La Fraternidad de Donantes y Trasplantados de la Virgen de la Paloma, en Madrid, une «bajo la mirada de nuestra Madre» a todos los implicados en el mundo del trasplante
Foto: Deporte y transplante de Madrid. Dominio público |
«Queremos que la persona que nos ha salvado la vida vaya al cielo. Ha hecho algo por nosotros que no se lo podemos devolver de otra manera mejor», añade Cobos. Este madrileño de 43 años, padre de seis hijos y medallista en los últimos Juegos Europeos de Trasplantados, desvela que «a mí me dio su riñón una chica de Getafe a la que no conozco de nada, pero rezo por ella y quiero para ella lo mejor, el encuentro con Cristo». Por eso, la Misa del sábado «no es un acto social, sino espiritual», en el que «rezaremos por todas aquellas personas que nos donaron sus órganos y que nos han regalado años de vida».
La celebración se enmarca en las cercanías de la fiesta del Corpus Christi, Día de Caridad, «porque con ello queremos significar que, cuando Dios se dona en la cruz, está dándonos la vida a los que estábamos muriendo. Eso que hace Cristo espiritualmente es lo que hace un donante físicamente», dice Sergio Cobos.
Para el presidente de la fraternidad, «donar es una obra de misericordia, de amor puro, tanto si una persona viva dona da algo de sí misma como si una familia dona los órganos de un ser querido para poder salvar la vida de hasta ocho personas».
«Eres la persona que más ha hecho por mi nieto»
En la junta directiva de la fraternidad hay trasplantados de corazón, de médula y de riñón, y bajo su impulso en 2019 obtuvieron de la Congregación para el Culto Divino el reconocimiento de la Virgen de la Paloma como patrona de los donantes y de los trasplantados madrileños.
Cuando remita la pandemia organizarán una convivencia de familias de donantes y de trasplantados «para compartir nuestras vivencias», dice Cobos, quien todavía recuerda el día en que «se me acercó una señora que no conocía de nada y me dijo: “eres la persona que más ha hecho por mi nieto, porque nunca nadie ha rezado por él”. Su nieto había fallecido y la familia había donado sus órganos. Eso es lo que queremos: ponernos todos bajo la mirada de nuestra Madre y pedir especialmente que se lleve al cielo a los que han dado algo suyo para salvarnos la vida a otros».
Juan
Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Fuente:
Alfa y Omega