Si somos orgullosos y llenos de nosotros mismos, no habrá lugar para que Dios habite en nuestros corazones
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Entre todas las
virtudes que podríamos esperar alcanzar, la humildad es la mayor y la más
necesaria para la vida espiritual.
La humildad es
la base de todas las demás virtudes y nos abre a las innumerables gracias que
Dios quiere concedernos.
Vasos vacíos
San Francisco
de Sales explica la importancia de la humildad en su Introducción a la
vida devota :
Eliseo le pidió
a la viuda pobre: “Toma prestados vasos, vasos vacíos no
pocos, y echa aceite en todos esos vasos”; y así, para recibir la Gracia de
Dios en nuestros corazones, deben ser como vasos vacíos , no llenos de
autoestima.
Luego ilustra
esta verdad comparando la humildad con la actividad de una golondrina y una
paloma:
La golondrina,
con su agudo grito y su mirada penetrante, tiene el poder de espantar a las
aves de rapiña, y por eso la paloma la prefiere a todas las demás aves y vive
segura a su lado; así también la humildad aleja a Satanás y
aprecia los dones y gracias del Espíritu Santo dentro de nosotros, y por eso
todos los santos, y especialmente el Rey de los santos y su Santísima Madre,
siempre han estimado la gracia de la humildad por encima de todas las
demás virtudes.
San Francisco
de Sales creía que la humildad era la mayor prueba de la palabra de alguien. Si
una persona no es humilde, es casi imposible confiar en ella:
Así pues, si
queréis saber si un hombre es verdaderamente sabio, erudito, generoso o noble,
observad si su vida está moldeada por la humildad, la modestia y la
sumisión. Si es así, sus dotes son auténticas ; pero
si sólo son superficiales y ostentosas , podéis estar seguros
de que, en proporción a su ostentación, tanto más irreal será su valor. Las
perlas que se forman en medio de la tempestad y la tormenta sólo tienen
una cáscara exterior y están huecas por dentro; y así, cuando
las buenas cualidades de un hombre se alimentan del orgullo, la vanidad y la
jactancia, pronto no tendrán más que apariencia vacía, sin savia, médula ni
sustancia.
Dios quiere
darnos muchas gracias, pero podemos fácilmente impedir que esas gracias
descansen en nosotros por nuestro propio orgullo.
Necesitamos
darnos cuenta de que no podemos hacer nada sin Dios y que cualquier gran cosa
que logremos en la vida se debe a la gracia de Dios.
Si queremos
estar unidos a Dios, necesitamos vaciarnos de nosotros mismos y dejarle
espacio.
Philip Kosloski
Fuente: Aleteia