Las profundas relaciones fraternales entre las personas se manifiestan más que por lazos de sangre por una comunidad de valores espirituales
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Oscar Leiva/Silverlight | CRS |
Sin embargo, Jesús,
precisamente, no huye de los problemas. Creció en ese
entorno difícil. Además, su familia vivía allí.
¿No
es éste el carpintero, el hijo de María, el hermano de Santiago, José, Judas y
Simón? ¿No viven aquí, entre nosotros, sus hermanas?
El Evangelio menciona los
nombres de los cuatro hermanos de Jesús. ¿Quiénes
son ellos en relación con él? Hay tres hipótesis.
La primera explica que, en
las lenguas semíticas y en griego, la expresión adelphos se refiere a parientes o
incluso a parientes lejanos.
La segunda hipótesis
procede de Hegesipo, un autor que escribió a mediados del siglo II.
Según él, los “hermanos de
Jesús” son los parientes de san José, o más exactamente los
hijos de su hermano Cleofás.
Eusebio de Cesarea
describe esta opinión en su Historia Eclesiástica (3.11
y 32; 4.22). Esta era también la opinión de san Jerónimo.
Sin embargo, otra
hipótesis fue difundida por Epifanio y otros ya en el siglo II. Según ellos,
los “hermanos y hermanas” de Jesús eran los hijos que san José tenía de su primer
matrimonio, que terminó con la muerte prematura de su esposa.
No sabemos con certeza
cuál es hipótesis correcta. Sin embargo, una cosa es segura: somos hermanos de
Jesús, porque él mismo dijo:
“Quien hace la voluntad de
Dios es mi hermano, mi hermana y mi madre”.
Las profundas relaciones
de hermandad y fraternales entre las personas se manifiestan no tanto por los
lazos de sangre como por una comunidad de valores espirituales.
Como cristianos, somos
hermanos y hermanas porque elegimos a Jesús.
Él nos ofrece el camino de
la fe, de la esperanza y del amor, el camino de la voluntad de Dios.
Él quiere ser un hermano para cada uno de nosotros. ¿Trato a Jesús como un hermano?
Paweł RytelAndrianik
Fuente:
Aleteia