sea desechado como un residuo hospitalario.
Permitida en muchos países
Muchas legislaciones permiten la sepultura de los niños no nacidos, aunque no todos los gobernantes fomenten este acto de piedad.
Además, no hay que olvidar
que el
cuerpo de un niño no nacido también está destinado a la resurrección.
Uno de los rasgos que nos
hace especiales entre los seres vivos es la reacción ante la muerte.
¿Qué es la muerte? Es el
final de la vida terrenal. ¿Y dónde empieza la vida terrenal? Según la ciencia,
empieza con la fecundación. Con lo cual, tras la fecundación hay vida. Y vida
humana.
Desde el primer momento existe un individuo con su propio ADN y que se va desarrollando en un proceso de complejidad creciente y sin solución de continuidad.
Estas evidencias científicas deberían ser un argumento rotundo para poder afirmar que estos individuos son personas desde el primer momento de existencia.
Y por tanto que hay un derecho para los no nacidos, y que en muchas legislaciones los niños y niñas que están en el vientre de sus madres no tienen los mismos derechos a nivel jurídico que los que ya han nacido.
Derecho a la intimidad familiar
En España, una sentencia de 2016 del Tribunal Constitucional estableció que el derecho de enterramiento de todos los fetos está contenido en el «derecho a la intimidad familiar».
Torrent fue la primera localidad en instalar un panteón en 2019 y Boadilla del Monte la primera en realizar nichos individuales en 2020.
Iniciativas parecidas se han llevado a cabo en Bilbao, Castellar del Vallès, Ripoll, Rubí, Barcelona, Guissona, Granollers, Igualada, Sant Joan Despí, Sant Cugat y Calvià.
En algunos países de nuestro entorno como Italia, Reino Unido y Polonia, el entierro de los niños no nacidos está más arraigado.
Además, los rituales para acompañar a nuestros difuntos más pequeños no nacidos están difundidos en todas las culturas y religiones.
Actualmente, se celebran funerales para no nacidos tanto América del Norte (Illinois, Kentucky, Missouri, Ohio, Pennsylvania, Wisconsin, Indiana…), como en Asia, por ejemplo, en Japón y Vietnam.
Actos llenos de humanidad
Entrar en uno de estos cementerios, participar en un funeral, acompañar a los niños con la oración y a veces a los mismos padres… Se trata de actos cargados de una inmensa humanidad.
Enterrar a un difunto es un gesto de compasión que no se debería denegar a nadie.
Además, se convierte en un apoyo importante para ayudar a los padres a superar el duelo perinatal, es decir el dolor provocado por un aborto.
¡Animemos a nuestros gobernantes locales a proporcionar un lugar donde los niños y niñas no nacidos puedan ver reconocido su derecho a una sepultura digna y donde sus padres, sus familiares y amigos puedan encontrarse con sus restos mortales!
Miriam Esteban Benito
Fuente: Aleteia