Estabilidad
Acabábamos de
empezar el trabajo. Yo estaba en mi silla de siempre, en el sitio de siempre...
¡¡pero había algo extraño!! ¡La silla estaba coja!
“¡Qué raro!”,
me dije, “Ayer estaba bien...”
Intrigada, miré
hacia abajo, pero no fue necesario hacer ninguna comprobación en la silla: el
problema era que la había puesto entre dos baldosas, ¡y una estaba un poquito
más alta que la otra! Solucionarlo fue tan simple como moverme un poco para que
todas las patas de la silla estuviesen sobre la misma baldosa.
Esto, que fue
tan sencillo en nuestras enormes baldosas, ¡no resulta tan fácil en nuestro día
a día!
El “suelo” de
nuestra jornada está formado por muchos baldosines: familia, amigos, trabajo,
responsabilidades... Si uno se descoloca, ¡nuestro corazón no podrá tener buen
asiento!
Hay veces en
que sientes que te falta la paz, que estás “como en una silla coja”. ¡Ese es el
momento de parar con Cristo! Porque, por muchos baldosines que tengamos entre
manos, ¡Él sabe cómo nivelarlos!
De Su mano,
puedes descubrir qué es lo que se ha descolocado: un malentendido, esa falta de
atención con esa persona, o la impaciencia...
Créeme, esos
minutos que dediques a “arreglar tu suelo” con el Señor, ¡son tu mejor
inversión! Porque, la baldosa que se descoloca, tiende a moverse cada vez
más... ¡y al final, puede causar tropezones! Mejor arreglarlo cuanto antes, ¿no
crees? Con tu suelo nivelado, tu corazón podrá descansar en Cristo.
Hoy el reto del
amor es revisar si tu silla está coja. Cuéntale a Cristo cómo estás: ¿hay algo
que te preocupa, que te inquieta? ¿Qué es lo que te ilusiona, lo que deseas? A
lo largo del día, tus baldosas pueden moverse... pero en el amor de Cristo
encontrarás tu estabilidad. Deja todo en Sus manos, ¡y disfruta! Con Él, ¡no te
caerás! ¡Feliz día!
VIVE DE CRISTO
¡Feliz día!
Fuente:
Dominicas de Lerma