El hecho
extraordinario para la canonización de Carlos de Foucauld refleja su carisma,
ya que tuvo lugar a favor de un no cristiano que se considera “sin fe”
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La
pronta recuperación, sin secuelas, del joven Charle, quien, desde una altura de
16 metros, cayó sobre un banco de madera y tuvo su cuerpo atravesado por un
trozo de este banco, fue el milagro que confirmó la santidad de Charles de
Foucauld.
Un milagro muy
al estilo de Foucauld, porque se realizó en un no creyente, y este santo se
consideraba hermano de todos.
El accidente
sucedió el 30 de noviembre de 2016, víspera del centenario de la muerte de
Carlos de Foucauld.
Charle, un
joven carpintero de 21 años que se autodenomina “sin fe”, trabajaba en la
restauración de los monumentos históricos de la capilla del Colegio San Luis,
en Saumur.
Se encontraba,
como de costumbre, sobre un andamio en la bóveda del templo, y de repente,
hacia las 16.30 horas, perdió el equilibrio y cayó de un altura de 16 metros.
Se estrelló
contra un banco de madera de la iglesia. El golpe fue tan fuerte, que un enorme
trozo de madera de ese banco atravesó por completo su cuerpo justo debajo de su
corazón.
Una escena
dantesca
Según Religión en Libertad, “todos los expertos coincidían en
que la caída desde esa altura contra un banco que le atravesó debería
haber sido mortal por necesidad debido a un fallo de los órganos
internos».
«Sin embargo,
la escena dejó una imagen más impactante aún pues Charle se levantó con el
enorme trozo de madera atravesando por completo su cuerpo.
Aún más, este
joven anduvo 50 metros hasta poder encontrar al personal de la escuela de
secundaria y pedirles ayuda».
Los testigos,
aturdidos, llamaron a Urgencias. Un helicóptero medicalizado llegó hasta la
escuela, pero era imposible trasladar al joven debido al enorme trozo de madera
que atravesaba su cuerpo».
Una ambulancia
adecuada lo trasladó al hospital.
Su jefe recurrió
a Carlos de Foucauld
El propietario
de la empresa constructora para la que trabaja Charle, François Asselin,
se encontraba en ese momento en París.
Pensó que solo
quedaba rezar. Y pidió la intercesión del entonces beato Carlos de
Foucauld para que, a pesar de la extrema gravedad del caso, se pudiera salvar
la vida de su trabajador sin secuelas.
François
también invitó a rezar a la Fraternidad de María Inmaculada Reina y a
su parroquia de Saumur, que precisamente lleva el nombre de Carlos de Foucauld.
Al día
siguiente, fiesta de Carlos de Foucauld, la madre de Charle contó a Asselin que
su hijo ¡estaba vivo! y que inexplicablemente para los médicos la
cirugía para extraer el enorme trozo de madera había sido un éxito.
Ningún órgano
resultó afectado ni por la gran caída ni por el trozo de madera. Milagrosamente
el joven se recuperó por completo y volvió al andamio a trabajar.
Reconocimiento
oficial
Sin embargo,
faltaba la palabra de la Iglesia, que es muy estricta para reconocer milagros.
Los trámites que
involucran a médicos y autoridades eclesiásticas son minuciosos y, por tanto,
lentos.
Sin embargo,
con el permiso de Charle, se inició el trámite. Se contactó con el obispo de
Tamanrasset, donde murió Charles de Foucauld y la información fue transmitida
al postulador de la causa.
El obispo de
Angers, monseñor Delmas, inició una investigación diocesana antes de
que el caso fuera enviado a Roma en 2019.
Y el 26 de mayo
de 2021, el papa Francisco reconoció como un milagro este hecho extraordinario
atribuido a la intercesión de Carlos de Foucauld.
Un milagro muy
al estilo del santo
Pues bien, el
milagro de la canonización de Foucauld confirma su carisma, ya que tuvo
lugar a favor de un no cristiano que se considera “sin fe”.
¿Por qué
subrayarlo? Porque Charles de Foucauld se destacó en dos puntos principales:
ser un hermano universal y valorar siempre la posibilidad de estar en tierras
de misión, especialmente entre los musulmanes.
Sí, es él mismo
quien, en Bênni Abbês, escribe sobre cómo se siente como hermano
universal:
“Quiero
acostumbrar a todos los habitantes, cristianos, musulmanes, judíos e idólatras,
a que me perciban como su hermano, como un hermano universal. Empezaron a
llamar [la casa de Charles de Foucauld -n.d.r.] ‘la fraternidad’ (khauja, en
árabe) y esto me hace muy feliz ”.
Jean-François
Six. Charles de Foucauld: el hermano pequeño de Jesús. São
Paulo: Paulinas, 2008, pág.66
Amor a los
dominados y a los que dominan
Curiosamente,
el amor de Foucauld no es exclusivo, ya que ama a los soldados franceses que
dominan la región y también a los nativos locales que son dominados.
Si excluyera a
uno de los dos grupos, su amor universal se convertiría en mera hipocresía o
lucha de clases marxista.
Y esto es lo
que, años después, la Hermanita
Magdalena de Jesús, una de sus grandes seguidoras y fundadora de las
Hermanitas de Jesús, diría en varios de sus escritos:
“Me encantaría
amar a todos los seres humanos del mundo. Me gustaría poner una chispa de amor
en cada rincón del mundo”.
Hermanita Annie
de Jesús. Hermanita Magdalena de Jesús: la experiencia desde Belén hasta
los confines del mundo. São Paulo: Cidade Nova, 2012, p. 51
De ahí una
consecuencia práctica para las hermanitas y para cada uno de nosotros:
“Hay un
obstáculo que hay que sortear: el de dar todo nuestro amor a los pequeños, a
los pobres, a los oprimidos, y tener una mirada dura e indiferente hacia los
grandes y ricos. En Marruecos, si tu amor está destinado a los marroquíes, sin
saber que algunos franceses están sufriendo junto a ellos, tu amor será parcial
e incompleto […]. Es difícil tener un corazón abierto a todos los seres
humanos. Ya no tienes derecho a excluir ni a una sola persona, de lo contrario
tu amor se destruye en su fundamento de universalidad y el mal penetra en tus
corazones. Él lo destruirá todo”.
ibid., P. 97;
cf. p. 141
Preocupado por
los musulmanes
Respecto a
los musulmanes, el ermitaño -confirmando, una vez más, su deseo de
fraternidad universal, sin renunciar a la fe católica- dice:
“Voy al sur de
la provincia de Orán, a la frontera marroquí, a una de las guarniciones de
mujeres francesas sin sacerdote, viviendo allí como monje, silencioso y
apartado del mundo exterior, sin título de párroco o capellán; como monje, en
oración y administrando los sacramentos.
El objetivo es
doble: primero, evitar que nuestros soldados mueran sin los sacramentos, en
aquellos lugares donde la fiebre mata a muchos y donde no hay un sacerdote
cerca.
En segundo
lugar, sobre todo, hacer el mayor bien posible a la población musulmana tan
numerosa y tan abandonada, llevándoles a Jesús en la Eucaristía, así como María
fue una bendición para Juan Bautista, llevándole a Jesús”.
Charles de
Foucauld: el hermano pequeño de Jesús, p. 62-63
La Hermanita
Magdalena de Jesús, cinco años después de la muerte de Foucauld, también quiso
partir hacia la tierra del Islam (cf. Hermanita Magdalena de Jesús: la
experiencia de Belén…, p. 19).
Su deseo se
hizo realidad en 1939, cuando, con otra hermanita, logró llegar al Sahara “con
ropas similares a las de las mujeres árabes, en las que colocaron el corazón y
la cruz del padre de Foucauld, queriendo demostrar que estaban simplemente para
amar”(ídem, p. 29). Para ella, la caridad está por encima de todas las reglas
(cf. ibidem, p. 37).
Aquí está la
verdadera hermandad universal (que es católica, de kat’holon, ya que
abarca todo el universo) confirmada en el milagro de Dios, por intercesión de
Charles de Foucauld, a favor de Charle, el joven gravemente herido, pero que se
recuperó rápidamente y sin ninguna secuela.
Vanderlei
de Lima
Fuente: Aleteia
